Un pescador de pie en su bote mientras navega el miércoles 27 de septiembre de 2023, en Manacapuru, Brasil EDMAR BARROS / AP.
juliette collen afp París, Francia
Los peces de agua dulce
vivieron durante millones de años en sus ríos o lagos sin mezclarse con los de
otros continentes, hasta que los desplazamientos humanos transformaron sus
hábitats y crearon una única y gran región intercontinental, según un estudio publicado
esta semana.
Esta transformación, que se aceleró a intmediados del
siglo XX, constituye según los autores una prueba suplementaria del ingreso en
el Antropoceno, una nueva época geológica caracterizada por la omnipresencia de
los impactos de las actividades humanas en la Tierra, que muchos científicos
tratan de oficializar como denominación académica.
Hasta entonces, la biodiversidad terrestre
evolucionaba en áreas separadas por barreras naturales como mares, montañas o
zonas climáticas.
Un "confinamiento" que parecía más inmutable
aún para los peces de agua dulce, que no podían dispersarse a través de los
océanos y formaban parte de un tipo de fauna única de cada continente.
Las cosas comenzaron a
cambiar en el siglo XIX, con los primeros intercambios de especies entre
América del Norte, Europa y Australia.
Se aceleraron a mediados
del siglo XX "cuando empezaron a introducirse [especies] por todas
partes", explica al AFP Boris Leroy, biogeógrafo del Museo Nacional de
Historia Natural de París (MNHM) y autor principal del estudio publicado en
Science Advances.
Las especies se introducían con fines sanitarios (como
la de gambusias en los ríos de América del Norte para luchar contra los
mosquitos) o económicos, para desarrollar la acuicultura (como con la tilapia
africana y la carpa plateada, originarias respectivamente de África y Asia, que
figuran entre los peces de piscifactoría más consumidos del mundo).
Otro vector de
introducción es el comercio ornamental de los acuarios, que propagó las poblaciones
de peces rojos y guppys por todo el mundo.
En total, 453 especies
fueron desplazadas de sus regiones naturales, según el estudio. Algunas se
volvieron invasoras, con consecuencias desastrosas para las especies nativas y
la propagación de enfermedades.
Es el caso de las 12 que
fueron "superpropagadas" en todo el mundo.
COMO EN LOS TIEMPOS DE PANGEA
Los investigadores
trabajaron con una base de datos con más de 11,000 especies repartidas en más
de 3,000 cuencas hidrográficas.
Una herramienta reciente basada
en la recopilación de miles de estudios, que permite ver, en cada zona del
mundo, si la especie es nativa o fue introducida.
Su equipo pudo comparar las regiones naturales con las
regiones modificadas por las actividades humanas, utilizando un algoritmo de
"biorregionalización".
"Cuatro de las seis
regiones biogeográficas naturales -América del Norte, Europa, Asia y Oceanía-
se fusionaron en una sola gran región, que presenta ahora una composición común
de especies", señala el MNHM.
Esta nueva geografía de
los peces refleja los intercambios comerciales entre los continentes, precisa
Leroy.
"Estamos recreando
artificialmente las mismas condiciones de distribución de las especies que las
del supercontinente de Pangea", al final de la era Paleozoica y comienzos
de la era Mesozoica, afirma el investigador.
Los peces podían
dispersarse dentro de esta única masa continental. Desde su desintegración hace
unos 200 millones de años, "la biodiversidad evolucionó de manera aislada,
hasta la llegada del hombre, que alteró las reglas del juego".
El estudio aporta, según
el biólogo, una "demostración cartográfica" del Antropoceno,
"época en que el hombre se convirtió en una fuerza de cambio planetario
superior a las fuerzas geológicas naturales".
Debatida en el seno de la
comunidad científica, esta nueva época marcaría la salida, a mediados del siglo
XX, de la era del Holoceno (iniciada hace 12,000 años).
Precisamente, a partir de
1947 se produjo una explosión exponencial del comercio internacional de peces
de agua dulce, señala el estudio. "Hoy en día no se ve una ralentización
de las introducciones, se asiste incluso a una aceleración", subraya,
preocupado, Leroy.
Implantadas en su medio
natural, las especies introducidas "ahora no solo producirán fósiles
comunes entre las diferentes regiones del mundo, sino que también crearán
nuevas líneas que alteran la trayectoria evolutiva de la biodiversidad",
avanza.
Para las generaciones
futuras, esos fósiles evidenciarán el paso al Antropoceno.