ARCHIVO - El expresidente Donald
Trump habla durante un evento de campaña, el 29 de julio de 2023, en Erie, Pensilvania.
(Sue Ogrocki / Associated Press)
NUEVA YORK — Las elecciones presidenciales de 2024 determinarán si Donald Trump regresa a la Casa Blanca. También podrían decidir si pasará un tiempo tras las rejas.
Para Trump, quien ahora enfrenta
una tercera acusación formal — en esta ocasión por sus esfuerzos para anular
los resultados de las elecciones de 2020 e impedir la transferencia del poder
presidencial —, ganar es algo más que una cuestión de ego, redención, ajuste de
cuentas o el futuro del país.
“Esta elección bien puede ser
sobre la libertad personal de Donald Trump”, comentó Ari Fleischer, un
experimentado estratega republicano. “No es una exageración decir que, en caso
de que sea declarado culpable, podría ser sentenciado a prisión a menos que
gane y utilice las palancas de la justicia para revertir o detener o desestimar
su condena”.
Los intereses sumamente personales para Trump se suman a lo
que ya es una elección como ninguna otra en la historia moderna. Ahora no es
sólo un debate sobre los desafíos del país, sino una lucha partidista sobre si
el expresidente de 77 años y puntero entre los precandidatos presidenciales del
Partido Republicano debería pasar tiempo en prisión. Poniendo esa cuestión en primer
plano, la representante Marjorie Taylor Greene, quien es aliada de Trump,
tuiteó que “de cualquier forma votaré por Trump, incluso si está en la cárcel”.
Los críticos han alegado desde hace tiempo que el miedo de
Trump a ser enjuiciado fue uno de los motivos principales para tomar la
decisión de lanzar otra campaña presidencial. Aunque Trump lo niega, e insiste
que no le habrían presentado cargos si no hubiera decidido postularse
nuevamente, la nueva acusación formal garantiza que su campaña y sus problemas
jurídicos estén entrelazados a partir de ahora.
“El mensaje jurídico es el mensaje político y el mensaje
político es el mensaje jurídico”, señaló Steven Cheung, portavoz de la campaña
de Trump, sobre la nueva realidad. “Forma parte de nuestra campaña. Trump ha
hecho que los problemas legales sean un gran foco de su campaña y, desde
nuestro punto de vista, es un mensaje que funciona.”
“No me acusan a mí, los acusan a ustedes”, dijo a una
multitud durante un mitin en Erie, Pensilvania, el pasado fin de semana
En un plano más práctico, Trump tiene ante sí un acto de
malabarismo sin precedentes, haciendo campaña al tiempo que enfrenta posibles
juicios en por lo menos tres jurisdicciones diferentes.
Trump también enfrenta la posibilidad de nuevos cargos en
Atlanta relacionados con los esfuerzos para anular los resultados de las
elecciones de 2020 en Georgia y también deberá tomar la decisión sobre asistir
al primer debate presidencial republicano, previsto para el 23 de agosto.
Los funcionarios de campaña de Trump dijeron que estos
problemas logísticos no les preocupan.
Cheung señaló que, hasta la fecha, no han tenido que
reprogramar o cancelar ningún evento de campaña a causa de los procedimientos
jurídicos y que, en todo caso, se han añadido más eventos.
“Vamos a toda velocidad”, comentó antes de la acusación
formal más reciente.
“Obviamente, en circunstancias normales, es imposible
prepararse para más de un proceso penal a la vez”, dijo Barry Boss, un abogado
defensor de delitos de cuello blanco. “Por lo general eso es abrumador por sí
solo. Así que la noción de enfrentar múltiples acusaciones me resulta
simplemente inconcebible”.
Por lo general, las normas requieren que los acusados en
casos federales estén presentes en eventos importantes como las comparecencias
iniciales y el momento en que se emite un veredicto, pero les dan libertad para
decidir en qué otro momento se presentan ante la corte.
Las investigaciones también están acaparando los gastos de
campaña de Trump. En lo que va del año, la operación política del expresidente
ha invertido más en abogados que lo defienden a él, a su personal y a sus
aliados, que en viajes, mítines y otros gastos de campaña combinados, de
acuerdo con un análisis de la AP.
De acuerdo con las directrices del Departamento de
Justicia, los presidentes en funciones generalmente están protegidos de
acusaciones formales y procesos penales. Pero un regreso a la Casa Blanca no
protegería a Trump de forma indefinida.
Incluso si Trump no gana la nominación del Partido
Republicano, un presidente republicano distinto probablemente enfrentaría una
enorme presión de parte de Trump para retirar los cargos y tranquilizar de esa
forma a sus simpatizantes, un tipo de presión que ningún presidente ha tenido
desde que Gerald Ford indultó a su predecesor, Richard Nixon, por sus delitos
del caso de Watergate.
En definitiva, “es una noticia extraordinariamente mala y
el impacto internacional sería devastador. Es por eso que la gente tiene que
entrar en razón”, dijo John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Trump y
ahora crítico del expresidente, quien cree que la realidad aumenta la presión
sobre los republicanos para que encuentren a otro candidato. “Más vale que
alguien tome la iniciativa y diga que nos dirigimos a un precipicio”.
En un reciente correo electrónico para recaudar fondos, se
quejó de que “el Departamento de Justicia está tratando de enviarme a la cárcel
por el resto de mi vida como un hombre inocente”. Otras solicitudes han llegado
con títulos como “400 años en prisión”.
Fleischer dijo que los votantes comenzarán a ver las
victorias o derrotas jurídicas de Trump a través del lente de la campaña.
Fleischer señaló que, si Trump termina pasando un tiempo
considerable en los tribunales, puede concebir al expresidente pronunciando su
discurso en la escalinata del tribunal, diciéndoles a los votantes que lo ven
en casa: “Yo no estoy en juicio, ustedes están en juicio. Y yo estoy en este
tribunal luchando por ustedes”.
“Puede sacarlo del camino, pero simplemente tiene otra
plataforma para hacerse escuchar. Para él todo es una campaña”.