Niños libaneses celebran una fiesta de Navidad en la escuela Saint-Joseph des Saints-Coeurs de Ain Ebel, un pueblo cristiano libanés fronterizo con Israel, el sábado 23 de diciembre de 2023, en el sur del Líbano. (AP Foto/Mohammed Zaatari)
(Mohammad Zaatari / Associated Press)
AIN EBEL, Líbano (AP) — Los cristianos de los pueblos fronterizos del sur de Líbano se preparan para celebrar una Navidad apagada bajo la sombra de la guerra en Gaza y sus repercusiones en territorio libanés.
Mientras en Beirut los
restaurantes estaban abarrotados y cientos de personas acudían a los mercados
navideños en los días previos a la festividad, en los pueblos fronterizos las
casas estaban vacías y los negocios cerrados. Los residentes han huido para
alojarse con familiares o en apartamentos alquilados en Beirut u otras zonas
más alejadas del conflicto.
Desde el estallido de la
guerra entre Israel y Hamás el 7 de octubre, el grupo miliciano libanés
Hezbollah y las fuerzas israelíes han protagonizado enfrentamientos casi a
diario en la frontera en los que han muerto unas 150 personas del lado libanés,
la mayoría combatientes de Hezbollah y grupos aliados, pero también al menos 17
civiles, según un recuento de The Associated Press.
Unas 72.437 personas en Líbano están desplazadas,
según la Organización Internacional para las Migraciones.
En el pueblo de mayoría cristiana de Ain Ebel, fuerzas
de paz de la ONU repartieron el sábado juguetes en una escuela privada a unos
250 niños cuyas familias han permanecido allí y en las localidades cercanas de
Rmeish y Debel.
La escuela Saint-Joseph des Saints-Cœurs, al igual que
la mayoría de las de la zona, ha sido cerrada en medio de los combates, en los
que han muerto tres de sus alumnas.
“Hemos vivido la guerra en todos los sentidos de la
palabra”, dijo la hermana Maya Beaino, directora de la escuela. “Tres cuartas
partes del pueblo han huido. La gente que se quedó está sumida en la tristeza y
nadie ha puesto adornos en su casa, ni siquiera un árbol”.
De todas maneras, Beaino dijo que espera que la
pequeña celebración del día sagrado ayude a mantener el ánimo de la gente.
Charbel Louka, de 12 años, acudió a la distribución de
juguetes con su familia, que ha permanecido en la cercana aldea de Debel. Al
principio, Louka dijo que le asustaban los sonidos de los bombardeos, “pero
después de un tiempo nos acostumbramos”.
El periodista de The Associated Press Ramiz Dallah en
Rashaya al-Fukhar contribuyó a este despacho. Sewell informó desde Beirut.