Sor
Trinidad Ayala da lectura a la cuarta palabra. Fuente externa
Durante la cuarta palabra "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?" (Mt 27, 46), Sor Trinidad Ayala dijo que los políticos
corruptos solo se enriquecen con los bienes del pueblo y cada cuatro años
venden esperanzas de cambios, que se quedan en promesas.
También que otro de los calvarios que sufre la población día a día es la
indiferencia de las autoridades, ante el deterioro de la salud mental y “ver
como se hacen de la vista gorda y sentencian de manera injusta a nuestros
hermanos a la indigencia, la indiferencia y en ocasiones hasta la muerte”.
La Iglesia Católica exclama con este versículo, la tristeza de un padre
o una madre desempleada y con hijos que no tienen cuñas para conseguir trabajo que
se sienten como Jesús, abandonado en el calvario, viendo como se le pasan los
días acumulando deudas, sin saber en qué terminará su suplicio.
Así como a un sistema excluyente de salud que hace que a los pobres se les
haga imposible costear servicios, medicamentos, la medicina de alto costo y
tratamientos ante enfermedades comunes y terminales.
Otra de las problemáticas enumeradas es el alto costo de la canasta que
hace que los pobres hagan “malabares para salir a flote mes tras mes”.
“Ante la globalización de la indiferencia que nuestro papa Francisco nos
denuncia como el peor mal de la humanidad hoy en día: donde nosotros mismos nos
hemos convertido en mirones en el calvario los cuales nos da lo mismo los
sufrimientos de nuestros hermanos más cercanos. • «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por
qué me has abandonado?”, expresó la Coordinadora de la Pastoral de la Salud de
la Arquidiócesis de Santo Domingo.
Asimismo, mencionó los atracos y ola de delincuencia.
“¿A cuántos de los aquí presentes o nos siguen mediante los medios de
comunicación, no lo han atracado, o a cuántos que conocemos? ¡Dios mío, Dios
mío!, ¿por qué me has abandonado?”, indicó.
El maltrato contra la mujer de hombres abusivos, infieles y que derrochan el poco dinero que tienen en borracheras y “luego la golpea inmisericordemente delante de sus hijos, los cuales ante el ejemplo en el hogar se convierten en delincuentes que castigan a las personas que día a día salen a ganarse el pan honradamente”. Por Carolina Pichardo, Listín Diario