Turistas nadan en el cenote “Dos Ojos”, a las afueras de Playa del Carmen, México, el 9 de marzo de 2024. Estos ojos de agua turquesa conocidos como cenotes son parte de una de las maravillas naturales de México: un sistema de aproximadamente 10.000 cavernas, ríos y lagos subterráneos que serpentean bajo la península de Yucatán, en el sureste del país.
(Rodrigo Abd / Associated Press)
Estos ojos
de agua turquesa conocidos como cenotes son parte de una de las maravillas
naturales de México
Por TERESA DE MIGUEL, MEGAN JANETSKY y RODRIGO
ABD
Associated
Press
SISTEMA DE CUEVAS AKTÚN
TUYUL, México
Los rayos del sol
atraviesan como cuchillos el agua cristalina mientras decenas de peces
proyectan su sombra sobre el suelo de piedra caliza. Encima de la laguna, una
bóveda repleta de estalactitas gotea en el techo semiabierto de la caverna, que
se abre hacia una tupida selva.
Estos ojos de agua turquesa
conocidos como cenotes son parte de una de las maravillas naturales de México:
un sistema de aproximadamente 10.000 cavernas, ríos y lagos subterráneos que
serpentean bajo la península de Yucatán, en el sureste del país.
Ahora, la construcción del
Tren Maya —el proyecto insignia del presidente mexicano Andrés Manuel López
Obrador— está destruyendo buena parte de ese mundo subterráneo oculto, ya
amenazado desde hace décadas por el desarrollo urbano y el turismo masivo.
Un pez
nada entre plantas acuáticas en un cenote en Rancho Viejo, México, el 1 de
marzo de 2024.
(Rodrigo
Abd/AP)
En las profundidades de la selva, el rugido de la
maquinaria pesada interrumpe el suave goteo que se escucha dentro de la cueva.
Unos metros más arriba, la construcción de la línea elevada del tren avanza a
marchas forzadas.
Las cavernas retumban cuando los trabajadores ponen en
marcha las perforadoras para atravesar la piedra caliza e incrustar los cerca
de 15.000 pilares de acero de un metro de ancho (tres pies) que sostendrán el
tren en este tramo.
Al contemplar una cueva antes inmaculada y ahora
repleta de hormigón y estalactitas rotas, una mezcla de dolor e ira se dibuja
en la cara del ingeniero y experto en agua Guillermo D. Christy, quien lleva
más de dos décadas estudiando la calidad del agua que corre bajo la península
de Yucatán.
“Vertir concreto en una caverna, directamente en el
acuífero, sin ningún miramiento y sin ningún cuidado”, lamenta D. Christy. “Eso
es totalmente un ecocidio”.
Una turista se sumerge en el cenote “Jardín del Edén”, cerca de Tulum, México, el 28 de febrero de 2024. Estos ojos de agua turquesa conocidos como cenotes son parte de una de las maravillas naturales de México: un sistema de aproximadamente 10.000 cavernas, ríos y lagos subterráneos que serpentean bajo la península de Yucatán, en el sureste del país.
(Rodrigo
Abd/AP)
MÁS
TURISMO, PERO, ¿A QUÉ PRECIO?
A lo largo de casi 1.600
kilómetros (1.000 millas), el Tren Maya recorrerá la península de Yucatán para
conectar ciudades turísticas como Cancún y Playa del Carmen con comunidades
remotas y sitios arqueológicos enclavados en la selva a los que promete llevar
desarrollo económico.
Con una inversión de más de
30.000 millones de dólares, el tren de alta velocidad es uno de los proyectos
clave del presidente saliente de México, quien se ha presentado como el
defensor de los pobres durante los seis años que ha estado en el cargo.
“El Tren Maya será nuestro
legado de desarrollo para el sureste de México”, escribió el presidente en una
publicación en X, antes Twitter, el año pasado.
Peter
Broger, instructor de buceo en cuevas, explora el cenote “Jardín del Edén”,
mientras los rayos de sol se filtran entre el agua, cerca de Tulum, México, el
28 de febrero de 2024.
(Rodrigo Abd/AP)
El problema es la propia ruta del tren. Originalmente se planteó que circulase a lo largo de la autopista que conecta las principales ciudades de la región pero, tras una avalancha de quejas por parte de los propietarios de los grandes hoteles de la Riviera Maya, el gobierno cambió el tramo que va de Cancún a Tulúm varios kilómetros hacia el interior de la selva, encima del sistema de cavernas más importante del país. Para ello, las obras derribaron millones de árboles que forman parte del bosque tropical más grande de América después de la Amazonía.
Las cuevas contienen uno de los mayores acuíferos de
México y son la principal fuente de agua de la región, crucial en un momento en
que el país enfrenta una crisis hídrica cada vez más profunda. Además, en las
cavernas se han encontrado algunos de
los restos humanos más antiguos de América del Norte.
El área fue alguna vez un arrecife ubicado debajo del
Caribe, pero los cambios en el nivel del mar empujaron a la península hasta la
superficie y la convirtieron en una gran masa de roca caliza. El agua de lluvia
ha ido esculpiendo la porosa piedra hasta convertirla en cuevas a lo largo de
millones de años. El proceso creó las cavernas con agua dulce conocidas como cenotes
y ríos subterráneos que son tan delicados como asombrosos, dice Emiliano
Monroy-Ríos, geólogo de la Universidad Northwestern, quien estudia la región.
