Escena de La sociedad de la nieveFUENTE EXTERNA
La adaptación
cinematográfica de "La sociedad de la nieve" de Juan
Antonio Bayona ha arrasado en los premios Goya del cine español,
consiguiendo 12 premios, está ahora nominada a los Óscar.
Desde el primer día de su estreno el pasado 14 de diciembre en cines y el 4 de
enero en Netflix ha sido la película más vista en español.
La película ‘La Sociedad de la Nieve’ cuenta la
historia del accidente del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en la
cordillera de los Andes el 13 de octubre de 1972. Aquel vuelo trasladaba de
Montevideo a Santiago de Chile al equipo uruguayo de rugby Old Christians Club.
No llegaron a su destino. Un fallo del
piloto que había iniciado el descenso de la aeronave antes de tiempo
desencadenó la tragedia. De las 45 personas que iban a bordo (40 pasajeros y 5 tripulación) sobrevivieron al
brutal impacto 29.
Los supervivientes -al
final solo se salvaron 16- sufrieron penurias extremas, frío, congelación, sed
pero sobretodo, hambre, una inanición tal por la que tuvieron que decidirse a
utilizar -venciendo el natural horror que ello suponía-, los cuerpos de los fallecidos.
La película cuenta la historia de los supervivientes a través de los ojos de
los que no volvieron, todo un homenaje a los que no se salvaron ya que ellos
son los verdaderos héroes, los que lo dieron todo incluso su propia carne con
los que pudieron alimentarse los supervivivientes.
Gracias a su juventud,
entre los 18 y 23 años, a que eran deportistas, y a la proximidad del verano
austral,dos muchachos Nando Parrado, de 20 años y Roberto Canessa, de 19,
partieron el 12 de diciembre escalaron sin equipo alguno un pico andino de más
de 4600 m de altitud y descendieron por un valle ya en la frontera con Chile,
donde se encontraron con el arriero, Sergio Catalán, quien posibilitó el
rescate el 21 de diciembre, tras haber recorrido unos 60 km de montaña.
Esta historia de
supervivencia la conocíamos, contada y recontada …Pero esta exploración humana,
sensitiva y emocional que hace Bayona no estaba contada. Hacer la película
basada en la historia contada 35 años después de la catástrofe por los mismos
protagonistas es muy valioso y también más creíble pasado todo ese tiempo, al
menos, con respecto a las que se hizo poco después del accidente. El director
español demuestra su obsesión por contar la historia completa, incluida la
historia de los fallecidos, a través de sus familias para los que nunca había
sido bien contada.
"HAY QUE VOLVER AL PASADO, SABIENDO QUE EL PASADO ES LO QUE MÁS
CAMBIA"
Con esta premisa, J.A
Bayona envió al autor de 'La sociedad de la nieve' Pablo Vierci una carta en
2011: “La sociedad de la nieve es uno de los relatos más impresionantes,
inspiradores y reveladores que he leído nunca. Ha pasado el tiempo y el
recuerdo de vuestra narración nos sigue conmoviendo.
Y no puedo dejar de pensar
que al cerrar el libro tuve la sensación de que no conocía realmente la
historia que creía conocer, que aquello que había leído o visto anteriormente
no era más que la punta del iceberg de lo que realmente sucedió allí y que su
viaje debería ser contado en la gran pantalla con la misma intensidad con la
que yo devoraba las páginas"."
Tras quedar deslumbrado por
el libro de Vierci en 2009 tomó la determinación de rodar la película. Le
impactó tanto -cuenta Bayona- que incluso lo utilizó durante el rodaje de Lo
imposible, leyéndoles a los actores, fragmentos del libro.
UNA PELÍCULA QUE NOS RECONCILIA CON LA CONDICIÓN HUMANA
Es la lucha por la vida, la
película te mete en el fuselaje, en la desesperanza, y en la esperanza de
aquellos muchachos solos en medio del cosmos, que resistieron aquella avalancha
que mató a parte de los que se habían salvado del accidente. Se palpa aquel
infierno que debieron de vivir durmiendo entre los cuerpos inertes de sus
compañeros muertos, pero también la lucha por sobrevivir y la satisfacción de
los que al final se salvaron.
Y es que Pablo Vierci dos veces premio Nacional de
Literatura de Uruguay además de relatar el accidente va más allá. Se centra en
los sentimientos de los supervivientes pero también de los que no se salvaron,
del miedo aterrador que pasaron, la desesperación de ver morir a los
compañeros, de pensar, quién sería el siguiente, la impotencia de sentir que
todos van a morir, allí olvidados, “enterrados” en las entrañas de la nada.
Numa, el joven narrador
de la historia en la película que no se salva, fue uno de los que más problemas
tuvo a la hora para nutrirse de los cuerpos y, sin embargo, acaba haciéndolo.
"Realmente, hay que
haberlo vivido para entender que uno es capaz de hacer eso y más para
sobrevivir. Es una cuestión de vivir o morir y ante eso solo queda una
opción", asegura Roberto Canessa.
