Novak Djokovic carga el trofeo de campeón de la Copa de Maestros de la ATP tras derrotar a Jannik Sinner en la final, el domingo 19 de noviembre de 2023, en Turín. (AP Foto/Antonio Calanni)(Antonio Calanni / Associated Press)
ASSOCIATED PRESS
NUEVA YORK — Al culminar otra alucinante temporada, cargada con otros tres títulos de Grand Slam, otro campeonato de la Copa de Maestros de la ATP y una pila de récords, Novak Djokovic se expresó con absoluta sinceridad al hablar del aura indomable que proyecta cada vez que salta a una pista de tenis.
Y apuntó directamente a la
más reciente camada — los Carlos Alcaraz, Jannick Sinner y Holger Rune —
llamada a ser el trío de vanguardia que eventualmente relevará a un Djokovic
con 36 años de edad.
Quiso transmitirles que hay
Djokovic para rato.
“La verdad es que quiero
que sientan ese tipo de presión. Cuando jueguen contra mí, quiero que sepan que
tendrán que jugar su mejor tenis para ganarme”, dijo Djokovic, el primer
jugador en ambas ramas que logró exceder las 400 semanas como número uno del
mundo. “Eso es lo que quiero que mis rivales sientan porque me ayuda
mentalmente. Cuanto más gano en los grandes escenarios, esta aura crece mucho
más. No te gana el partido, pero te da cierta ventaja.
“Rune, Alcaraz y Sinner son los próximos tres grandes
en este deporte”, añadió el serbio. “Yo voy a seguir todo el tiempo que pueda,
todo el tiempo que sea capaz de ganarles en un gran escenario. Cuando empiecen
a apalearme, ahí consideraré un pequeño descanso o quizá uno permanente del
tenis profesional”.
Si existía alguna duda sobre Djokovic y su legado como
el mejor tenista de la historia, el transcurso de 2023 acabó de despejarla.
Fue un año en el que transitó de ser una figura
conflictiva — el que fue deportado previo al Abierto de Australia de 2022 por
no vacunarse contra el COVID-19 y perderse el Abierto de Estados Unidos por no
cumplir con los requisitos de inoculación del país anfitrión — a ser el gran
estadista y paladín del tenis, cargando con la causa de subsanar la precariedad
económica de sus colegas que no raspan los 100 mejores del ranking.
La campaña en sí fue colosal por el cúmulo de logros.
Al volver a Australia en enero de este año, Djokovic empató el récord de Rafael
Nadal al obtener su 22do título de Grand Slam y de paso ampliar a 10 su propia
marca de coronas en Melbourne. Acabó dejando atrás a Nadal al llevarse el 23ro
(en Roland Garros) y el 24to (en el US Open).
También amplió a 40 su récord de títulos en torneos de
la serie Masters 100, sumó su octavo año distinto cerrando como número del
mundo y se convirtió en el primer jugador en ganar cada cita de Grand Slam en
al menos tres ocasiones (estaba empatado con Roy Emerson, Rod Laver y Nadal con
al menos dos consagraciones en cada uno de los cuatro grandes).
En la campaña que se avecina, se prevé que tumbe un
rosario de récords de longevidad. Atención al US Open, cuando podría romper el
récord de Ken Rosewall como el jugador de mayor edad en ganar un major (37 años
y 62 días). Y tendrá como gran objetivo el oro olímpico en los Juegos de París
— se escenificarán en la arcilla roja de Roland Garros — el único gran título
que se le resiste.
Tantos títulos, tantos récord. Pero tal vez lo mejor
de Djokovic fue su reacción tras sufrir su única derrota en un Slam esta
temporada, en una épica final de cinco sets ante Alcaraz en Wimbledon.
El propio Alcaraz lo resumió al finalizar su año: “Es
algo que sólo una leyenda podría hacer. Es increíble lo que está logrando,
todos los récords, venciendo en cada torneo al que va. Es loco”.
Game. Set. Match.