Uruguay, con sus 3,4 millones de habitantes, destaca en Sudamérica como un ejemplo de paz y orden en sus procesos electorales. En Montevideo, un hombre tomando mate en la icónica avenida 18 de Julio refleja el espÃritu tranquilo del paÃs durante una jornada electoral en la que las familias se reúnen, disfrutan de asados, pasean por la rambla y recorren las ferias de frutas y verduras en los barrios.
La sólida confianza de los ciudadanos en su sistema electoral es clave para que los partidos y candidatos participen en cada elección desde el regreso a la democracia en 1985. En esta ocasión, el Ministerio del Interior ha desplegado 5,945 agentes policiales y militares, asignando 2,708 a la seguridad de las urnas y 3,237 a las labores de vigilancia en celebraciones.
Para los uruguayos, estos comicios se viven con total normalidad, donde incluso los seguidores de diferentes partidos pueden encontrarse, compartir un mate y abrazarse sin importar los resultados. El presidente Luis Lacalle Pou destacó este ambiente diciendo que “emociona ver a gente de distintos partidos repartiendo listas, justo tomando mate”, y calificó la democracia uruguaya como “muy linda”. También Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, valoró esta "salud democrática", señalando a Uruguay como un "privilegiado" dentro del continente.
Cada cinco años, Uruguay celebra una jornada de elecciones que se
convierte en una referencia de civilidad democrática, un ejemplo para las
democracias del mundo y un respiro de convivencia, donde el fútbol cede
protagonismo a la democracia en la vida familiar del paÃs.