Una mujer lee un libro escrito en braille en el Centro de Transcripción y de Edición Braille (CTEB), la principal imprenta, editorial y librería en braille de Francia, en Toulouse, el 3 de enero de 2023.
Por
Caroline Renaux RFI
Abandonado en gran medida
en favor de las soluciones digitales, el braille es cada vez menos utilizado
por los discapacitados visuales
Hasta los 40 años, Frédéric
veía perfectamente. Desde 2010, a consecuencia de una infección de origen
desconocido, un espeso velo oscurece permanentemente su vida cotidiana. Ciego,
utiliza la tecnología digital en lugar del braille para compensar su
deficiencia visual. "Cuando perdí la vista, aprendí el braille, pero fue
como volver a la escuela. Es una nueva reeducación en la que no es fácil
asimilarlo todo, y es más fácil utilizar las nuevas tecnologías", recuerda
este hombre de 52 años.
Según cifras publicadas por
la Federación de Ciegos de Francia, de los 253 millones de discapacitados
visuales que hay en el mundo, de los cuales 36 millones son ciegos, sólo seis
millones utilizan el braille. Como Frédéric, muchos discapacitados visuales han
abandonado este sistema de escritura y lectura, que utiliza una combinación de
seis puntos en relieve para descifrar las letras acariciándolas con el dedo
índice.
ENTRE 1.000 Y 2.000 EUROS PARA ADAPTAR UN LIBRO EN BRAILLE
Programas de vocalización,
audiolibros, aplicaciones de dictado... Proliferan las tecnologías
"parlantes", que permiten a los discapacitados visuales obtener
información y comunicarse con total independencia, a menudo en detrimento del
braille. "La comunicación oral se considera una alternativa a la lectura y
la escritura", explica Bruno Gendron, presidente de la Federación de
Ciegos y Ambliopes de Francia.
La razón es que, a pesar de sus dos siglos de
existencia, el braille sigue siendo un sistema de escritura poco accesible.
"Se calcula que entre el 7 y el 10% de las novedades literarias están en
formatos adaptados al braille", señala Pierre Marragou, presidente de la
asociación Acompañar, Promover, Integrar a los Deficientes Visuales (apiDV),
que produce y transcribe braille a la carta. Esta rareza se debe principalmente
al coste excesivamente elevado de la producción de libros táctiles. "Por
ejemplo, transcribir un libro que requiera reproducir ilustraciones, como uno
de matemáticas o de ciencias y vida de la Tierra, cuesta entre 1.000 y 2.000
euros", señala.
Transcribir libros a la
escritura braille, en formato impreso, también supone una multitud de
voluminosos volúmenes difíciles de transportar. "Es mucho más difícil de
mover que un libro tradicional. Siempre ponemos el ejemplo del primer volumen
de Harry Potter: aunque es el más sencillo y corto de toda la serie, representa
unos 10 volúmenes en braille", señala Pierre Marragou.
Aunque el braille
digital, más compacto, contribuye a favorecer el acceso a los textos
literarios, su coste sigue siendo un obstáculo. "Los visualizadores
digitales de braille, que son pequeños terminales que permiten leer braille en
una pantalla, cuestan entre 6.000 y 10.000 euros según el modelo. ¡Es mucho
dinero para un lector electrónico! ", exclama.
ESCASEZ DE PROFESORES
Como consecuencia, muchos
ciegos están perdiendo interés por el braille, que es más caro y engorroso que
las herramientas de reconocimiento de voz. Este declive, que Pierre Marragou
considera una "amenaza real", suscita las críticas de las
asociaciones de apoyo a los ciegos y discapacitados visuales. "Es absurdo:
para los videntes, no hay oposición entre el uso de la tecnología digital y el
de la escritura y la lectura", comenta Bruno Gendron.
En apiDV, la preocupación
se centra incluso en una posible desinversión por parte del Gobierno francés.
Como resume Pierre Marragou, "el riesgo es que, como la tecnología digital
cuesta menos, los poderes públicos digan que ya no necesitan formar a nuevos
profesores de braille", y ya apunta a la creciente escasez de profesores y
al hecho de que los alumnos ciegos no reciban una formación sistemática en
braille.
"No hay suficientes
profesionales para cubrir las necesidades y, en algunas zonas, se está haciendo
prácticamente imposible aprender el braille, salvo con la ayuda de voluntarios
que no siempre están bien formados", confirma Bruno Gendron.
ÉXITO ACADÉMICO
En este Día Mundial del
Braille, las asociaciones dan la voz de alarma sobre la desaparición de esta
forma de escritura. El presidente de la Federación de Ciegos y Ambliopes de
Francia denuncia un "círculo vicioso" que podría conducir a la larga
a la "pérdida de algunas competencias de las personas con discapacidad
visual" y al "analfabetismo". "Es un problema real, porque
no se le ocurriría a una persona vidente decir que cada vez aprende menos a
leer y escribir. Es decir, nadie diría eso", lamenta.
Para las dos asociaciones
miembros del colectivo "Braille is back", este sistema de escritura
es algo más que una herramienta de comunicación o emancipación. Va de la mano
del éxito académico. "Permite acceder a la ortografía, facilita el
aprendizaje de una lengua extranjera y del francés, así como la oratoria",
afirma Pierre Marragou, él mismo "braillista". "¿Cómo se puede
pretender que un ciego se forme y tenga un empleo si no sabe leer en
braille?", prosigue Bruno Gendron.
Los resultados del estudio
Homère, primera encuesta realizada en Francia sobre las condiciones de vida y
las necesidades de los discapacitados visuales, revelan que el 35% de los
ciegos que dominan el braille tienen un nivel de estudios inferior al
bachillerato, frente a un 51% para los no braillehablantes. En cuanto a los
diplomas después del bachillerato (licenciatura y máster), los alumnos braillistas
son dos veces más numerosos. Por último, el 80% elige su formación en función
de sus intereses personales, frente a un 58% para los no braillehablantes.
Para preservar el braille, las asociaciones luchan por
su inscripción en la lista del patrimonio cultural inmaterial de la UNESCO.
Aunque la Federación de Ciegos y Ambliopes de Francia tiene intención de volver
a plantear la cuestión cuando se reúna en enero con Fadila Khattabi, la
ministra francesa encargada de las Personas Discapacitadas, el tema está
pendiente desde hace varios años. "Si abandonamos el braille, puede que
ahorremos dinero, pero a largo plazo probablemente lo pagaremos haciendo que
los ciegos estudien menos y trabajen menos", concluye el presidente de
apiDV.