Imagen alusiva a los granos y
cereales. Foto: Fuente Externa.
RFI
La suspensión por parte de Rusia
del acuerdo de exportación de granos por el Mar Negro, que permitía a Ucrania
vender millones de toneladas, traerá diversas consecuencias a América
Latina. La más evidente, el aumento de los precios de los alimentos,
que ya castiga la región desde el inicio de la guerra, aunque muchos países
productores podrían beneficiarse.
El fin del corredor seguro para los cereales ucranianos ya
castiga a los mercados de todo el mundo, y América Latina no será una
excepción. Este nuevo escenario podría sin embargo beneficiar a países
productores de la región, como
Argentina, Brasil y Paraguay.
Pero este repunte comercial
podría ser un arma de doble filo, especialmente para muchos países del Caribe,
muy dependientes de las importaciones provenientes del Mercosur, y cuyos
niveles de inflación podrían dispararse.
PRECIOS INTERNACIONALES
Marcelo Elizondo, presidente de
la Cámara de Comercio Internacional de Argentina, vaticina un impacto casi
inmediato, aunque coincide con todos los expertos en que no nos encontramos
ante el shock que sufrieron los mercados al inicio del conflicto.
“Latinoamérica se auto abastece.
Yo no veo problemas de escasez. Sí veo algunos problemas de precios. El
incremento de los precios de las exportaciones agrícolas en Latinoamérica
también genera impacto inflacionario dentro de Latinoamérica, porque suben los
precios internacionales y Latinoamérica produce para su mercado con los mismos
precios internacionales que hacia afuera”, explica Marcelo Elizondo.
“En el hemisferio sur, recién
ahora están en un proceso de siembra de la próxima cosecha. Estamos en
pleno invierno, por lo que buena parte de la producción ya se vendió y la
próxima producción quizás se venda cuando el impacto del levantamiento de este
acuerdo ya haya pasado”, agrega.
“NO NECESARIAMENTE HABRÁ MÁS HAMBRE”
Preocupa también que se
recrudezca la hambruna, en una región donde el 6% de la población padece
hambre, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO). Sin embargo, la buena salud actual de los
stocks mundiales, o el fin de la sequía en Argentina, han reducido
considerablemente la dependencia de Ucrania.
“Como siempre sucede, cuando
suben los precios, también sube la producción. Entonces, la relación global de
stock a consumo ahora está alrededor del 33%, está por encima del promedio de
los últimas tres o cuatro décadas y es más preocupante en el caso de Haití.
Pero Haití más que trigo, lo que compra es arroz. El trigo es un producto
calórico, pero Latinoamérica también tiene muy diversificada su producción
interna”, detalla Eugenio-Díaz Bonilla, analista del Instituto Internacional de
Investigación sobre Políticas Alimentarias.
“No estoy diciendo que no hay
impacto, lo que estoy diciendo es que no necesariamente por esto sólo va a
haber más hambre en Latinoamérica. Los precios, si bien subieron, están todavía
por debajo del salto muy fuerte que hubo al inicio de la guerra”, recalca el
investigador.
Además, productos esenciales en la agricultura de América
Latina, como el azúcar, el café o la soja, siguen exponiéndose a los problemas
globales de la cadena de suministro de fertilizantes y pesticidas.