NOAA Un huracán es rastreado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (foto de archivo).
La agencia de meteorología reportó que Otis se ha intensificado
rápidamente, alcanzando vientos máximos de 265 km/h cerca de Acapulco. Los
expertos prevén cambios en los patrones de las precipitaciones, en parte por
los efectos del cambio climático y en parte por los fenómenos de El Niño y La
Niña.
Otis tocó tierra cerca de Acapulco (México) con vientos máximos
sostenidos de 265 km/h, según el Centro Meteorológico Especializado de la
Organización Meteorológica Mundial (OMM) en Miami. El organismo advierte que
pueden producirse mareas catastróficas y vientos mortales, así como de
inundaciones repentinas en zonas urbanas.
"Un escenario de pesadilla para el sur de México. Otis se ha
intensificado explosivamente durante las últimas 24 horas, una marca solo
superada en tiempos modernos por el huracán Patricia en 2015", dijo el
Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, que es el Centro Meteorológico
Regional Especializado de la agencia de la ONU.
Mientras se celebra la Semana del Clima de América Latina y el Caribe,
el secretario general de la Organización recordó que la región “es uno de los
puntos calientes”.
“Somos conscientes de los retos a los que se enfrenta debido a las
tormentas tropicales, los huracanes y los cambios en los patrones de
precipitaciones, en parte por los efectos del cambio climático y en parte por
El Niño y La Niña", declaró Petteri Taalas.
Soluciones e impactos climáticos
En este contexto, la agencia señaló que la región tiene la clave
para múltiples soluciones climáticas. Sus bosques, manglares y arrecifes de
coral sirven como sumideros de carbono y defensas naturales contra las
inundaciones. También es líder en energías limpias, con casi el 60% de la
energía generada a partir de energía hidroeléctrica y un importante potencial
de energía eólica y solar.
Sin embargo, es cada vez más vulnerable a los
efectos del clima.
En gran parte de Sudamérica, se ha registrado el invierno más cálido de
la historia, y en países como Argentina, Bolivia y Paraguay las temperaturas
máximas siguen superando los 40 °C en primavera. El Caribe también se ha visto
afectado por un calor extremo y empapado por tormentas tropicales a finales de
temporada.
Además, se espera que el actual fenómeno de El Niño aumente aún
más las temperaturas terrestres y oceánicas y el clima extremo, con
lluvias torrenciales e inundaciones en algunas partes de la región y sequías en
otras.
Sequía amazónica
La peor sequía de la que se tiene constancia asola
la cuenca del Amazonas y no hay tregua a la vista. A mediados
de octubre, el río Negro en Manaos batió el récord histórico de nivel más bajo
desde 1902, el 23 de octubre, con 13,59 metros. El humo de los incendios en
Argentina, Brasil y Bolivia ha sido visible desde el espacio, señala la
Organización.
El Niño suele provocar una supresión de las precipitaciones en la cuenca
del Amazonas, pero a los científicos les preocupa cada vez más que las
tendencias a largo plazo del cambio climático y la deforestación estén
influyendo.
La deforestación hace que los suelos de la selva
amazónica almacenen menos humedad en la estación lluviosa, a lo que
contribuye el aumento de la temperatura. Los incendios recurrentes han dañado
ecosistemas vitales.
Según el investigador principal del Instituto de Estudios Avanzados de
la Universidad de Sao Paulo (Brasil), Carlos Nobre, algunas zonas del sur de la
Amazonia, que solían ser un sumidero vital de carbono, corren el riesgo
de convertirse en una fuente neta de carbono debido a los incendios.
"Para salvar la Amazonia tenemos que hacer frente tanto al aumento
de la temperatura global como su propia deforestación", declaró Nobre en
una sesión de la Conferencia Científica Abierta del Programa Mundial de
Investigaciones Climáticas celebrada en Ruanda.
Tormentas de arena y polvo
La región del Caribe y Sudamérica también son
vulnerables a las tormentas de polvo, incluidas las incursiones
desde el Sáhara, que agravan los problemas de calidad del aire.
Las tormentas de polvo afectan al transporte aéreo y por carretera,
reducen el rendimiento de las centrales de energía solar y propagan patógenos
humanos, todo lo cual repercute negativamente en las economías locales y
regionales.
La pérdida de nutrientes del suelo cuesta a la agricultura más de 8000
millones de dólares al año en la región panamericana, según el último informe
al respecto de la agencia.
La agencia recordó que la creciente vulnerabilidad de la sociedad y de
las economías a los fenómenos meteorológicos de alto impacto es una de las
motivaciones de la iniciativa internacional Alerta Temprana para Todos, que
pretende garantizar que todos los habitantes a nivel mundial estén
protegidos por alertas inmediatas, incluyendo en los pequeños Estados
insulares en desarrollo que se encuentran en primera línea del cambio
climático.