Familiares esperan con desesperación en la entrada de la cárcel de
mujeres de Tamara, a las afueras de Tegucigalpa, Honduras, el martes 20 de
junio de 2023. Fuente externa
Un motín en el interior de la
principal cárcel de mujeres de Honduras provocó el martes la muerte de
al menos 41 reclusas, la mayoría quemadas. La presidenta culpó del suceso a
las pandillas que siembran violencia en el país y suelen tener el control de las
prisiones.
Además de víctimas quemadas, hubo
informes de reclusas fallecidas con heridas de bala o apuñaladas dentro de la
prisión de Tamara, a unos 50 kilómetros al noroeste de Tegucigalpa, dijo
Yuri Mora, portavoz del Ministerio Público hondureño.
“Los equipos forenses que se
encuentran realizando los levantamientos cadavéricos confirman que son 41
muertas los que se contabilizan”, confirmó Mora a The Associated Press.
Al menos siete reclusas estaban siendo atendidas en un hospital de Tegucigalpa por heridas de bala y
arma blanca, confirmaron autoridades del Hospital Escuela.
No se han dado a conocer hasta
el momento oficialmente los detalles
sobre el origen o motivos del enfrentamiento.
Pero, según explicaron a
medios locales algunas de las lesionadas que llegaron al Hospital Escuela, el
incidente comenzó cuando presas pertenecientes a la pandilla “Barrio 18”
entraron en uno de los módulos y abrieron fuego contra las demás presas y les
prendieron fuego.
El suceso ocurre casi tres meses después de que la presidenta hondureña, Xiomara Castro, anunciara
la intervención en los 25 penales del país, debido a la violencia imperante
y al autogobierno que tienen los reclusos en esos centros. Hace medio año se
decretó también el estado de excepción en el país para combatir la violencia de
las pandillas y el crimen organizado.
Castro, en su cuenta oficial
de Twitter, dijo que el “monstruoso asesinato de mujeres” fue “planificado por
maras a vista y paciencia de autoridades de seguridad” y convocó a dichos altos
funcionarios a “rendir cuentas”. “¡Tomaré medidas drásticas !”, advirtió.
Decenas
de familiares nerviosos y furiosos se congregaron en las afueras de la prisión desde
la mañana del martes, poco después de que se originara el motín de la prisión
situada en una zona rural. Reclamaban información para saber qué mujeres
estaban vivas y cuáles muertas.
“Estamos aquí muriéndonos del dolor, de la angustia... No
tenemos información”, dijo Salomón García padre de una de las presas.
“Queremos justicia, es lo que
queremos nosotros. Son muchos muertos”, señaló Azucena Martínez, cuya hija
también estaba recluida en la prisión. “No sabemos si los de nosotros también
están allí muertos”.
Por su parte, Julissa
Villanueva, viceministra de Seguridad y responsable de las cárceles, sugirió
que el motín comenzó en respuesta a las acciones del gobierno para liberar a
las cárceles del poder del crimen organizado y aseguró que no van “a permitir
bajo ningún punto el ataque o el sabotaje” por parte de “la criminalidad
organizada que ha secuestrado el sistema penitenciario de este país”.
“No nos vamos a doblegar”,
subrayó en un mensaje televisado. “No vamos a negociar”.
Según explicó a AP Joaquín
Mejía, académico del Equipo de Reflexión, Investigación
y Comunicación de los jesuitas en Honduras, dos de los grandes problemas de
las prisiones hondureñas son el abandono que sufren por parte de las
autoridades y la capacidad de control interno que tienen los reclusos.
Aunque el gobierno de Castro
anunció una intervención para cambiar esta situación, el motín de Tamara
evidencia que se fracasó en el intento de depurar a la policía penitenciaria y
de evitar que se puedan introducir en las prisiones “desde droga, granadas y
armas de fuego”.
Apuntó también a “uno de los
graves peligros de la Bukelización de la
política de seguridad en el país, con todo lo que ello implica”, en
referencia a las medidas tomadas en El Salvador por el presidente Nayib Bukele
que han bajado la violencia en ese país a costa de elevar los casos de
violaciones a los derechos humanos.
El
peor desastre carcelario en un siglo también ocurrió en Honduras, en 2012 en
la penitenciaría de Comayagua, donde 361 reclusos murieron en un incendio
posiblemente causado por una cerilla, un cigarrillo o similar.
En años recientes, se han
sucedido motines de menor envergadura, pero generalmente en cárceles de
hombres. Pero fueron los hechos del pasado 9 de abril, cuando tiroteos simultáneos en cuatro penales dejaron
un muerto y siete heridos en un acto aparentemente coordinado por
pandillas, los que provocaron que la presidenta Castro ordenara la intervención
de las prisiones.
Una tragedia similar en un centro para mujeres de la región tuvo lugar en 2017, cuando 41 niñas de un refugio para jóvenes con problemas de Guatemala murieron después de prender fuego a colchones para protestar por las violaciones y otros malos tratos que se sufrían en esa institución.