ARCHIVO - Foto del 7 de agosto del 2022, el exjugador de los Filis de Filadelfia Pete Rose saluda a los aficionados.
(Matt Rourke / Associated Press)
Por HILLEL ITALIE
NUEVA YORK —
Pete Rose, líder de
imparables de la MLB y un ídolo caído en desgracia y que mermó sus logros
históricos y sueños de ingresar al Salón de la Fama por apostar en el deporte
que amó, falleció a los 83 años.
Stephanie Wheatley,
portavoz del Condado Clark de Nevada, confirmó la noticia en nombre del
examinador médico. Wheatley dijo que no han determinado las causas de su
fallecimiento.
Para los aficionados que
crecieron en la década de los sesenta y setenta, no hubo un pelotero más
emocionante con el número 14 de los Rojos de Cincinnati, la superestrella de
cabello desgreñado, nariz redonda y brazos musculosos. Cuando empezaba el
césped artificial, los juegos divisionales y la agencia libre, Rose tenía un
estilo de la vieja escuela.
Elegido en 17 ocasiones al Juego de Estrellas, Rose
ganó tres veces la Serie Mundial. Fue MVP de la Liga Nacional en 1973 y MVP de
la Serie Mundial dos años después. Tiene el récord de juegos disputados (3-562)
y apariciones al plato (15.890) de la MLB, así como el récord de la Liga
Nacional de la racha de hits más larga (44). Fue el primer bateador en grandes
nóminas con los Rojos que ganaron el campeonato en 1975 y 1976. Entre sus
compañeros estaban los Salón de la Fama Johnny Bebch, Tony Perez y Joe Morgan.
Pero ninguno de sus logros se acercó a sus 4.256 hits,
batiendo el récord de 4.191 de Ty Cobb y que fue ejemplo de su excelencia sin
importar que llegó después. Es tan impresionante, que un pelotero podría sumar
200 hits por temporada por 20 años y aún así quedar corto. Su secreto fue su
consistente y longevidad. Disputó 24 temporadas, todas menos seis con los
Rojos. Rose tuvo al menos 200 hits en 10 temporadas y más de 180 en cuatro. Su
promedio de bateo fue de .303 en su carrera incluso a pesar de pasar de segunda
base al jardín y luego a tercera y primera.
“Cada verano tres cosas sucederán”, solía decir Rose,
“el césped se podrán más verde, el clima será más cálido y Pete Rose llegará a
200 hits y .300 al bate”.
Alcanzó la marca de Cobb el 8 de septiembre de 1985 y
lo superó tres días después en Cincinnati. Rose tenía 44 años y era
jugador-manager. Rose recibió la bola y lloró en los hombros del coach de
primera base y su excompañero Tommy Helms.
El comisionado Peter Ueberroth, que vio el juego desde
Nueva York, declaró que Rose había “reservado un lugar especial en
Cooperstown”. Tras el juego, que los Rojos ganaron 2-0 con dos carreras de
Rose, recibió una llamada del presidente Ronald Reagan.
“Tu reputación y legado están asegurados”, le dijo el
mandatario. “Pasará mucho tiempo antes de que alguien se pare en el lugar en el
que tu estás”.
Cuatro días todo se acabó.
El 20 de marzo de 1989, el comisionado Peter Ueberroth
anunció que su oficina había iniciado “una investigación completa por las
serias acusaciones” sobre Rose.
Reportes surgieron que el pelotero se había ayudado de
una serie de corredores de apuestas y amigos y otras personas para colocar
apuestas en juegos de béisbol, incluyendo de los Rojos. Rose negó todas las
acusaciones, pero la investigación encontró que “todos los testimonios de los
testigos, así como evidencia documentada y récords telefónicos revelaron las
extensivas actividades de apuestas de Pete Rose en conexión con el béisbol
profesional y en particular de los juegos de los Rojos durante las temporadas
1985, 1986 y 1987”.
En agosto de 1989, el sucesor de Ueberroth, A.
Bartlett Giamatti dijo las palabras más tristes en la historia del béisbol:
“Uno de los jugadores más grandes estuvo involucrado de algunos actos que han
manchado al deporte y ahora debe vivir con las consecuencias de sus actos”.
Giamatti anunció que Rose acordó ser vetado de por vida, una decisión que llevó
a que el Salón de la Fama lo considerara inelegible en 1991. Aunque Rose resto
importancia a la noticia e insistió que nunca había apostado en béisbol por lo
que sería reincorporado.
Semanas después del anuncio Giamatti falleció de un
paro cardiaco, pero el veto se mantuvo y Rose nunca fue elegido al Salón de la
Fama en vida, aunque recibió 41 votos en 1992.
Al inicio todo se trató del juego. Nativo de
Cincinnati, creció en un vecindario de clase trabajadora y su padre, Harry
Francis Rose, le enseñó a batear como ambidiestro.
Rose se graduó de la secundario en junio de 1960 y dos
días después voló a Rochester, Nueva York antes de tomar un autobús a Geneva,
sede del equipo de nivel D de las ligas menores de los Rojos. Para 1962 llegó
al nivel A en Macon, Georgia. Tuvo un promedio de bateo de .330 y prometió
reemplazar al segunda base Don Blasingame en 1963 diciéndole a un reportero:
“Voy a estar en sus tobillos”.
Blasingame ya estaba con los Senators de Washington
para la mitad de temporada y Rose se convirtió en un fenómeno. Rose bateó .273
como novato y desde 1965 bateó al menos .300 en 14 de 15 campañas. Fue tan
importante que en 1968, el “Año del Pitcher”, lideró la liga con un promedio de
.335, uno de sus tres títulos de bateo.
Tras su carrera en el béisbol, recibió algunos premios
honorarios. Los Rojos lo incluyeron en el Salón de la Fama de su equipo en el
2016 y un año antes revelaron una estatua de bronce de Rose afuera del Great
American Ball Park de Cincinnati.
Aunque nunca estuvo en Cooperstown, su carrera quedó
representada. Algunos elementos de su carrera están en el Salón de la Fama como
su casco de MVP de la temporada 1973, el bate que usó en 1978 cuando sumó 44
juegos con hits, así como los tenis que traía el día que se convirtió en el rey
en 1985.