Noah Lyles y Usain
BoltFUENTE EXTERNA
EFE París
Cinco milésimas. Esa ínfima
fracción de tiempo es la que permitió a Noah Lyles salir por la puerta
grande del Estadio de Francia y entrar en el libro de historia de
los campeones olímpicos de los 100 metros, una distancia que, cada
cuatro años, define al rey de la velocidad, un trono que ahora ocupa el
estadounidense, el 'elegido' para muchos.
Durante muchos años, de
2008 a 2016, el jamaicano Usain Bolt fue el hombre más rápido del
mundo y, de hecho, las dos plusmarcas mundiales de los 100 y 200
metros aún las conserva él con 9,58 y 19,19, respectivamente.
Con esos dos tiempos vive obsesionado
desde hace mucho Noah Lyles, que en varias ocasiones ha declarado
públicamente su intención de rebasar esas marcas y así emular a Usain Bolt. Se
ve capaz pero la superioridad con la que ganaba el jamaicano no es la misma. En
París, en un estadio abarrotado con cerca de 80.000 espectadores, tuvo que
esperar a la resolución de la foto 'finish' para conocer su
victoria. El triunfo fue por solo cinco milésimas ya que el tiempo (9.79) fue
el mismo que registró el jamaicano Kishane Thompson.
"Dios mio, soy el
elegido. Siendo honesto pensaba que si corría en menos de 9.83 las semifinales
sería difícil vencerme pero al final el oro fue más caro. Parece que este
momento estaba destinado para mi y que yo iba a ser el elegido, como
me dijo Snoop Dog", declaró Lyles, al término de la carrera, en alusión a
su amigo, el rapero estadounidense, que se está paseando por las distintas
sedes de los Juegos Olímpicos de París con su peculiar
vestimenta.
La final tuvo
un nivel brutal. Por
primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos bajar de diez segundos en
las semifinales no dio acceso a la pelea por las medallas. El corte lo marcó
el estadounidense Kenneth Bednarek en 9.93.
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Lyles, pese a sus 27 años, sigue conservando
algunas aficiones de su juventud y, a la mínima, no duda en
sacarlas a relucir. Prueba de ello es su celebración en el Estadio de
Francia, con todo el estadio aclamándole, cuando se acercó a una de las
cámaras de televisión y realizó la 'onda vital', el gesto más
característico de Goku, el protagonista de 'Bola de dragón', su serie
preferida de dibujos animados.
El estadounidense sabe de
que va el negocio del deporte y en cuanto tiene oportunidad monta su
'show'. Antes de la final de los 100, nada más salir a la pista, alentó
al público, se dio golpes en el pecho y no paró de hacer gestos de complicidad
a la grada para que no le perdieran detalle. Quería ser el protagonista
y lo fue, aunque con suspense.
Sus 0.178 de reacción
fueron el peor tiempo de los ocho finalistas, por lo que en carrera le tocó
remontar, algo que hizo con esa punta de velocidad que a mitad de recorrido le
ha salvado de una mala salida en más de una ocasión.
Su triunfo vino
acompañado de aplausos, la mayoría, pero también de algún pito. Es la
muestra de un atleta que no deja indiferente a nadie, principalmente por sus
declaraciones, algunas veces dejando entrever un carácter soberbio que él
niega.
“La línea entre la
confianza y la arrogancia es muy difusa. Todo es una opinión. Por eso
siempre digo que si has visto mi vida y has visto lo que he tenido que pasar,
que me han dicho literalmente 'no puedes hacerlo' la mayor parte de mi vida, no
hablarían así. Y aquí estoy otra vez. Logrando casi todo lo que me
propongo", confesó hace unos días a su llegada a París.
El triunfo de
Lyles, aparte de propiciarle el oro, tiene consecuencias más allá de
su propia persona ya que ha devuelto a Estados Unidos el
trono olímpico perdido desde Justin Gatlin (Atenas 2004) los
últimos veinte años en los 100 metros, primero con Usain Bolt (2008-2016) y
después con el italiano Marcell Jacobs (Tokio 2020), que en la final de París
quedó quinto.
Ahora el reto de Lyles es
emular en la capital francesa a Usain Bolt como el hombre más rápido del mundo.
En los últimos Mundiales de atletismo al aire libre en Budapest en 2023 ganó el
oro en los 100, los 200 y con el relevo 4×100. Su objetivo en estos Juegos
Olímpicos de París es repetir el triplete.
Eso como mínimo, porque ha
pedido también formar parte del relevo 4x400 aunque la
federación estadounidense le ha comunicado que no estará en él. Al ser el
relevo que cierre la competición, si los resultados anteriores son positivos,
podrían reconsiderar la decisión, al menos para las series.
Lo que está claro es que el
estadounidense, que esta temporada ha firmado un millonario contrato con
Adidas, traspasa las fronteras más allá de la pista de atletismo. Tiene su
propio canal de contenidos en YouTube, trabaja con una agencia creativa que le
ayuda y asesora con los contenidos y su imagen está asociada a multitud de
marcas como Omega o Visa, además de ser protagonista de un documental de
Netflix.