Abdoullahi
Diallo, que se fue de Mauritania en busca de "democracia" y
"respeto", es uno de los centenares de migrantes, la mayoría
africanos, que duermen en la calle a la esperan un alojamiento en un Nueva
York, donde el alcalde ha colgado el cartel de "no hay espacio".
El joven
mauritano, de 25 años tardó más de
dos semanas en llegar desde su país natal a la ciudad de los
rascacielos, cincelada por la inmigración a la que históricamente acogió con
las puertas abiertas.
Pasó por Estambul (Turquía)
desde donde voló a Nicaragua --principal puerta de entrada al continente para
la mayoría de los inmigrantes consultados--, antes de llegar a la Gran Manzana,
en un viaje que, asegura, le costó
más 8,000 dólares.
"Hemos venido a Nueva York porque no
tenemos una vida normal en nuestro país, estamos hartos, incluso si estudias,
aunque tengas edad de trabajar, no tienes trabajo", dice tras rememorar el "sufrimiento" vivido en
el largo periplo por países que "ya ni recuerdo". Sin embargo, no
olvida que en México, "policías
enmascarados nos robaron todo el dinero".
Como Diallo,
jóvenes africanos del África Occidental, sobre todo de Mauritania y Senegal,
que huyen de la inestabilidad política y la falta de futuro, son ahora el
grueso de los migrantes que buscan ayuda en el centro de acogida de la alcaldía
de Nueva York instalado en el Hotel Rooselvelt, a un paso de la emblemática
Quinta Avenida.
Durmiendo en la calle
Algunos
llevan esperando más de una semana, durmiendo en cartones en plena calle en las
afueras del centro de acogida a la espera de ser alojados. Voluntarios reparten
comida, agua y mantas.
A un latinoamericano acompañado
de su esposa que no quiere dar su nombre por temor a que repercuta en su
situación -"ayer nos dijeron que
no habláramos con la prensa" - les reubicaron la semana
pasada, tras dos días de fila, en unas colchonetas en el piso en un hotel de la
ciudad.
Pero este lunes
los trajeron de vuelta al centro de acogida en busca de una solución más
duradera. Mientras tanto, duermen en butacas en un salón del hotel, dice a la
AFP. "Nos dicen que tenemos que esperar", asegura.
"No hay
espacio" y la crisis migratoria "no va a mejorar", advirtió a
principio de semana el alcalde de Nueva York, el demócrata Eric Adams, cuya
ciudad da techo y comida a 107.900 personas en 194 albergues municipales y
hoteles habilitados.
De ellos, 56.200
son solicitantes de asilo, de los más de 95.600 llegados a la ciudad en el
último año, la mayoría venezolanos y centroamericanos.
Según la alcaldesa adjunta Anne
Williams-Isom, la semana pasada fueron inscritos en el sistema 2.300 nuevos
solicitantes de asilo, lo que a su juicio, es "insostenible".
Las
autoridades demócratas neoyorquinas, que en las últimas semanas han tratado de
disuadir a los migrantes de venir a la Gran Manzana, dan prioridad a las
familias con niños pequeños a la hora de conceder un alojamiento gratuito y han
limitado la estancia máxima para hombres solos a 60 días.
"En
medio de una crisis global"
"Podríamos hacer más con
ayuda del gobierno federal", dijo este miércoles a la prensa la alcaldesa
adjunta, echando la pelota al
gobierno del presidente demócrata Joe Biden, porque según ella, se
trata de una "crisis global y Nueva York está en el medio".
Las autoridades neoyorquinas,
también demócratas reclaman, más controles en la frontera sur con México, decretar estado de emergencia y
ayudas federales para lidiar con esta ola migratoria.
Y sobre todo,
reclaman que se agilicen los permisos de trabajo para los nuevos llegados.
"No hay nada más antiestadounidense que no poder trabajar", dijo el
lunes el alcalde.
En esta meca del turismo que el
pasado año recibió 56 millones de
visitantes, las autoridades quieren evitar que se parezca "a otras
ciudades donde hay carpas en cada calle".
Además de barajar,
según la prensa, instalar carpas en Central Park para recibir a migrantes,
debajo de los puentes de las autopistas que atraviesan algunos barrios de la
ciudad, como Brooklyn y Queens, las tiendas de campaña empiezan a ser parte del
paisaje.
"Hemos venido aquí porque
tenemos confianza en este país, tenemos confianza en Estados Unidos", dice
Diallo.