"Error 404": ese es el mensaje
que vemos en la pantalla cuando un dispositivo no es capaz de conectarte a un
sitio de internet, bien porque este ha desaparecido del servidor o porque el
enlace es incorrecto.
Es también
el título del libro de la periodista española especializada en ciencia y
tecnología Esther Paniagua (Madrid, 1986), un ensayo impactante en el que
plantea, entre otros asuntos, la posibilidad de que internet colapse y el caos
y el pánico se adueñen del mundo, por que nadie -ni siquiera los gobiernos o
los Estados- está preparado para enfrentar el escenario apocalíptico que
seguiría.
En ese contexto, lo que la autora busca con su trabajo es precisamente llamar la atención sobre esa aterradora posibilidad antes de que sea demasiado tarde.
No es que yo lo crea, que me despierte
un día pensando eso.
Es una
afirmación que viene de la ciencia, que han hecho muchos expertos, entre ellos
el filósofo y teórico de la conciencia Dan Dennett, un referente en el campo de
la neurociencia, alguien a quien admiro mucho y cuyos libros he leído.
A partir de
una entrevista en que él le dijo a Toni García, un periodista amigo mío que lo
entrevistó, que "internet se vendrá abajo y viviremos oleadas de pánico
mundial", yo empecé a investigar, y me di cuenta de que aquella frase
tenía fundamento.
Empapado del
conocimiento de los tecnólogos y otros especialistas que lo rodean, Dennet
piensa en las consecuencias sociales que tendría un apagón de internet y en lo
que nos ha llevado a que esas consecuencias sean peores de lo que deberían o
podrían ser.
¿Es entonces una cuestión de
tiempo que internet colapse?
Yo no diría
que es seguro al 100% que internet colapsará en algún momento y que todo dejará
de funcinar, pero creo que es altamente probable.
Lo que
obviamente no tengo es una fecha, igual que no la tiene nadie. Puede pasar
mañana, dentro de cinco años, de diez o nunca, aunque creo que
"nunca" es la menos probable de todas las posibilidades.
Y más allá de lo obvio, ¿qué sucedería si cayera internet?
Todo,
absolutamente todo depende de internet y eso hace que sea especialmente
vulnerable.
Hemos
convertido todo en un ordenador: desde las infraestructuras críticas a los
hospitales, las administraciones públicas, las universidades, las empresas,
nuestros cuerpos, nuestra ropa, nuestros electrodomésticos. La electricidad.
Así que si
se cayera, todo dejaría de funcionar, y se produciría además un efecto en
cadena, dominó, porque afectaría incluso a servicios que no están conectados a
la red.
Ya hemos
visto simulacros muy reales pero a escala muy pequeñita de lo que podría pasar.
Un
ciberataque en 2021 contra el principal proveedor de telecomunicaciones de
Bélgica dejó K.O. a la mayoría de los servicios gubernamentales, incluidos
servicios hospitalarios críticos, el parlamento, las universidades, etcétera. Y
eso que solamente duró unas pocas horas.
Los expertos
de los servicios de inteligencia aseguran que sería a partir de 48 horas cuando
comenzaría a cundir el pánico, cuando la gente empezaría a temer por su
supervivencia.
¿La caída de internet haría a la gente temer por
su supervivencia? ¿No es un poco apocalítico?
Claro, pero
es que entre todo lo que dejaría de funcionar estarían los mercados y los
supermercados.
Sin internet
no podrían facturar, no podrían cobrar más que en efectivo, pero nosotros no
podríamos sacar efectivo del banco. Así que aunque los productos estén ahí, no
los podríamos comprar.
¿Y qué
pasaría si no podemos acceder a alimentos o a medicinas porque no tenemos
efectivo? Ni siquiera los expertos en seguridad nacional son conscientes de
hasta dónde llegaría ese efecto en cascada.
Dices en tu libro que podríamos quedarnos sin internet
en menos de 30 minutos.
