Un grupo de
investigadores australianos ha solicitado a las autoridades sanitarias que
coloquen el ejercicio físico como una estrategia esencial para tratar la
depresión y otros problemas de salud mental, destacando que es más efectivo que
el asesoramiento psicológico o los medicamentos más comunes. Este llamado surge
a partir de una exhaustiva revisión de estudios realizada por la Universidad
del Sur de Australia (UniSA) y divulgada en una entrevista con EFE.
El doctor
Ben Singh, de la UniSA, subraya que "todas las formas de actividad física
son beneficiosas y no se necesita mucho para observar un cambio positivo en la
salud mental". La revisión reveló que el ejercicio puede ser 1,5 veces más
efectivo que los tratamientos tradicionales para reducir síntomas de depresión,
ansiedad y angustia.
La
investigación también destacó que los mejores resultados se obtienen con
programas de ejercicio de hasta 12 semanas de duración. Las personas con
depresión, mujeres embarazadas y en posparto, y pacientes con ciertas
condiciones de salud como VIH y enfermedades renales, reportaron mejoras
notables. Además, los ejercicios de mayor intensidad resultaron más efectivos
en el tratamiento de síntomas de depresión y ansiedad.
Singh
enfatiza que la actividad física, además de actuar como tratamiento, puede
tener un papel preventivo en la salud mental, incrementando la producción de
sustancias cerebrales que regulan el ánimo, reduciendo el estrés y mejorando la
calidad del sueño.
La profesora
Carol Maher, también investigadora principal de la revisión, resalta que estos
hallazgos proporcionan una guía clara para los profesionales médicos sobre el
valor del ejercicio físico en la gestión de trastornos mentales y su
importancia en la promoción de un enfoque preventivo para la salud pública.