ARCHIVO - O.J. Simpson asiste a su lectura
de cargos en el Tribunal Superior de Los Ángeles el 22 de julio de 1994, donde
se declaró “absolutamente, 100 por ciento inocente” de los cargos de asesinato.
O.J. Simpson, el laureado astro del fútbol americano y actor de Hollywood que
fue absuelto de los cargos de doble asesinato de su exesposa y su amigo, pero
luego declarado responsable en un juicio civil aparte, ha fallecido. Tenía 76 años. (Foto AP/Pool/Lois Bernstein,
Pool)
LAS VEGAS —
Por mucho tiempo, O.J.
Simpson fue el hombre que lo tenía todo.
Vivió el sueño americano
como leyenda del deporte, actor de cine, anunciante y millonario. Con su
carrera tremendamente exitosa, su atractivo físico y su hermosa esposa, se
convirtió en una imagen de éxito para los afroestadounidneses y fue adoptado
por personas de todas las razas. Era seguro para todos amar a Simpson, que
habitaba un mundo de glamur y privilegios al alcance de pocos.
“No soy negro, soy O.J.”,
le gustaba decir a sus amigos.
Todo se vino abajo en el
verano de 1994, cuando la exesposa de Simpson, Nicole Brown Simpson, fue
hallada muerta afuera de su condominio en Los Ángeles. El amigo de Nicole,
Ronald Goldman, un camarero que había ido a su casa a devolverle un par de
anteojos que había dejado en un restaurante, yacía a unos metros de distancia,
apuñalado hasta la muerte.
Simpson, quien murió el miércoles a los 76 años de
cáncer de próstata, inmediatamente fue objeto de sospechas en medio de rumores
de abuso doméstico y celos.
El jurado de un tribunal penal lo declaró inocente de
homicidio en 1995, pero un jurado civil independiente lo declaró responsable
por las muertes y le ordenó pagar 33,5 millones de dólares a los familiares de
Brown y Goldman en 1997.
El caso penal fue una sensación mediática. Simpson fue
acusado de asesinato, pero antes de entregarse, llevó a la policía a una
persecución a baja velocidad a través de las autopistas de Los Ángeles. La
persecución a bordo de una camioneta Bronco blanca, conocida en inglés como Bronco
Chase, fue televisada en horario estelar y se convirtió en el primero de muchos
momentos televisivos en la extraña saga que absorbió a Estados Unidos.
Su juicio televisado de 16 meses, apodado “el juicio
del siglo”, terminó eclipsando su deslumbrante récord como uno de los
corredores más talentosos en la historia del fútbol americano. El juicio tocó
temas como la fama y la riqueza, el amor y el odio, el sistema judicial, los
medios de comunicación, la violencia doméstica y el racismo. Era una tragedia
griega, una telenovela y un espectáculo circense que Estados Unidos no se
cansaba de ver.
En 2011, el traje que Simpson usó cuando fue absuelto
fue donado y exhibido en el Newseum en Washington, un remanente de una de las
noticias estadounidenses más importantes de todos los tiempos.
En el juicio, los fiscales pintaron una imagen de
Simpson como un exmarido celoso y un asesino a sangre fría. Suplicaron a los
miembros del jurado que no se dejaran intimidar por su “equipo de ensueño” de
abogados defensores muy bien pagados, su carisma como actor o su estatus como
estrella del fútbol.
La evidencia encontrada en la escena del crimen
parecía abrumadoramente en contra de Simpson: había huellas ensangrentadas de
su tamaño, al igual que gotas de sangre que parecían coincidir con su ADN y un
guante de estilo idéntico a uno que compró su exesposa asesinada y que él usó
en partidos de fútbol transmitidos por televisión. Otro guante, manchado con su
sangre y la sangre de las dos víctimas, fue encontrado en su casa.
Simpson dijo sólo tres palabras durante el juicio:
“Son demasiado pequeños”. Muchos sintieron que eso era suficiente para defender
su caso.
Los abogados defensores fueron inquebrantables al
profesar la inocencia de Simpson. Fue incriminado, dijeron, señalando al
exdetective de la policía de Los Ángeles Mark Fuhrman, quien negó haber hecho
insultos raciales contra los negros, pero se retractó después de que se
reprodujera una grabación en la corte. Más tarde se declaró culpable de
perjurio.
En su alegato final, Cochran exageró el racismo y
comparó a Fuhrman con Adolf Hitler.
