Militares patrullan a las afueras de un mercado abierto, en Portoviejo, Ecuador, el jueves 11 de enero de 2024. El presidente Daniel Noboa decretó el lunes un estado de excepción nacional que suspende derechos ciudadanos y permite movilizar al Ejército en tareas de seguridad, ante la última secuencia de ataques violentos en el país. (AP Foto/Ariel Ochoa)
(Ariel Ochoa / Associated Press)
CIUDAD DE
MÉXICO —
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Los
dos principales cárteles del narcotráfico de México llevan desde hace tiempo su
letal rivalidad allá donde van a medida que se expanden a mercados lejanos,
desde Asia a Australia y África, pero nunca antes con la intensidad de la
violencia callejera y una declaración presidencial de estado de “conflicto
armado interno” como las ocurridas esta semana en Ecuador.
Pistoleros de una banda
ecuatoriana que se cree que es afín al cártel Jalisco Nueva Generación
irrumpieron en una televisora durante una emisión en vivo y mostraron
explosivos. Por su parte, un grupo rival que estaría respaldado por el cártel
de Sinaloa hizo un llamado a la paz en un comunicado emitido aparentemente
desde la Ciudad de México.
¿Pero por qué están los
cárteles mexicanos en Ecuador? Por la ubicación. Y por las bananas.
Ecuador es atractivo como punto de partida de la droga
por su ubicación entre los dos principales productores de cocaína: Colombia y
Perú. Ecuador se ha visto azotado por la pobreza, por la pandemia del COVID-19,
por la debilidad de sus fuerzas de seguridad y por la corrupción, pero también
tiene un importante, y legítimo, comercio exterior.
Los buques parten desde allí a Estados Unidos y Europa
con enormes contenedores de bananas — fruta de la que el país es el mayor
exportador mundial — a bordo, y esos son buenos escondites para la cocaína.
“Hay una confluencia de factores y, sí, están las
bananas, una enorme cantidad de contenedores y establecimientos y tapaderas
para el contrabando por todo el mundo, en Europa, desde Europa a Turquía y a
otras partes del mundo”, dijo Vanda Felbab-Brown, investigadora principal del
Centro Strobe Talbott para Seguridad, Estrategia y Tecnología del Instituto
Brookings.
Según un reporte de 2023 de la Oficina contra la Droga
y el Delito de Naciones Unidas, “la proporción de cocaína reportada a la
Oficina Regional de Inteligencia de Europa Occidental con Ecuador identificado
como punto de partida subió del 14% en 2018 al 29% en 2020 y al 28% en 2021”.
Gran parte de la cocaína estaba vinculada a los
cárteles mexicanos, que se trasladaron a países productores como Colombia luego
de los acuerdos de paz firmados allí en 2016 con los rebeldes izquierdistas.
Los campos de hoja de coca colombianos se han acercado cada vez más a la
frontera con Ecuador debido a la fragmentación de los grupos criminales tras la
desmovilización de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia ese mismo
año.
Algo parecido puede verse en Ecuador, pero a un ritmo
sorprendentemente rápido. La tasa de homicidios en el país se disparó desde
alrededor de seis por cada 100.000 habitantes en 2016 — comparable a la de
Estados Unidos — a unos 40 por cada 100.000 el año pasado.
El modelo de negocio de los cárteles mexicanos en el
extranjero es prácticamente una copia del local: asegurar el control de una
zona reclutando a bandas locales con ofertas de armas y dinero en efectivo.
Después, luchar sin piedad contra el cártel rival por el control del
territorio.
“Así ha sucedido en Ecuador”, añadió.
El problema empeoró cuando los cárteles mexicanos
dejaron de pagar a las bandas locales en efectivo y comenzaron a hacerlo en
drogas, señaló Fernando Carrión, profesor de Ciencias Políticas en la Facultad
Latinoamericana de Ciencias Sociales en Ecuador.
Los grupos locales “tienen que vender esas drogas en
los mercados locales, y eso les obliga a organizarse, incrementa el consumo
local (de droga) y el lavado y, por este motivo, aumenta también la violencia”,
agregó Carrión, apuntando que las luchas territoriales por la venta callejera
elevan las tasas de homicidios.
“Se conectan con otras organizaciones en un esquema de
tercerización”, afirmó agregando que Sinaloa está conectado con los ‘Choneros’,
una de las bandas más antiguas del país.
Jalisco Nueva Generación, por su parte, lo está con
los Lobos que, como ellos, es un grupo de reciente creación, añadió. Jalisco
también parece trabajar con los Tiguerones, la banda que asaltó la televisora
esta semana. “En este esquema de subcontratación, estos grupos (locales)
realizan ciertas tareas”, dijo Carrión, como la vigilancia o el transporte de
cargamentos de cocaína por tierra hasta los puertos.
El candidato a la presidencia Fernando Villavicencio
fue asesinado en agosto a menos de dos semanas de las elecciones. Había
reportado amenazas de Choneros. Un par de meses después, seis sospechosos de su
muerte, todos ellos colombianos, murieron en prisión.
El domingo pasado, el líder de los Choneros, Adolfo
Macías, desapareció del penal donde estaba retenido. Desde su aparente fuga,
las bandas han secuestrado a agentes de policía y los reos han tomado como
rehenes a al menos 178 funcionarios de prisiones.
Ecuador no está solo. Naciones tan lejanas como Nueva
Zelanda y Australia han experimentado un repunte en la violencia tras la
llegada de los cárteles mexicanos.
De acuerdo con un reporte de 2016 del Centro de
Estudios Estratégicos y Defensa de Australia, elaborado por la doctora Anthea
McCarthy-Jones, en el país, “la aparición de los cárteles del narcotráfico
mexicanos en los mercados locales presenta desafíos no solo delictivos sino
también estratégicos”.
Felbab-Brown apuntó además que la violencia incitada
por los cárteles mexicanos amenaza a naciones que antes se consideraban
pacíficas. El propio Ecuador se había presentado en los últimos años como un
refugio seguro para jubilados estadounidenses.
“Las agresiones y la guerra bipolar, y la voracidad de
los cárteles mexicanos están teniendo efectos desastrosos en toda América. Hace
estallar mercados que durante muchos años se consideraron refugios seguros,
islas de estabilidad y paz, como Costa Rica o Chile”, agregó.