El avión Boeing 777-300ER de Singapore
Airlines, vuelo SQ321 procedente del aeropuerto de Heathrow, Reino Unido, se
encuentra en la pista tras solicitar un aterrizaje de emergencia en el
aeropuerto internacional Suvarnabhumi de Bangkok, Tailandia, martes 21 de mayo
de 2024. (Pongsakorn Rodphai
via AP)
(Pongsakorn Rodphai / Associated Press)
NUEVA YORK —
La muerte de un pasajero
británico y las lesiones que sufrieron decenas de personas a bordo de un vuelo de Singapore Airlines que
encontró una fuerte turbulencia el martes dejaron al descubierto los riesgos
potenciales de volar en condiciones inestables.
La causa de muerte del
pasajero de 73 años sigue bajo investigación. Según las autoridades, pudo haber
sufrido un infarto, aunque no se ha confirmado. Con base en los relatos de los
testigos, el número de heridos, y el brusco descenso del avión, los expertos
señalan los importantes riesgos que las turbulencias en vuelo suponen para la
seguridad de los pasajeros y la tripulación.
Aunque las muertes
relacionadas con turbulencias son bastante raras, las lesiones han ido en
aumento a lo largo de los años. Algunos meteorólogos y expertos en aviación
señalan que los informes sobre encuentros con turbulencias también se han
incrementado y apuntan a las posibles repercusiones que el cambio climático
podría tener en las condiciones de vuelo.
Sin embargo, la mayoría de los incidentes son de poca
importancia, y las aerolíneas han realizado mejoras constantes para reducir los
índices de accidentes por turbulencias. Los expertos recomiendan a los viajeros
que se mantengan alerta y subrayan como primera medida de protección la
importancia de llevar abrochado el cinturón de seguridad siempre que sea
posible.
Este tipo de turbulencias ocurren principalmente
dentro o cerca de las corrientes de aire a gran altura, denominadas corrientes
en chorro. Se producen cuando dos grandes masas de aire cercanas se mueven a
distintas velocidades. Si la diferencia de velocidad es lo suficientemente
grande, la atmósfera no puede soportar la tensión y surgen patrones
turbulentos, como remolinos en el agua.
Más de una tercera parte de todos los incidentes
aéreos ocurridos en Estados Unidos entre 2009 y 2018 estuvieron relacionados
con turbulencias, y la mayoría de ellos provocaron al menos una lesión grave
pero ningún daño al avión, informó la Junta Nacional de Seguridad en el
Transporte (NTSB por sus siglas en inglés).
Las autoridades ya investigan lo ocurrido en el vuelo
de Singapore Airlines del martes. La aerolínea declaró que el Boeing 777-300ER
descendió 6.000 pies (unos 1.800 metros) en tres minutos después de encontrar
una fuerte turbulencia sobre el océano Índico.
Las cifras preliminares de víctimas que proporcionaron
el aeropuerto y un hospital de Bangkok, donde la aeronave que viajaba de
Londres a Singapur se vio obligada a aterrizar en medio de la tormenta,
indicaban que además del hombre que falleció, seis o siete pasajeros resultaron
gravemente heridos. Decenas de otros viajeros y miembros de la tripulación
sufrieron lesiones de menor magnitud.
Según Stuart Fox, director de operaciones técnicas y
de vuelo de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, la última muerte
clara relacionada con una turbulencia que haya reportado una gran aerolínea
tuvo lugar en 1997. Desde entonces se han registrado algunos fallecimientos en
aeronaves más pequeñas, incluida una en un jet privado el año pasado, según
Fox.
Los procedimientos de seguridad estandarizados han
contribuido considerablemente a evitar más casos de lesiones graves a lo largo
de los años, señaló Fox. Entre ellos figuran la revisión de las previsiones
meteorológicas, la obligación de los pilotos de informar cuando se encuentran
con turbulencias y la suspensión del servicio de cabina cuando los aviones se
encuentran con aire agitado.
Pero las turbulencias de cielos despejados “son harina
de otro costal”, según Doug Moss, expiloto comercial y consultor de seguridad.
Pueden ser devastadoras, dice, “porque el momento previo al incidente puede ser
muy tranquilo, y toma a la gente desprevenida”.
Los controladores de tráfico aéreo avisan a los
pilotos cuando otro avión se topa con una turbulencia de cielo despejado,
explica Moss. Muchos pilotos también observan las corrientes de chorro de nivel
superior a lo largo de su trayecto, en busca de señales de cizalladura del
viento, y luego elaboran un plan para volar por encima, debajo o alrededor de
esas zonas, dijo.
Guinn, de la Universidad Aeronáutica Embry-Riddle,
explica que algunos predicen que el cambio climático podría alterar la
corriente en chorro y aumentar la cizalladura del viento, lo que, en
consecuencia, incrementaría la presencia de turbulencias
Williams dijo que su equipo de investigación descubrió
recientemente que, por ejemplo, las turbulencias en cielos despejados sobre el
Atlántico norte han aumentado un 55% desde 1979. Las proyecciones más recientes
del equipo señalan que las turbulencias graves en las corrientes en chorro
podrían duplicarse o triplicarse en las próximas décadas si las condiciones
globales siguen los patrones previstos, dijo.
Sin embargo, otros afirman que también podría haber
otros factores en juego. Cornman señala que podría haber un incremento en el
tráfico aéreo en general, lo cual podría aumentar los encuentros con
turbulencias a medida que surgen más pistas, incluidas aquellas situadas en
zonas de mayor turbulencia.
“En general, los aviones están construidos para
resistir turbulencias”, afirma Guinn, quien señala que el hecho de que los
pasajeros no lleven abrochado el cinturón de seguridad es una de las
principales causas de lesiones por turbulencia durante el vuelo. Aunque ninguna
precaución es infalible, el uso del cinturón de seguridad reduce en gran medida
la probabilidad de sufrir lesiones graves.
“Abróchese el cinturón”, subrayó Guinn. “Es una
solución muy rápida para evitar lesiones”.
Chalida Ekvitthayavechnukul en Bangkok y David Koenig
en Dallas contribuyeron a este reportaje.