Celine Dion durante un show en
Quebec, Montreal, Canadá, el 18 de septiembre de 2019.JACQUES BOISSINOT/THE CANADIAN PRESS VÍA AP
agencia efeMadrid
La de Celine Dion no es la primera gran voz que se quiebra, pero el documental
en el que ha registrado su actual lucha contra la extraña enfermedad que padece
por recuperarla sí es una pieza nada habitual en el "star system" por
su honestidad, sin ocultar momentos de gran vulnerabilidad.
"Ya no
puedo con más mentiras", afirma en esa producción que está disponible en
Prime Video bajo el título de 'I am: Celine Dion' y en la que reconoce por
ejemplo que, a causa del síndrome de persona rígida que comenzó a sufrir hace
17 años, la medicación necesaria para paliar el dolor y subir a actuar hubo de
ir igualmente en aumento.
Así cuenta que llegó a tomar "entre 80 y 90 miligramos
de Valium diarios". "Y eso solo de Valium", subraya la
canadiense, que revela también cómo cada vez fue más necesario apelar a trucos
diferentes para ocultar su dolencia al público a medida que iba perdiendo el
control de la voz.
"Hacía trampas, como darle golpes al micrófono como si
fuese culpa del sonido. A veces teníamos que parar el show para cambiarme de
ropa, pero ya no volvía", rememora sobre noches en las que la medicación
dejaban de hacer efecto en plena actuación.
El documental, de aproximadamente 90 minutos, es el colofón a
una serie de revelaciones que Dion ha ido ofreciendo a sus seguidores durante
los últimos años para explicar su ausencia de los escenarios.
Aunque se mantiene estoica, las lágrimas fluyen sin poder
evitarlo durante gran parte del metraje y muestra con desesperación cómo le
repercute en su otrora virtuosismo vocal ese síndrome. "Yo creo que era
buenísima, hice cosas espectaculares", solloza al recordar el mayor agudo
de su carrera con 'All By Myself'.
'I am: Celine Dion' está lejos de ser un recorrido
pormenorizado de los logros y canciones de la artista ganadora de cinco premios
Grammy, pero se incluyen varias actuaciones memorables que, por contraste,
hacen más angustiosa su situación actual.
El documental arranca fuerte, con una intervención médica en
una habitación de hotel, una escena grabada mientras la cantante yace en el
suelo, incapaz de responder siquiera a preguntas por el dolor. Inmediatamente
se pone contexto: sufre un síndrome que solo afecta a una o dos personas entre
un millón.
"El año pasado me puse tan mal que no podía ni caminar.
Perdía el equilibrio y me dolía mucho. Sigo sin poder usar la voz. Echo mucho
de menos la música, pero también a la gente", afirma.
Dion abre las puertas de su casa, donde escucha a menudo grabaciones de María
Callas, de la que guarda un collar que le regaló su difunto marido, René.
"Espero que la Callas me dé fuerzas", se le oye decir.
Comparte escenas íntimas con dos de sus hijos, visita un
depósito donde guarda buena parte de los modelos más espectaculares que ha
vestido en las alfombras rojas y acude regularmente a su fisioterapeuta, que
sigue de cerca todos sus avances.
En ese punto, la artista lleva dos años sin cantar, pero
decide volver a exponerse ante el micrófono de un estudio de grabación.
"No sé si voy a poder hacerlo, pero no puedo vivir con la duda",
argumenta, mientras pelea con su garganta. No canta tan fluido como antes, pero
sale airosa.
Y entonces, otra crisis. Es probablemente el momento más
crudo de todo el documental, con la artista completamente rígida, incapaz de
controlar su propio cuerpo, hasta que con ayuda de su equipo vuelve a ser ella
misma.
"El viaje no ha terminado. Hay que seguir dando
pasos", le consuela su médico, ante una Celine Dion a la que hacer lo que
adora, cantar, le puede provocar esas crisis por la sobrestimulación cerebral.
Suena entonces 'Who I Am' de Wyn Starks y la intérprete de
'My Love Will Go On' vuelve a levantarse. Con resolución, afirma: "Si no
puedo correr, caminaré. Si no puedo caminar, me arrastraré. No voy a
parar".