En esta
imagen tomada el 8 de junio de 2023, una niña camina con un bidón lleno de agua
de un camión cisterna en las afueras de Taez, la tercera ciudad de Yemen.AFP
AGENCIA AFP
Salim Mohammed, un adolescente
de 14 años, se levanta de madrugada todos los días para ir a buscar agua y
espera durante horas en la fila de los depósitos públicos de Taez, en el sur de
Yemen.
Su día a día se parece al de muchos niños de este país, el
más pobre de la península arábiga, donde el agua es cada vez más escasa, bajo
el efecto combinado de la guerra y el cambio climático.
Con su padre y sus tres
hermanos, Salim recorre hasta 1,6 km para llenar su bidón esperando a veces
durante horas, con la esperanza de no faltar a la escuela.
"Me duelen los brazos y la espalda del peso que cargo
todos los días", dice a AFP.
Yemen ya era considerado uno
de los países más afectados por el estrés hídrico en el mundo, incluso antes de
que comenzara el conflicto en 2014.
La guerra entre los rebeldes
hutíes, apoyados por Irán, y el gobierno, apoyado por una coalición militar
dirigida por Arabia Saudita, destruyó numerosas infraestructuras, y el cambio
climático acentuó la crisis.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la
Agricultura y la Alimentación (FAO), las capas freáticas de Yemen se agotan dos
veces más rápido de lo que se recuperan.
A este ritmo, el país podría
quedarse sin agua subterránea en 20 años, advierte.
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Consecuencias trágicas -
Taez es una de las regiones más afectadas por la escasez de
agua en un país donde casi la mitad de la población, unos 14,5 millones de
personas, no tiene acceso al agua potable, según la FAO.
A escala nacional, la red de
abastecimiento de agua llega a menos del 30% de la población, obligando a
millones de yemeníes a comprar agua a empresas privadas o a utilizar pozos a
veces insalubres, afirma Ralph Wehbe, jefe adjunto de la delegación del Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Yemen.
Una de las "consecuencias
trágicas" de la crisis es que los niños "se ven obligados a pasar
horas recogiendo agua para sus familias en lugar de ir a la escuela",
explica a la AFP.
Un video ampliamente
compartido en las redes sociales muestra a una niña apuñalada hasta la muerte
por su vecino durante una disputa por el acceso a un tanque de agua en Saná, la
capital controlada por los rebeldes. La AFP no pudo verificar la autenticidad de
las imágenes.
En abril de 2022, los medios
de comunicación locales informaron de un accidente mortal con camiones cisterna
que arrolló a mujeres y niños que esperaban para llenar sus bidones de agua en
Taez.
En esta ciudad, la tercera más
grande del país, es común ver a niños llevando bidones de casi la mitad de su
tamaño.
Según Samir Abdelwahid,
director del servicio de aguas de Taez, la ciudad está abastecida actualmente
por 21 pozos, frente a los 90 de antes de la guerra, lo que permite abastecer
sólo "unos 0,7 litros por persona y día".
Más allá de las consecuencias
del conflicto, Yemen es uno de los países más vulnerables al cambio climático
del mundo, según el Índice Mundial de Adaptación de la universidad
estadounidense de Notre Dame.
El aumento del nivel del mar y
las inundaciones repentinas provocan una salinización de las aguas subterráneas
y su contaminación por aguas residuales, advierte Maha Al Salehi, experta en
Holm Akhdar, una consultora yemení de medio ambiente.
Según ella, la crisis se sitúa
en tres niveles: la disponibilidad, la calidad y la accesibilidad del agua.
"Los yemeníes se enfrentan a una situación de inseguridad hídrica extrema, pero también de inseguridad alimentaria, ya que la mayor parte del agua se destina a la agricultura", explica.