La
activista iraní de derechos humanos Narges Mohammadi habla en una reunión en
Teherán, Irán, el 3 de julio de 2008.AP
agencia efeParís, Francia
La hija de la nueva Premio Nobel de la Paz, la activista iraní Narges
Mohammadi, encarcelada en su país, dijo este viernes en París, donde está
refugiada junto a su padre y su hermano, que no ha podido verla desde hace ocho
años y no ha hablado con ella desde hace más de un año.
Kiana, de
16 años, que
intervino ante la prensa junto a su hermano mellizo Ali frente al bloque de
viviendas del noreste de la capital francesa donde vive con su padre, explicó
que les cortaron toda comunicación con ella, que está
recluida en la prisión de Evin, y que ahora únicamente reciben noticias a
través de una tía.
A pesar del aislamiento en que vive Narger Mohammadi, la hija señaló: "creo que sabe que ha ganado el Nobel, no sé cómo, pero creo que se ha enterado".
"Estoy
muy orgulloso de ella. El premio no es solo para mi madre, también para el
pueblo iraní", destacó por su parte Ali, que como Kiana hablaron en un
francés perfecto.
El marido, Taghi Ramahi, que utilizó el farsi para dirigirse
a la prensa, destacó que al darle esta recompensa a su mujer se está apoyando
la lucha de las activistas en Irán y se
les da "más fuerza para expresarse alto y claro".
Explicó que no había podido hablar con ella y por tanto no
tenía confirmación de que se hubiera enterado del premio en la prisión, pero
que está convencido de que este reconocimiento le gustará, aunque también le
dará una nueva responsabilidad.
Ramahi hizo
hincapié en que en Irán "hay más mujeres que luchan por los derechos
humanos, no sólo ella", que también hay hombres y que existe
"solidaridad" entre unos y otras.
El marido de la Premio Nobel denunció que el régimen iraní aniquila "todas las
fuerzas disidentes", que es "misógino" y quiere que las
mujeres estén "en una forma de tutela".
"No hay una vida digna", subrayó, después de
referirse al control que ejerce sobre los medios de comunicación, la política o
la economía y al "sistema de opresión contra minorías religiosas y
étnicas".
Insistió en
que lo que quieren es que la libertad sea para todos los activistas de los
derechos humanos, "no sólo para ella", y en que este premio minimiza
el discurso del régimen y su "retórica falaciosa" con la que intenta
restar importancia a la resistencia.
"El mundo occidental -afirmó- tiene que comprender que
la libertad es buena para todos" y que cuando se lucha por la libertad en
Irán, se está actuando contra los "terroristas" allí que "luego
atacan a las democracias occidentales".
Aseguró que la mayoría del pueblo iraní está contra el
régimen, que quiere un sistema secular con libertades, pero no sabe si habrá
pronto una revolución que permita el cambio. En todo caso, señaló que "la
libertad tiene un precio y estamos preparados para pagarlo".
Dijo también ser consciente de la fortaleza del poder, que recurre a la violencia y es "cínico".