Este sábado,
República Dominicana celebra el Día de los Fieles Difuntos, una ocasión para
honrar la memoria de los seres queridos que ya no están. Desde las primeras
horas del día, muchas personas se dirigen a los cementerios con flores y velas,
llevando recuerdos para adornar las tumbas de sus familiares. Es común que las
familias se reúnan para limpiar panteones y lápidas, mostrando así su respeto y
cariño por quienes han fallecido.
Esta
conmemoración combina la fe y las tradiciones culturales, representando uno de
los momentos más sentidos del calendario dominicano. Fray Manuel Antonio Mejía,
sacerdote dominico, destacó el significado espiritual y cultural de esta
tradición para la sociedad dominicana.
Celebración
de Fe y Comunión
Fray Mejía
explicó que la tradición se remonta al abad San Odilón de Cluny, quien en el
año 998 instituyó que, al día siguiente de Todos los Santos, se recordara a los
difuntos. Esta práctica fue reconocida por Roma en el siglo XIV.
“No los
celebramos como difuntos, sino como vivos en el Señor. Festejamos sus vidas y
el camino que recorrieron siguiendo a Jesús en la tierra”, expresó Mejía.
También enfatizó la diferencia entre esta fecha y el Día de Todos los Santos,
el primero de noviembre, que honra a aquellos que han alcanzado la santidad. En
cambio, el dos de noviembre se dedica a todos los fieles difuntos, por quienes
se elevan oraciones y se ofrecen ofrendas espirituales.
“El Día de
Todos los Santos honra a quienes ya gozan de la vida eterna, mientras que el
Día de los Fieles Difuntos nos recuerda a aquellos que aún necesitan de
nuestras oraciones para alcanzar la plenitud del Reino de Dios”, explicó el
sacerdote.
Flores
y Velas: Símbolos de Amor y Recuerdo
Fray Mejía destacó
el simbolismo de las velas y las flores en esta fecha. Las velas representan la
luz de Cristo resucitado, que venció las sombras de la muerte, mientras que las
flores son una expresión de amor hacia quienes han partido. “Las flores son una
ofrenda para honrar su memoria. Así como llevamos flores a nuestros seres
queridos en vida, también las ofrecemos a quienes nos precedieron”, comentó.
Recordó que
en otros países, como México y Guatemala, las familias suelen pasar el día en
el cementerio, compartiendo alimentos e incluso ofreciéndolos al difunto,
siendo una muestra de respeto que no se concibe sin flores ni cuidado en las
tumbas.
Una
Tradición que Perdura
A pesar de
su antigüedad, esta tradición mantiene su relevancia, aunque en algunos casos
se desvanece su sentido religioso. Fray Mejía subrayó: “Dios sigue presente,
acogiendo con misericordia”. Recordó que olvidar a los familiares difuntos es
también perder conexión con las propias raíces.
Explicó que,
aunque cada país tiene fechas diferentes para esta devoción, en muchos lugares
estos días son feriados, permitiendo a las familias visitar a sus seres
queridos. En República Dominicana, los cementerios, usualmente tranquilos, se
transforman en espacios de encuentro y oración. Además, en parroquias de todo
el país se celebran misas especiales para recordar a los difuntos.
“El recuerdo
de nuestros familiares y amigos es una fuente de esperanza. Creemos en el Dios
de la vida y confiamos en que aquellos que nos han dejado están en la vida
eterna”, afirmó Mejía.
Reflexión
Final
Fray Mejía
hizo un llamado a la sociedad dominicana a luchar por la dignidad de la vida en
todas sus etapas. “Dios nos llama a prevenir las muertes prematuras, aquellas
que pueden evitarse con amor, justicia y solidaridad”, expresó, recordando el
caso de Carlitos Rojas Peguero, un niño de 12 años fallecido en un accidente de
tránsito en Santo Domingo en enero de 2020.
Para Mejía,
recordar a los difuntos no es suficiente; es fundamental trabajar por una
sociedad donde todos vivan con justicia y sin temor a muertes evitables
causadas por desigualdades persistentes en el país.