“Estos ecosistemas son muy, muy frágiles”, explica
Monroy-Ríos. “Es como pasar por encima de un lugar que es como un queso
gruyere, lleno de cuevas y cavidades, de diferentes tamaños y a diferentes
profundidades”.
Operarios construyen la vía para el Tren
Maya, cerca de Playa del Carmen, México, el 10 de marzo de 2024. Cuando está
completado, el tren de alta velocidad recorrerá la península del Yucatán, en el
sur del país.
(Rodrigo Abd/AP)
López Obrador prometió que su gobierno evitaría daños
al Gran Acuífero Maya al elevar las vías del tren sobre miles de pilares de
acero enterrados en el suelo.
Pero el político se encontró con una ola de
indignación a finales de enero cuando ambientalistas y científicos publicaron
en redes sociales videos que mostraban gigantescas taladradoras horadando el
techo de cavernas milenarias para insertar los pilares.
López Obrador respondió con furia a los videos y los
calificó de “montajes” realizados por sus enemigos políticos.
“Son muy falsarios estos pseudoambientalistas”, dijo
López Obrador en una de sus conferencias de prensa matutinas. “No vea usted los
videos porque son especialistas en montaje”.
Un equipo de periodistas de The Associated Press
viajaron a varios puntos de la ruta en la que se construye el Tren Maya donde
López Obrador negó haber causado algún daño ambiental. Lo que vieron contradice
directamente las afirmaciones del presidente.
Turistas
nadan en las aguas del cenote “Jardín del Edén”, cerca de Tulum, México, el 28
de febrero de 2024. Estos ojos de agua turquesa conocidos como cenotes son
parte de una de las maravillas naturales de México: un sistema de
aproximadamente 10.000 cavernas, ríos y lagos subterráneos que serpentean bajo
la península de Yucatán, en el sureste del país.
(Rodrigo Abd/AP)
DOCUMENTAR LA DESTRUCCIÓN
Guillermo D. Christy camina por una densa selva tropical y enciende la
pequeña linterna que lleva en la cabeza para adentrarse en una grieta de varios
metros de altura (unos 8 pies) en la roca.
Este ingeniero y experto en agua mexicano ha recorrido el intrincado
sistema de cavernas de la región y ha analizado la calidad de sus aguas durante
más de 25 años. Como muchas de las personas que estudian los misterios de esta
milenaria red subterránea, su trabajo pasó repentinamente de ser apacible a
turbulento con la llegada del tren.
Hoy se adentra en una pequeña sección de las cavernas conocida como
Aktún Tuyul, ubicada a menos de una hora de la turística ciudad de Playa del
Carmen, y camina entre columnas de piedra caliza y pilares de acero excavados
en las formaciones rocosas.
La profunda oscuridad de la cueva se rompe con los enormes agujeros de
un metro de ancho perforados en el techo de la caverna, donde se instalarán aún
más pilares.
A sus 58 años, D. Christy se mete sin pensárselo dos veces en el río
subterráneo hasta que el agua le llega a la cintura —un agua de un color turbio
por el metal corroído de los pilares— y se arrastra por un estrecho pasaje en
la roca.
Sentado junto a uno de los más de diez pilares que ya
se han instalado en la caverna, saca una serie de jeringas y botellas de una
caja de plástico y toma una muestra del agua que rodea la columna.
“Claramente se ve allí un color característico de la
corrosión de hierro”, dice sosteniendo una jeringa llena de un agua amarillenta
y turbia. “Vamos a tomar una muestra”. D. Christy vierte el agua en un frasco
de vidrio y la mezcla con una sustancia química que la vuelve de un color azul
intenso, lo que indica que contiene rastros de hierro.
Junto a otros pilares, el activista pone la oreja
sobre el metal para escuchar el concreto que está siendo vertido desde arriba
adentro de la columna de acero.
En otra zona de la cueva, decenas de estalactitas
rotas por las vibraciones de la construcción del tren se apilan en el suelo
como escombros después de un terremoto. En otras cavernas, el hormigón que
rellena los pilares se ha derramado sobre la tierra caliza.
Si bien las consecuencias ambientales a largo plazo
del proyecto no están claras, lo cierto es que ya se está transformando todo el
ecosistema, afirma el geólogo Monroy-Ríos.
“Antes de meter las columnas, ya estás matando todo el
ecosistema que había en cada una de esas cuevas”, explica. “¿Por qué? Porque
ahora ya entra luz, entra materia orgánica de la selva. Se cambian los gases. Y
las especies muy sensibles que habitan ahí adentro en total oscuridad. Pues ya
mataron cientos de millones, simplemente con perforarla”.
Pero la mayor preocupación del geólogo es que la porosa piedra caliza sobre la que está construido el tren y las cavernas que se encuentran bajo los pilares puedan causar un colapso del viaducto elevado. Los científicos han advertido desde hace mucho tiempo sobre los peligros de construir sobre rocas solubles como la piedra caliza.