La absolución fue vista por millones de personas en la
televisión y en una pantalla gigante en Times Square de Nueva York. El
presidente Bill Clinton se tomó un receso en sus reuniones para mirar.
Cientos de posesiones valiosas fueron incautadas como
parte de la sentencia, y Simpson se vio obligado a subastar su Trofeo Heisman,
que alcanzó los 230.000 dólares. Nunca pudo pagar los 33,5 millones de dólares,
diciendo que vivía sólo de sus pensiones de la NFL y privadas.
“El dinero no es el problema, nunca lo ha sido”, dijo
el padre de Goldman, Fred Goldman. “Es asegurarse de que un hombre, el hombre
que asesinó a mi hijo y a Nicole, sea responsabilizado por un tribunal de
justicia”.
Una década más tarde, todavía ensombrecido por la
sentencia de homicidio culposo de California, Simpson llevó a cinco hombres que
apenas conocía a una confrontación con dos comerciantes de recuerdos deportivos
en una estrecha habitación de hotel de Las Vegas. Dos hombres que iban con
Simpson llevaban armas. Un jurado condenó a Simpson por robo a mano armada y
otros delitos graves.
Encarcelado a los 61 años, cumplió nueve años en una
remota prisión del norte de Nevada, incluida una temporada como conserje de un
gimnasio. Muchos creían que estaba siendo castigado por crímenes de los que
había sido absuelto, incluidos los Goldman.
Simpson no estaba arrepentido cuando fue puesto en
libertad condicional en octubre de 2017. La junta de libertad condicional lo
escuchó insistir una vez más en que sólo estaba tratando de recuperar recuerdos
y reliquias que le robaron después de su juicio penal.
“Básicamente he pasado una vida libre de conflictos,
ya sabes”, dijo Simpson.
La fascinación del público por Simpson nunca se
desvaneció. En el 2016, fue el tema de una miniserie de FX y un documental de
cinco partes de ESPN.
“No creo que la mayoría de Estados Unidos crea que yo
lo hice”, dijo Simpson al diario The New York Times en 1995, una semana después
de que un jurado determinara que no mató a Brown y Goldman. “He recibido miles
de cartas y telegramas de personas que me apoyan”.
La familia de Goldman, que aún persigue el juicio
multimillonario por homicidio culposo, ganó el control del manuscrito.
Cambiaron el título del libro a “If I Did It: Confessions of the Killer” (Si lo
hubiera hecho: confesiones del asesino).
“Todo es dinero sangriento, y desafortunadamente tuve
que unirme a los chacales”, dijo Simpson a The Associated Press en ese momento.
Recibió 880.000 dólares por adelantado para el libro, pagados a través de un
tercero.
Menos de dos meses después de perder los derechos del
libro, Simpson fue arrestado en Las Vegas.
Simpson jugó 11 temporadas en la NFL, nueve de ellas
con los Bills de Buffalo, donde obtuvo el mote de “The Juice”. Ganó cuatro
títulos de la NFL, acumuló 11.236 yardas en su carrera, anotó 76 touchdowns y
jugó en cinco Pro Bowls. Su mejor temporada fue la de 1973, cuando sumó 2.003
yardas, el primer corredor en romper la marca de las 2.000 yardas terrestres.
“Fui parte de la historia del juego”, dijo años
después. “Si no hubiera hecho nada más en mi vida, habría dejado mi huella”.
Después de graduarse de la escuela secundaria, se
matriculó en el City College de San Francisco durante un año y medio antes de
transferirse a la Universidad del Sur de California para el semestre de
primavera de 1967.
Se casó con su primera esposa, Marguerite Whitley, el
24 de junio de 1967, se mudaron a Los Ángeles al día siguiente para que él
pudiera comenzar a prepararse para su primera temporada con la USC, que, en
gran parte debido a Simpson, ganó el campeonato nacional de ese año.
Tuvo otros dos hijos varones, Jason y Aaren, con su
primera esposa; uno de esos niños, Aaren, se ahogó cuando era pequeño en un
accidente de piscina en 1979, el mismo año en que él y Whitley se divorciaron.
Simpson y Brown se casaron en 1985. Tuvieron dos
hijos, Justin y Sydney, y se divorciaron en 1992. Dos años después, Nicole
Brown Simpson había sido asesinada.
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Linda Deutsch es una corresponsal especial de The
Associated Press retirada. Cubrió todos los casos legales de Simpson en sus 48
años de carrera como reportera judicial en Los Angeles.