Este miércoles 5 de abril la
República Dominicana celebra el DÃa del Periodista, como una forma de
conmemorar que, en el año 1821, bajo el gobierno de la España Boba que salió a
la luz el periódico “El Telégrafo Constitucional”, el primero en ser publicado en lo que hoy es el territorio nacional
dominicano.
El Telégrafo Constitucional de Santo Domingo comprendÃa
cuatro páginas y tenÃa una salida semanal y difundÃa decretos, disposiciones de
los ayuntamientos, las diputaciones, la actividad del comercio, los precios,
las operaciones navales, entre otras.
El DÃa del Periodista es una festividad en la que se
celebra a los periodistas y comunicadores, profesionales cuyo trabajo consiste
en descubrir e investigar temas de interés público, contrastarlos,
sintetizarlos, jerarquizarlos y publicarlos. Para ello recurre a fuentes
periodÃsticas fiables y verificables. Asà elabora sus artÃculos, que pueden
tomar varias formas para su difusión: oral, escrita, visual.
Existen varios principios que guÃan la labor del
periodista, el principal de los cuales es el respeto por la verdad, el rigor en
la búsqueda de la información fidedigna y verificable.
En general, se considera buen periodista al que
consigue información relevante, breve y exacta en el menor tiempo posible.
La profesión no cambia, pero su ejercicio sÃ. ¿Peligros?
Confundir al “talento” con el comunicador,
al comunicador con el periodista, al periodista con el colaborador,
al colaborador con el freelance,
al freelance con
el “periodista ciudadano”, a éste
con el youtuber. Y al youtuber con todos los demás.
Más: mezclar la información con la publicidad, la
publicidad con la propaganda y las relaciones públicas con el contenido
editorial disfrazado. Peras con manzanas.
¿Problemas? Muchos comunes a otros sectores, pero dos
muy propios: el intrusismo (y no, no debe ser obligatorio colegiarse) y el
pluriempleo. Los conflictos de interés no identificados o admitidos siempre
sobrevolando las páginas, sean impresas o digitales.
¿Sigue siendo el Cuarto Poder? SÃ, y quizá esa es su
magia. La capacidad para provocar cambios, para denunciar, divertir, descubrir,
compartir, pelear, conciliar, pensar... Nunca hubo tantos lectores, nunca
tantas buenas historias ni tantos medios.
Pero tampoco hubo nunca tanto “ruido” como
ahora.