Dos personas limpian y colocan flores como
preparativo del Día de Todos los Santos, este domingo en el cementerio de de
San Fernando en Sevilla. EFE/David Arjona
Belén Mayo |
Madrid (EFE).- Llega noviembre y con él la cita con los que ya se han
ido. En pleno otoño, en los días 1 y 2 de este mes, los cementerios españoles
acogen el color de las flores frescas y el murmullo de los que visitan las
tumbas de familiares y amigos. Pero, ¿cuándo es realmente el día en que se
honra a los fallecidos y por qué es ese día en concreto?, ¿qué significa la
festividad de Todos los Santos?
Muchos fieles inician los ritos y tradiciones del Día de Difuntos el día
1 de noviembre, lo que da lugar a la sensación de que es ese día en el que hay
que visitar los cementerios. Sin embargo, la Iglesia diferencia claramente las
dos celebraciones.
El 1 de noviembre la Iglesia católica celebra la festividad de Todos los
Santos, conocidos y desconocidos. No sólo rinde homenaje a los que están en los
altares, sino también a los cristianos que después de toda una vida son un
modelo, según el evangelio.
Imagen de archivo del
cementerio de San Froilán, en Lugo. EFE/Eliseo Trigo
La celebración se remonta al siglo IV y su origen es la gran cantidad de
mártires de la iglesia en aquella época. Así, el 1 de noviembre está dedicado
especialmente a los santos no canonizados, a reconocer su labor.
En su rezo del Ángelus del 2 de noviembre de 2014, en la Plaza de San
Pedro, el Papa Francisco explicó la diferencia entre la celebración de Todos
los Santos y el Día de Difuntos: «Por una parte la Iglesia, peregrina en la
historia, se alegra por la intercesión de los santos y los beatos que la
sostienen en la misión de anunciar el Evangelio. Por otra, ella, como Jesús,
comparte el llanto de quien sufre la separación de sus seres queridos».
En el Día
de los Difuntos se pide que sus almas vayan al Cielo
El Día de los Fieles Difuntos se conmemora el 2 de noviembre desde que
en el siglo X un monje benedictino, san Odilón, empezara a celebrar en esa
fecha en concreto una misa pidiendo por todos los difuntos.
El sentido de estas oraciones era pedir la purificación de las almas de
los que habían partido para que pudieran acceder a la vida eterna libres de
pecado. Esa práctica se venía realizando desde hacía siglos y está recogida en
el Antiguo Testamento. Sin embargo, fue en la Edad Media cuando se
generalizaron las misas ofrecidas como ‘sufragio’ por los difuntos.
A partir del siglo XVI, toda la Iglesia de rito latino adoptó la fecha
fijada por san Odilón. Hoy marca en el calendario un puñado de tradiciones
tanto religiosas como paganas.
La visita
a los cementerios
La principal tradición en el día de los Fieles Difuntos es visitar los
cementerios. Familiares y amigos llevan flores a las tumbas de sus seres
queridos, las limpian, rezan por sus almas y les ‘acompañan’ un rato. No falta
quien les cuenta cómo van las cosas en casa desde que se han ido.
Una mujer compra flores este jueves en un puesto situado frente al cementerio de la Almudena en Madrid, en una imagen de archivo. EFE/David Fernández
En esas fechas en las grandes ciudades españolas se refuerza el servicio
de transporte público y se multiplican las ventas de flores. Los floristas
saben que es una de las semanas de mayor negocio de todo el año y hacen acopio
de existencias.
Una
jornada triste pero también dulce
Tras la visita al cementerio, la costumbre obliga a endulzar las
lágrimas pasando por la pastelería. “Según la leyenda, cuando comes un buñuelo
se salva un alma”, recuerda la cadena madrileña Viena Capellanes.
En la Comunidad de Madrid la venta de buñuelos de viento representa un
80 % de las ventas totales de dulces en estas fechas. Su precio este año se
sitúa entre los 30 y 45 euros el kilo. El precio de otra de las elaboraciones
clásicas de estas fechas, los huesos de santo, oscila entre los 45 y 55 euros
kilo.