Palestinos heridos durante bombardeos israelíes
llegan al hospital Nasser de Khan Yunis, en el sur de la Franja de Gaza, el 4
de diciembre de 2023MAHMUD HAMS/AFP
ana baba efeRafah, Gaza
En menos de dos meses,
Ashraf y su familia se han quedado sin casa tres veces.
Con los bombardeos y tanques militares de Israel
siempre pisándoles los talones, han tenido que peregrinar de un punto a otro
desde el norte de la Franja de Gaza hasta el extremo sur, donde han quedado
acorralados cientos de miles de gazatíes en condiciones paupérrimas.
Con su mujer y diez hijos
a cuestas, Ashraf al Nahal tuvo que abandonar su hogar en el campo de
refugiados de Al Shati, en el norte de la Franja, para albergarse en la ciudad
de Gaza, el corazón del enclave palestino.
Cuando esa urbe quedó reducida a escombros y cenizas,
rodeada por las fuerzas terrestres de Israel, huyó a hacia la mitad sur del
enclave, a Jan Yunis, tal y como lo ordenaban los millones de octavillas que
lanzó desde el aire el Ejército.
Pero ahora, con una
ofensiva cada vez más extensa, el mismo Ejército califica esa región como
"peligrosa zona de combate" y ordenó su evacuación ante la miríada de
bombardeos que lanza y la inminente llegada de sus tropas terrestres.
Destartaladas camionetas
pick up salen de ahí abarrotadas de personas, en medio de una zona de desastre:
edificios derrumbados y todavía humeantes de los bombardeos, heridos que nadie
atiende, autos calcinados, objetos personales desperdigados, y todo cubierto
por una espesa capa de cenizas que se hizo lodo con las lluvias.
El área de Jan Yunis que el
Ejército pidió evacuar corresponde a más del 20 % del territorio gazatí, y
albergaba a unos 469,000 habitantes además de miles de desplazados, según OCHA,
la agencia humanitaria de la ONU.
"HEMOS EMPEZADO A DESEAR LA MUERTE"
Acorralados cada vez más
hacia el sur, a las familias desplazadas les queda una sola opción: volver a
desplazarse, esta vez a Rafah, una ciudad junto a la frontera con Egipto que
tampoco está libre de fuego. Anoche, fue bombardeada y hubo decenas de muertos.
Ahí, viven hacinados
cientos de miles de desplazados, muchos a la intemperie en pleno invierno, en
medio del brote de epidemias, el colapso de los hospitales y la escasez de
agua, alimento, medicinas, electricidad y combustible.
Ashraf logró llegar a Rafah, pero con los bolsillos ya
vacíos.
Esculca entre la basura y
escombros esperando encontrar algo que sirva para erigir -otra vez- un refugio:
palos de madera a falta de vigas, rocas grandes en vez de cimientos, un pedazo
de plástico que será el techo, cobijas o tapetes empolvados para el piso.
Además, tiene que
encontrar agua y pan para sus niños, al menos para este día.
"Mi familia y yo hemos
empezado a desear la muerte... al menos estaríamos en paz. Para qué seguir
vivos si de todas formas solo viviremos para que los israelíes nos quieran
muertos. Si ya estuviéramos muertos, al menos estaríamos libres de toda esta
miseria y este dolor", dijo a EFE.
El portavoz del Ejército
israelí, Daniel Hagari, dijo anoche que sus fuerzas "continúan ampliando
sus operaciones terrestres", y que bombardean para "reducir las
amenazas" para sus soldados.
Por su parte, el Ministerio
de Salud en Gaza aseguró que "la ocupación amplió el alcance de sus
ataques contra civiles, no dejó ni un centímetro de Gaza sin bombardeos, y
afirma falsamente la existencia de zonas seguras".
NUEVO DESPLAZAMIENTO
En Rafah, decenas de carpas
empiezan a brotar sobre una explanada arenosa.
Un niño ayuda a su padre
cortando madera con un serrucho, una bebé duerme a la intemperie en una
colchoneta sobre el piso, un adolescente permanece inmóvil frente a la escena,
con la mirada perdida.
"Los judíos dijeron
que Jan Yunis y Hamad eran peligrosas, por eso vinimos a Rafah. Ojalá sea
segura, que sean honestos esta vez, porque estoy intentando instalar una
carpa", dice a EFE Ibrahim Abdulá, un anciano de 72 años, mientras cava en
la arena sin más herramienta que sus manos.
Una mujer de apellido
Salama, quien no quiso revelar su identidad, cuenta que los últimos días en Jan
Yunis fueron insoportables.
"Bombardeos,
ataques... yo tengo una enfermedad cardíaca, tuve dos ataques del corazón, los
judíos mandaron mensajes a los móviles para que saliéramos de casa, si no, será
nuestra responsabilidad. Ya no estoy joven para andar en estas marchas, tengo
75 años, necesitamos un refugio", dice.
La guerra estalló el 7 de
octubre tras un ataque de Hamás que dejó más de 1.200 muertos en Israel.
Desde entonces, las fuerzas
aéreas, navales y terrestres israelíes han atacado la Franja sin cesar -excepto
durante una tregua de siete días- dejando más de 15,520 muertos, 41,316
heridos, más de 7,000 desaparecidos, y 1,8 millones de desplazados, el 80 % de
la población total.
"La ocupación israelí
quiere poner fin a la presencia palestina en la Franja de Gaza, ya sea mediante
matanzas o desplazamientos forzados", indicó Ashraf al Qudr, portavoz del
Ministerio de Salud.
"Las personas
desplazadas en centros de acogida están expuestas a un desastre humanitario y
de salud sin precedentes, que se cobrará la vida de miles de ellas por la
propagación generalizada de enfermedades respiratorias, cutáneas y otras
infecciones", advirtió.