AP
La
Habana, Cuba
Desde una
casa de concreto de dos habitaciones en las afueras de la capital de Cuba, el
estruendo de los tambores de madera se escucha en las calles.
Los
vecinos se reúnen en la puerta y los niños trepan una cerca para mirar adentro.
Observan cómo decenas de cubanos vestidos con cuentas blancas y africanas hacen
ofrendas en un altar azul brillante que ocupa la mitad de una habitación,
pidiendo suerte, protección y buena salud.
Mientras
que casi el 70% de los 670 millones de latinoamericanos se consideran
católicos, en Cuba, la santería es el nombre del juego.
Una fusión de
religiones africanas y el catolicismo, la santería fue una de las pocas
prácticas religiosas que soportó silenciosamente décadas de prohibiciones y
estigmas por parte del gobierno comunista.
Ahora, a medida
que ese estigma se desvanece gradualmente y el país entra en un momento de crisis
económica, política y migratoria, la religión está creciendo en popularidad y
expandiéndose a nuevos grupos demográficos.
Cada día la
religión crece un poco más, dijo Mandy Arrazcaeta, de 30 años, entre la
multitud de personas en su casa bailando y haciendo ofrendas en el altar a una
muñeca de plástico que representa a la deidad yoruba Yemayá. En este momento,
la santería en el país es una especie de bastión.
La santería
nació como una forma de resistencia silenciosa entre las comunidades negras de
la isla. La religión se remonta a siglos atrás, cuando los colonos españoles
trajeron cientos de miles de esclavos africanos.
Mientras que los
españoles intentaron imponer el catolicismo a los esclavos, los africanos
trajeron sus propias religiones, en su mayoría de África occidental, que
camuflarían uniendo sus deidades —orishas— a los santos católicos.
La santa patrona
de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad, por ejemplo, se fusionó con la deidad
dorada, Oshun.
Si bien hay
cientos de orishas en la santería, los practicantes conocidos como santeros
generalmente adoran solo a un puñado y se conectan con ellos a través de
rituales y ofrendas.
Se estima que
millones de personas en todo el mundo practican la santería, aunque las cifras
definitivas, especialmente en Cuba, son difíciles de precisar debido a la
naturaleza informal de la religión. La Comisión de Libertad Religiosa
Internacional de Estados Unidos estima que el 70% en Cuba practica alguna
versión de la santería o religiones africanas similares.
Lo que está
claro en los altares que salpican los hogares de toda la isla y los muchos
cubanos en La Habana vestidos de blanco, que usan los santeros su primer año
después de convertirse para representar el renacimiento, es que la santería ha
capturado la conciencia cubana.
Tras la
revolución cubana en la década de 1950, Fidel Castro desmanteló las estructuras
religiosas y expulsó a los sacerdotes que criticaban su gobierno. La religión,
famosamente descrita por el filósofo comunista Karl Marx como “el opio del
pueblo”, estaba estrictamente prohibida.
El catolicismo, muy dependiente de las reuniones en las iglesias y de la jerarquía, se marchitó.