El serbio Novak Djokovic alza el trofeo de campeón tras derrotar al ruso Daniil Medvedev en la final del US Open, el domingo 10 de septiembre de 2023, en Nueva York. (AP Foto/Manu Fernández)
(Manu Fernández / Associated Press)
NUEVA YORK — Al promediar un segundo set que duró 1 hora y 44 minutos, una auténtica prueba de tenacidad y talento en la final del Abierto de Estados Unidos, Noval Djokovic y Danill Medvedev se atrincheraron en un punto de 32 golpes.
Fue uno de los múltiples
peloteros inacabables entre estos hombres cuyos estilos se asemejan, y Djokovic
en este en particular al dejar un revés en la red. Se quedó tirado de espalda,
su pecho henchido. El público rugió. Djokovic siguió recostado por un rato, con
la público fascinado por la entrega y el entretenimiento.
Con un rosario de recursos,
Djokovic exprimió toda su energía para vencer el domingo 6-3, 7-6 (5), 6-3 a
Medvedev en Flushing Meadows y atrapar una histórica 24ta corona de Grand Slam.
No se deje engañar por el resultado en sets corridos. Fue
un partido mucho más reñido.
El astro serbio quedó un título por encima de Serena
Williams, convirtiéndose en el primer jugador que acumula las 24 coronas de
Grand Slam en la era abierta del tenis, la cual comenzó en 1968. Margaret Court
también acumuló 24, pero 13 de sus trofeos fueron ganados antes que se
permitiera la participación de los profesionales en las grandes citas.
“Nunca me imaginé estar aquí de pie frente a ustedes
hablando de 24 Slams. Nunca me imaginé que esa iba a ser la realidad”, dijo
Djokovic, quien a sus 36 años se convirtió en el campeón más veterano del
torneo en la era profesional. “Pero en los últimos años, intuía que tenía la
posibilidad, tenía la oportunidad de hacer historia. Y si la tienes ahí, ¿por qué
no tomarla?”
Dejó que Medvedev se pusiera a tanto un punto de llevarse
ese set al recibir con el marcador 6-5. Djokovic subió a la red tras sacar y el
ruso tuvo la oportunidad de meter un revés cruzado que no atinó. Fue apenas una
de las dos bolas de quiebre que Djokovic afrontó, borrando ambas.
Fue un cambio de táctica por parte de Djokovic, quien el
lunes volverá a la cima de los rankings. Cuando se encontró en apuros, apeló al
saque y volea, algo que no suele hacer. Y la apuesta le funcionó enormemente.
Se llevó 20 de los 22 puntos que disputó así, y 37 de los 44 en total al subir
a la red.
“Antes que nada, Novak, tengo que preguntarte algo: ¿Qué
sigues haciendo aquí?”, bromeó Medvedev durante la ceremonia de premiación.
El cuarto campeonato de Djokovic en Nueva York, donde no
pudo jugar hace un año por no estar vacunado contra el COVID-19, se suma a los
10 que ha coleccionado del Abierto de Australia, siete de Wimbledon y tres del
Abierto de Francia, alejándose al tope de la tabla histórica del tenis
masculino. Rafael Nadal, sin jugar desde enero, por una dolencia en la cadera
que precisó de una cirugía, le sigue con 22. Roger Federer, quien se retiró
hace un año, acabó con 20.
De vuelta a la pista, Djokovic se puso una camiseta con el
número “24” y la frase “Mamba Forever” como tributo al extinto astro de la NBA
Kobe Bryant, quien lucía ese número. También se puso una chaqueta blanca con
ese número estampado en el pecho.
Pletórico como siempre, Djokovic tuvo marca de 27-1 en los
Slams esta temporada. La única nota negativa fue cuando perdió ante el español
Carlos Alcaraz en la final de Wimbledon en julio. Djokovic volverá a la cima
del ranking el lunes, desplazando a Alcaraz, el campeón defensor en Flushing
Meadows que fue eliminado por Medvedev en las semifinales.
Se desplazaba con solvencia y golpeaba la pelota con precisión.
Era el mejor Djokovic posible. Se llevó 12 de los primeros 16 puntos — tres
mediante aces perfectamente ubicados.
Medvedev, en cambio, arrancó vacilante y sus devoluciones
no fueron ejecutados con finura. No fue hasta el segundo set cuando encontró su
mejor marcha.
Djokovic estuvo impecable, anticipándose a todo.
Y el público se mostró a su favor, algo que no siempre se
ha visto en la carrera del serbio. El aliento llegó por parte de miles de
espectadores que coreaban “¡Vamos No-le!”, su apodo de dos sílabas y de los
invitados en su palco, como el laureado actor Matthew McConaughey.
Cuando tuvo a la mano el bola de set en el primer tras un
error de Medvedev, Djokovic mostró su primer gesto genuino de emoción. Alzó el
puño hacia sus acompañantes que se habían puesto de pie. Cuando otro fallo de
Medvedev puso fin al set, Djokovic nada más respiró profundo y se fue a su
silla.
¿Fue un Djokovic perfecto? No. Pero estuvo cerca de estarlo por momentos y le alcanzó para ganar una vez más.