“Lo impresionante de la
historia es que la gente piensa que lo más terrible fue tener que comerse los
cuerpos. Hay dos maneras de ver: la de los de afuera, y la de los que éramos la
Sociedad de la Nieve. El juicio no puede venir desde fuera, es algo que tiene
que venir desde dentro. Cuando se moría alguien, te daba lástima por él, pero
también te daba lástima por ti, porque eras el próximo de la lista de espera.
Tuvimos que hacer toda esta metamorfosis. “Sentimos la pobreza más profunda que
puede tener un ser humano”, reflexiona Canessa.
Así surge el compañerismo,
la fraternidad, la compasión, la entrega hasta de tu propio cuerpo para que
sirva a que otro continúe. Ejemplo extremo de generosidad está documentado en
una carta de Coco Nicolich, uno de los chicos que murió en la avalancha:
“Aunque te parezca mentira, empezamos a usar los cuerpos…… Si llegara el
momento de que yo muriera, gustoso lo haría”. Era un antecedente de la donación
de órganos.
"NUNCA FUIMOS MEJOR QUE EN LA MONTAÑA"
Los códigos de la sociedad
valen hasta cierto punto pero en esas circunstancias hay que crear unos nuevos
porque las leyes que rigen abajo, en el llano, no son las que rigen en la
montaña.
Fueron 16 fórmulas de
superviviencia. Cada uno tuvo su manera. Todos han escrito libros y dado
conferencias, sobre todo Nando Parrado el más mediático pero todos coinciden en
afirmar: “Nunca fuimos mejor que en la montaña”.
Otro superviviente, Pedro
Algorta se refugió en su individualismo, vivió bajito, intentaba no gastar
energía para sobrevivir. También escribió su propio libro (Las montañas siguen
ahí). Para él Dios fue el motor que les ayudó a permanecer unidos y fuertes en
las montañas. "Dios estaba con nosotros, en nuestras fuerzas de vivir, en
la fuerza que dio a Canessa y Parrado para que salieran a caminar", dice
en su libro. "Dios se presentaba en la comunidad, en el silencio, en el
prójimo".
" Todo está en armonía
allí, menos nosotros "
Lo que mas se oye en la
montaña es a tí mismo, tu respiración y tus pasos, todo está en armonía allí,
menos nosotros. Esa sensación te lleva a sentirte solo en el cosmos y estar
solo te induce a crear una sociedad nueva.
Desde aquel sentimiento de
profunda soledad, Nando Parrado reconoce que su gasolina fue el miedo: "Yo
me movía por miedo, miedo a quedarme aquí, a no volver"... En su libro 'El
milagro de los Andes' (2006), cuenta que él no tendría que estar vivo pero
sucedieron una serie de pequeños milagros. Milagro a sobrevivir además de al
duro golpe que recibió en la cabeza, por el que estuvo tres días medio muerto,
sobrellevar la muerte de su madre y de su hermana.
Pero como él siempre
subraya: En esos momentos tan extremos: "el instinto de supervivencia te
protege, el celebro se centra en el aquí y ahora en todo lo que tiene que ver
con la supervivencia, si no, te mueres".
Como dice Canessa :
"no hay que parar, hay que seguir caminando; el ser humano tiene la
capacidad de transformarse en sociedad, y el que no se adapta no
sobrevive".
“El éxito o el fracaso no
era la meta. Mi misión -dice- era intentarlo, esto me dio fuerzas…Iba a llegar
hasta donde pudiera y hasta donde Dios me acompañara”. Es una sensación que
aplico en mi vida y que me va muy bien. Cuando voy a operar a un paciente, y es
muy difícil la intervención, siempre camino hasta donde puedo"
"NO SE PUEDE HASTA QUE SE PUEDE".
Roberto Canessa, médico
cardiólogo, era en octubre de 1972 un joven jugador de rubby de 19 años y
estudiante de medicina coprotagonizó junto a su compañero Nando Parrado la
caminata final, la larga travesía por la cordillera andina de más de 4.600 m de
altitud que vertebra el continente americano, un trayecto de más de 60
kilómetros sin equipo ni ropa adecuada, durmiendo al raso, sin ningún
conocimiento de montaña.
Cuando a Canessa se le
pregunta en las muchas entrevistas por lo que aprendió tras aquella impresionante
gesta, él siempre enfatiza que “El dolor, las emociones, la pasión, te lleva a
llorar..., pero a no parar si tienes una razón para vivir”.
Pero -completa- esa misma
razón también debe servirnos para frenarnos. Recordemos el caso de su
compañero, Numa Turcatti, salió enseguida y mal herido en su ansias por ayudar,
sin pensar y se inmoló. Numa tenía el coraje de un toro, pero le faltó quererse
más. Como dijo otro superviviente, Coche Iciarte, “yo me salvé porque fui más
tacaño. Numa lo dió todo”.