El recién juramentado presidente Daniel Noboa saluda desde un balcón del palacio presidencial de Carondelet en Quito, Ecuador, el jueves 23 de noviembre de 2023.
AGENCIA APQuito, Ecuador
Daniel Noboa recibió ayer
jueves la banda presidencial en la Asamblea de Ecuador y asumió el poder para
un período de 18 meses en medio de una situación de crisis económica e
inseguridad.
En su discurso de posesión el flamante mandatario
reconoció que le espera “una tarea dura y difícil y los días son pocos” y
precisó que cree el primer objetivo es "reducir la violencia y volver del
progreso una costumbre”.
Para ello, dijo en un
discurso de poco más de siete minutos, es necesario actuar con audacia sin repetir
las mismas políticas del pasado y propuso que para hacer frente a la violencia
criminal “hay que atacar a la desocupación. El país necesita empleo y para
generarlo enviaremos reformas urgentes a la Asamblea”.
Destacó que está dispuesto a romper el ciclo de
revanchas políticas y se definió como un hombre “libre de prejuicios”. Muestra
de ello, aseveró, es que ha conformado un gabinete con amplia participación de
mujeres y jóvenes.
El presidente de la
Asamblea, Henry Kronfle, le impuso la banda presidencial y le tomó el juramento
de rigor a Noboa, de 35 años, quien tendrá que gobernar hasta mayo de 2025 para
completar el mandato de su predecesor Guillermo Lasso.
Cuando la ceremonia
estaba en proceso arribó a la Asamblea el presidente de Colombia, Gustavo
Petro, el único mandatario que estuvo presente, y se unió a los vicepresidentes
de Brasil y de Honduras, entre otros invitados internacionales de menor
jerarquía.
Verónica Abad, una política y empresaria de 46 años,
también fue investida como vicepresidenta. Su figura ha generado polémica por
su pensamiento liberal de derecha.
Tras su posesión, Noboa
se dirigió al Palacio de Gobierno en medio de una fuerte custodia militar y
policial. Llegó acompañado de su esposa Lavinia Valbonesi, con un evidente
embarazo en curso, y su pequeño hijo Álvaro de dos años. Noboa tiene otra hija,
Luisa, de cuatro años.
En la residencia de
gobierno, en pleno casco colonial de la capital ecuatoriana, Noboa ofreció un
almuerzo a unos 600 invitados.
Al final de la tarde, Noboa nombró a 21 de los 30
ministros y secretarios de Estado, en un acto en el que les dijo que “ya son y
serán parte de la historia ecuatoriana, que empieza con un grado de terror,
pasará por drama y de ahí será de esperanza, felicidad y progreso”.
Además, Noboa y su
homólogo colombiano mantuvieron una primera reunión bilateral en el palacio
presidencial en la que Petro ratificó su compromiso de aportar energía frente a
la crisis que atraviesa Ecuador. Aseguró que las buenas relaciones dentro de
Latinoamérica deben ser mantenidas “independientemente de ideologías o posturas
políticas”.
Hablaron sobre la sequía
como efecto del cambio climático y la ampliación de la “frontera comercial”
común, comentó Petro a periodistas.
Noboa ganó las elecciones
anticipadas convocadas luego de que en mayo Lasso acortó su propio mandato tras
disolver a la Asamblea en medio de una pugna de poderes y un juicio legislativo
que buscaba su destitución.
En 18 meses, el nuevo
mandatario tendrá que enfrentar dos grandes desafíos: el auge de la violencia
que azota al país, que lleva dos años seguidos duplicando sus propios récords
de crímenes y que el gobierno atribuye a las peleas de bandas del narcotráfico
internacionales para controlar las rutas en el país; y una economía debilitada
que lidia desde hace años con un déficit fiscal crónico y un fuerte
endeudamiento.
EL CRIMEN ORGANIZADO
El analista y catedrático
de la Universidad de Las Américas, Alejandro Zabala, dijo a The Associated
Press que “estamos secuestrados por el crimen organizado” y argumentó que la
política de mano dura impuesta por Lasso “es un absoluto fracaso”.
En el último periodo
presidencial se han disparado los asesinatos por encargo, los secuestros, las
extorsiones a negocios y delitos de todo tipo que mantienen en permanente
zozobra a los ecuatorianos.
Por ello Zabala manifestó
que el nuevo gobierno deberá aumentar de forma exponencial la inversión en
equipamiento de la fuerza pública y sumarse a estrategias regionales e
internacionales contra el crimen organizado porque “esta guerra no la podemos
ganar solos”.
Ecuador se ubica
actualmente entre los países más violentos de la región. En 2021 registró una
tasa de muertes violentas de 13,9 por cada 100.00 habitantes, cifra que casi se
duplicó al año siguiente y que se espera que este año se aproxime a las 40
muertes por cada 100.000 habitantes. En las provincias más calientes, esa tasa
es incluso mayor.
De acuerdo con el exjefe de
inteligencia del ejército, coronel retirado Mario Pazmiño, el crimen organizado
se ha apoderado de territorios creando “santuarios a nivel nacional”.
HECHOS BRUTALES
Entre los sitios que no
pueden controlar las autoridades están amplias zonas de las ciudades de Durán,
Guayaquil y Esmeraldas. A su vez las cárceles son escenario frecuente de
brutales hechos de violencia.
Esto ha afectado el normal
funcionamiento de la economía y ha generado la pérdida de fuentes de trabajo.
El analista y profesor de
la Universidad Casa Grande, Andrés Briones, señaló a AP que “la economía y la
seguridad son temas indivisibles”.
En el plano económico, dijo
el experto, el nuevo gobierno “necesita emprender reformas en la parte
tributaria para incentivar el crecimiento y la dinamización de la economía en
el corto plazo, mientras que a mediano plazo requiere sanear la economía para
estimular al aparato productivo y las exportaciones”.
Hasta fines de diciembre se
espera que el país registre un déficit fiscal de alrededor de 5.000 millones de
dólares, algo más del 5% del Producto Interno Bruto. Además, hasta 2025 debe
afrontar pagos de intereses y vencimientos de la deuda externa que suman 5.380
millones de dólares, de acuerdo con cifras oficiales.
El exministro de Economía y
Finanzas, Fausto Ortíz, explicó a AP que Lasso tuvo un buen manejo fiscal de la
economía, apegado a las instrucciones del Fondo Monetario Internacional con
recortes del gasto público, la inversión estatal y una sostenida baja del
déficit fiscal desde más de 7.000 millones cuando asumió el poder a 3.000
millones.
“Pero la parte fiscal no es
todo en el manejo de un país” y argumentó que eso ha traído consecuencias no
deseadas: no hay crecimiento económico ni del empleo. “En el balance completo
el resultado no es favorable”, señaló.
A ello se suma el corto
período que estará en el poder Noboa, quien antes de los comicios expresó su
deseo que postularse para la reelección en 2025.