A medida que pasa el tiempo, vemos como la situación de violencia que impera en la República de Haití empeora, tras el avance en diferentes territorios de las bandas delincuenciales, profundizados el caos y el pánico en una población indefensa y desamparada, a pesar de la llegada el pasado 25 de junio del primer contingente de 400 policías de Kenia.
Un Consejo
Presidencial Provisional, encabezado por el Primer Ministro Garry Conille,
atrapado entre pugna interna, policía corrompida, una clase empresarial de
concupiscencia y una comunidad internacional vacilante.
La ciudad de
Puerto Príncipe y otra adyacente, tanto al norte como al sur, están bajo el
control de las bandas delincuenciales, lo que, a su vez, ha generado un
progresivo deterioro de los servicios que demanda la sociedad, desde la
seguridad ciudadana hasta lo más importante para el ser humano como es la
salud, donde la mitad de sus instalaciones no están prestando servicio a la
población.
En ese
sentido, es que hace meses vengo planteando al Presidente Luis Abinader, en los
principales medios de comunicación, del cual se hizo eco, en fecha 27 de julio
del presente año 2024, una titulada: "advierten posible brote
epidemiológico en Haití que repercutirá en RD", la creación de un programa
fronterizo integral, en el cual además del componente bélico o seguridad se
incorporen los temas de salud y económicos.
Estos renglones,
salud y económico, con el fin de construir centros hospitalarios con
equipamientos y tecnología de última generación, donde el ciudadano que ingrese
a territorio dominicano con la intención de continuar a otro punto del país sea
sometido a un riguroso y profundo chequeo médico.
El
componente económico-migratorio, con la construcción de parques de zonas
francas en la frontera, próximos a las sedes de las aduanas y control de migración
en las siete provincias que delimitan con Haití, en los cuales el empresariado
dominicano creará miles de empleos para nosotros, motivando a los ciudadanos
haitianos a buscar un espacio ahí y no continuar al Gran Santo Domingo, las
regiones del Cibao y Este del país.
En conclusión, les invito a ustedes, nuestros lectores, a expresar sus consideraciones de una iniciativa como esta. Creo que sí, pudiéramos llamarla un real muro fronterizo-migratorio, el cual "represará" las intenciones de los ciudadanos del vecino país a esta franja de oportunidades.