AFP
Indio,
Estados Unidos
Grandes hits, dance breaks, fuegos artificiales y
una lección sobre música caribeña: con su innovadora presentación en el
festival de Coachella este fin de semana en Estados Unidos, la estrella musical
puertorriqueña Bad Bunny dio cuenta de una revolución latina en el pop alimentada
por su vertiginosa fama.
El titán del reguetón, nacido con el nombre Benito
Antonio Martínez Ocasio, apareció por primera vez en este influyente festival
en 2018, como invitado de la exitosa rapera Cardi B.
Cinco años después, este artista de 29 años
atrajo él mismo a decenas de miles de espectadores al escenario principal del
evento anual realizado en el desierto de California, donde se convirtió en el
primer artista en español en encabezar la cartelera.
Su
actuación de dos horas envió un mensaje claro: la estirpe de la música latina
en las Américas es profunda y rica y tiene un fuerte impacto en la música más
popular y rentable de la actualidad. Es un mensaje que los poderosos en la
industria están empezando a aceptar y procesar.
"No
creo que la narrativa de Estados Unidos como una nación blanca de habla inglesa
vaya a cambiar por completo en el corto plazo", opinó Vanessa Díaz,
profesora del curso "Bad Bunny y la resistencia en Puerto Rico" en la
Universidad Loyola Marymount.
Pero
"creo que vemos un ajuste de cuentas con la demanda de la gente",
agregó.
Muestra
de ello es la calurosa recepción dada en Coachella por ejemplo a "Un
Verano Sin Ti", el último y exitoso álbum de Bad Bunny, el primer trabajo
grabado íntegramente en español en ganar una nominación al Grammy para el
codiciado premio Álbum del Año.
Bad
Bunny también incluyó partes de su trabajo anterior, intercalando sus canciones
con imágenes de estilo documental que rastrean la herencia de la música latina,
y, específicamente, los ritmos caribeños, que lo han llevado al estrellato
mundial.
Autenticidad
Bad
Bunny, hijo de un camionero y una maestra, creció en Vega Baja, un pequeño
pueblo cerca de San Juan, la capital de Puerto Rico, isla caribeña que integra
el territorio estadounidense.
Perfeccionó
sus habilidades vocales en el coro de niños de la iglesia, antes de convertirse
en un preadolescente al que le encantaba pasar horas creando ritmos en su
computadora, y también comenzó a incursionar musicalmente en todo, desde la
bachata hasta los Bee Gees.
Estaba
trabajando en un supermercado empacando comestibles cuando recibió una llamada
de un sello por sus reproducciones virales en la plataforma SoundCloud.
Así
comenzó su rápido camino hasta la cima de la música mundial: la gira con mayor
recaudación y el artista con más reproducciones, todo sin dejar de mantenerse
firmemente arraigado en su propia herencia.
Orgullosamente
celebra a Puerto Rico y a sus tradiciones a través de su música y sus
apariciones públicas, a tono al mismo tiempo con las evoluciones sociales
contemporáneas, incluida la fluidez de percepción de géneros, algo que atrae en
particular a los jóvenes.
"Su
arte surge de su experiencia de haber nacido en una colonia y haber crecido
bajo el colonialismo y las luchas en Puerto Rico", dijo Díaz, quien
destacó que su autenticidad es parte de su atractivo para las masas.
"Todos
entienden esa conexión íntima con la patria. Eso resuena profundamente a nivel
mundial", explicó Díaz.
Precio
de la fama
Desde
la urgencia por ayuda tras el huracán a las protestas callejeras en 2019
exigiendo la destitución del gobernador de Puerto Rico, su arte y sus acciones
han hecho de Bad Bunny un símbolo político de hecho -lo quiera o no-.
"Eso
es parte de lo que lo hace una figura tan respetada", dijo Petra
Rivera-Rideau, docente del Wellesley College y estudiosa de esta estrella del
reguetón o reggaetón .
Pero
el constante peso de la fama le ha presionado para cumplir con las expectativas
de sus seguidores -y por tanto de críticos-, un particular desafío para un
artista conocido por disfrutar su privacidad.
Algunos
no están contentos con su supuesta relación con la modelo Kendall Jenner pues
no piensan que sea indicada para él. Y otros están decepcionados de su
vacilante posición cuando se trata de políticas raciales.
Pero,
como dice Díaz: "Si queremos algo pulido, embellecido y estratégico,
entonces no queremos al mismo Bad Bunny que queríamos antes".
Bad
Bunny se dirigió a su público directamente el viernes en la noche:
"Hablando humildemente, la gente piensa que conoce las vidas de los
famosos, pero no es así", sostuvo el artista.
"No
saben lo que sentimos, lo que vivimos (...) No crean todo lo que oyen",
agregó.
Pese
a todas las influencias a las que rindió homenaje en Coachella, Bad Bunny se ha
convertido él mismo en un icono influyente, refrescando el reguetón -una fusión
de hip-hop, dancehall y reggae con orígenes del Caribe afro- al impregnarlo de
Latin trap, con algo de rap de la parte sur de Estados Unidos.
Bad
Bunny trabaja usualmente con artistas latinos y con colaboradores destacados
como con el rapero puertoriqueño Jhayco en Coachella.
Cuando
Post Malone, cuya actuación fue empañada por problemas técnicos, se le unió en
el escenario, sonrió extrañado mientras Bad Bunny le hablaba en español.
Definitivamente él estaba entre la minoría. Más temprano Bad Bunny preguntó a la multitud su idioma favorito para comunicarse. La respuesta de la masa fue sin titubear: "Español!".