ARCHIVO - El colombiano Camilo Villegas
calcula la trayectoria de su putt durante la última ronda del Campeonato del Tour
en Atlanta, el domingo 28 de septiembre de 2008 (AP Foto/John Amis, archivo)
(John Amis / Associated Press)
AUGUSTA, Georgia,
EE.UU. —
Camilo Villegas rara vez
lució tan sereno, en momentos en que lo invadía demasiada emoción. Empujó
simplemente la pelota hacia el hoyo para apuntarse un par en Bermudas el otoño
pasado.
Se enderezó luego y batió
ligeramente un puño en el aire, antes de mirar al cielo.
Fue su primera victoria en
nueve años, justo en momentos en que estaba a punto de quedarse apeado de esta
nueva era de grandes ganancias en el golf. El resultado le dio una exención de
dos años en la Gira de la PGA y un boleto para volver a disputar el Masters de
Augusta.
Nada de eso importaba en ese momento. El colombiano
sólo pensaba en Mía, su pequeña angelita. Dijo que podía sentir su energía.
Villegas recuerda todavía cada detalle de la estadía
en el Nicklaus Children’s Hospital en la Florida con su esposa María. Ambos
esperaban los resultados de un análisis realizado a su hija de 18 meses.
La puerta se abrió y la habitación se llenó con una
docena de médicos y empleados.
El golfista lloró por días. Encontró fuerza en su
esposa, quien le pidió serenarse frente a su hija.
La mujer decoró la habitación con colores brillantes,
porque quería que el tiempo que pasara con Mía estuviera lleno de felicidad. Ya
habría después tiempo para las lágrimas.
Tres años y tres meses después, ahí estaba Villegas,
con el corazón roto pero con un espíritu fuerte, bañándose en champaña sobre el
green del hoyo 18 en el Port Royal Golf Club. Luego, tomó una botella y le dio
un gran sorbo.
“Este deporte me ha dado muchas cosas buenas y, en el
proceso, me ha pateado el trasero”, dijo Villegas aquel domingo en el Bermuda
Championship. “La vida me ha dado muchas cosas grandes y, en el proceso,
también me ha pateado el trasero”.
El colombiano de 42 años siempre había mostrado gran
energía en el campo. Desde su “lugar mágico”, el Club Campestre de Medellín,
hasta sus cuatro años como All-American en Florida, fue un golfista dinámico.
Se le apodó “Spiderman”, por la postura que adopta
para calcular su putt, prácticamente recostado sobre el césped pero con una
pierna flexionada.
Logró un triunfo en 2014 para volver al Maters. Ello
resultó un hecho inusitado. En 2018, una lesión de hombro lo dejó fuera por
casi dos años.
Pero fue entonces cuando Mía llegó a su vida y se robó
su corazón. Y de pronto se fue.
“Pienso que todo se vuelve más fácil cuando entiendes
lo que es normal”, dijo Villegas acerca de la ayuda que han recibido tanto él
como su esposa. “Puedo sentarme aquí y preguntarme: ‘¿Por qué Mía no está aquí?’.
Y puede ser algo anormal y único. Pero cuando eres parte de un club de gente
que ha perdido a un hijo, te das cuenta de que ese club es grande. Y de pronto,
es algo más normal de lo que piensas. Los altibajos son normales.
“Y cuando aceptas esos altibajos como algo normal,
puedes seguir adelante”.
El primer paso consistió en crear Mia’s Miracles, una
fundación dirigida a ayudar a niños y familias que pasan por tragedias
similares.
Aunque buscaron terapia para lidiar con la pena,
Villegas dijo que “la mejor medicina fue el golf”. El deporte puede ser un
motivo de frustraciones incluso en las mejores épocas, pero el sudamericano
encontró una fuente inagotable de energía, gracias a todo el apoyo que se le ha
manifestado en la Gira.
“¿Qué es más fácil, quedarte en casa y estar solo o
venir acá y sentir que el mundo del golf es como tu familia?”, preguntó. “Ellos
me transmiten energía. Sí, yo estaba pensando en Mía, pero esto es parte del
proceso”.
Y lo que solía aportar es lo que recibe en la
actualidad. Sólo que ello no se había traducido en los marcadores que le
hubieran permitido conservar su credencial de la gira.
Un vuelco llegó en Torrey Pines a comienzos de 2023,
cuando no pasó el corte... otra vez. Se dirigió de inmediato al range para
esperar a su hermano Manny, caddy de Si Woo Kim.
Campra es un profesional del golf en su natal
Argentina, y se desempeña como caddie en la gira. Trabajaba con el colombiano
Sebastián Muñoz, quien estaba a punto de emigrar a la LIV Golf, la liga
financiada por Arabia Saudí.
“Le dije: ‘antes de que te vayas, necesito tu ayuda,
hermano’”, dijo Villegas. “Él siempre está analizando mi swing. Si conoces a
José, sabes lo cortés que es el tipo. No es un entrometido”.
Ambos acudieron al salón de caddies, donde el
argentino le dijo a Villegas qué debía esperar. A Campra no le importaba que el
colombiano tuviera una credencial de participación para el final del año.
Simplemente le dijo que podía empeorar antes de mejorar y no quería que jugara
demasiado para evitar que los malos hábitos volvieran.
Los frutos llegaron en noviembre, cuando Villegas fue
segundo en México. Luego, se sostuvo para ganar el Bermuda Championship.
Mía nunca se aleja de su mente. Villegas percibe buena
parte del espíritu de la niña en Mateo, su hijo nacido en diciembre de 2021. El
golfista ansía hablarle algún día a Mateo sobre su hermana.
“Él ha pasado por mucho”, dijo Scott. “Tengo un
respeto colosal por él y por la forma en que se ha conducido por algo como
esto, que, para mí, es inimaginable. Este tipo tiene algo especial en su
interior”.