AFP
Johannesburgo,
Sudáfrica
Ela
Gandhi, de 82 años, no abandonó Sudáfrica, donde su abuelo, Mahatma Ghandi,
desarrolló su método de no violencia. Pero hoy lucha contra filtraciones en los
techos y la falta de dinero para preservar el patrimonio de la figura mundial.
Un joven
Mohandas Karamchand Gandhi desembarcó en 1893 en Durban, KwaZulu Natal
(sureste), provincia que aún alberga una de las mayores comunidades indias
fuera de India. El maestro del pensamiento, cuyo legado en África a veces ha
sido controvertido, trabajaba para un bufete de abogados.
En aquel
momento, los colonos británicos trajeron a cientos de miles de indios,
principalmente para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar. Pero
una pequeña élite educada tuvo éxito en el comercio y las profesiones
liberales.
Tímido,
nervioso en los tribunales y no particularmente comprometido, Gandhi pasó una
veintena de años en el país (1893-1915), donde alcanzó una madurez política
levantándose contra las leyes del apartheid que restringían la inmigración
india.
"El
curso de su vida cambió aquí", cuenta a la AFP su nieta.
Y dejó
huella en el héroe de la lucha contra el régimen racista, Nelson Mandela, que
durante un tiempo se jactó abiertamente de la filosofía de Gandhi.
Su
antigua casa en Phoenix, a 25 km de Durban, se convirtió en museo. Pero más de
70 años después de su muerte, no hay suficiente dinero para mantener el
edificio en condiciones.
El museo
cuenta su trayectoria intelectual, sus reflexiones sobre la raza, las mujeres y
la ciencia, explica Ela Gandhi.
"Si
dejamos que el lugar se deteriore, él (Gandhi) acabará olvidado", lamenta
quien trabajó en el Parlamento en tiempos de Mandela.
¿Gandhi racista?
Hasta el
año pasado, la fundación que preside recibía fondos del municipio de Durban.
Pero las ayudas fueron cortadas y el dinero para remediar las ventanas rotas
escasea.
Contactada
por la AFP, la municipalidad no respondió.
El
fideicomiso se esfuerza por disipar las tensiones entre los habitantes de
Phoenix, en su mayoría de origen indio, y la comunidad negra del municipio
vecino de Inanda, subraya Ela Gandhi.
En 2021,
Phoenix fue escenario de asesinatos raciales. Una treintena de hombres negros
fueron asesinados salvajemente. El país quedó atrapado en la peor ola de
violencia de la joven democracia, que causó más de 350 muertes en disturbios y
saqueos.
Pero
también es la memoria de Gandhi la que a veces es cuestionada. Famoso por su
resistencia a la dominación colonial británica en su India natal, su legado en
África es más variado.
El
apóstol de la no violencia ha sido acusado de racismo por haber afirmado en
algunos de sus escritos que los indios son "infinitamente superiores"
a los africanos negros.
En 2015,
en Johannesburgo, una estatua con su efigie fue degradada con pintura al margen
de una manifestación. En Ghana, otra estatua fue retirada de la universidad más
grande del país.
"Gandhi
era un producto del colonialismo", convencido de que "la sociedad
colonial blanca era la encarnación de la civilización", explica Vishwas
Satgar, profesor de Relaciones Internacionales en la universidad de
Witwatersrand en Johannesburgo.
Pero su
experiencia sudafricana lo transformó y luchó contra el racismo, subraya el
especialista.
Hoy Ela
Gandhi busca nuevos mecenas para conservar la memoria de su abuelo en
Sudáfrica.
Pero la preservación de los sitios históricos "ya no es considerada una prioridad por los donantes", especialmente desde la pandemia de covid, lamenta Sello Hatang, director general de la Fundación Nelson Mandela, también afectada por la falta de dinero.