Así es. Es
algo que descubrí en el proceso de investigación para mi libro.
En 1998, un
grupo de hackers éticos o hackers buenos, fue llamado a comparecer ante el
Senado de Estados Unidos, dada la preocupación que había ya por aquel entonces
de que se cayera internet y con él todo el comercio electrónico asociado, que
entonces aún era incipiente.
Esos hackers declararon que en 30
minutos eran capaces de derribar toda la red a través de vulnerabilidades en un
protocolo base de internet que, por decirlo de manera sencilla, hace que la
información fluya de la forma más eficiente posible.
Es como el
GPS de internet, que cuando quieres llegar de un punto a otro de la red -por
ejemplo, escribiendo el nombre de una web o haciendo clic en algo- decide cuál
es la forma más rápida de hacerlo.
Fue
precisamente una actualización de ese protocolo lo que, según la versión de
Meta, hizo que el 4 de octubre de 2021 se cayeran todos los sistemas de la
familia Facebook, desde WhatsApp a Instagram, y solo con eso ya cundió el
pánico.
Esa es una
de las posibles vías de caída de internet, pero no la única.
Hay muchísimas otras, ¿no?
Cierto. Un
ataque contra Google o Amazon, por ejemplo, supondría cargarse la mitad de la
red, con las consecuencias que eso tendría para las personas y las empresas que
guardan su información en las nubes..
También
están nuestros teléfonos, que son además un blanco muy fácil, aunque también
duraría poco tiempo, porque las operadoras se darían cuenta y lo resolverían
seguramente en un plazo inferior a esos dos días que tenemos de margen previo
al desastre, probablemente en cuestión de horas.
O puede
ocurrir que un fenómeno de la naturaleza, como una tormenta magnética, haga
caer todo. Es algo extremadamente improbable, pero si ocurriera sería nefasto,
la caída más catastrófica y más distópica, ya que afectaría no sólo a la red
sino a dispositivos como los satélites y otras muchas tecnologías.
En "Error 404" hablas también del sistema
DNS y cuentas que está protegido por 14 guardianes, algo que admito que
desconocía. ¿Cómo es posible que una red global esté en manos de 14 personas?
Es una
historia de película.
El sistema
DNS es crucial, es el sistema de nombres de dominios. Lo que hace es traducir
los nombres de cada web y asignarles una dirección IP, para permitir que todo
lo que está online esté conectado. Sin esa especie de base de datos, aunque las
cosas conectadas estén ahí, no podríamos acceder a ellas.
Es tan
importante que la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y
Números (ICANN), un órgano de gobernanza de la red, decidió en 2010 crear una
capa de seguridad digital que estuviera protegida por una serie de personas.
Debía de ser un grupo de tamaño
razonable: ni muchas personas, para evitar la dispersión, ni demasiado pocas,
para evitar que pudieran ponerse de acuerdo entre ellas para atacarlo.
Al final,
decidieron que fuera 14, siete y siete, porque hay un sistema de protección en
la costa este de Estados Unidos y otro en la costa oeste.
Los
guardianes se juntan cada seis meses para ir actualizando el sistema DNS y
renovar las claves digitales. Cada uno tiene una llave física asociada a las
capas de protección digital y la tiene que llevar cuando se reúnen.
Todo esto lo
sé porque pude entrevistar a uno de ellos.
Otra posibilidad que mencionas es que sean los propios
gobiernos los que decidan apagar internet...
Exacto. Es
un hecho, no es una posibilidad.
El mayor
caso que cito en el libro es el de India, que apagó internet durante siete
meses.
Y aunque el
gobierno lo hizo adrede como represalia por las protestas en la Cachemira india
y se preparó para ello, fue bastante caótico: afectó a todas las empresas, a
los organismos públicos, a la red de comunicaciones, provocó restricciones en
la libertad de movimientos, cierre de carreteras y de fábricas, accidentes
industriales.
Fue un
desastre y, obviamente, hubo pérdidas de miles de millones de euros.