Andrea
Rodríguez / AP
La
Habana, Cuba
Un año
después de las mayores protestas en décadas en Cuba, en las cuales miles de
personas salieron a las calles agobiadas por los apagones y las carencias
agudizadas por la pandemia y la presión de un endurecimiento radical de las
sanciones de Estados Unidos, la isla lucha por salir adelante de una de las más
duras crisis de su historia y cuyo impacto social y político todavía se hace
sentir.
Plazas y
avenidas se llenaron de manifestantes el 11 y 12 de julio de 2021. Sin un
liderazgo específico, los cubanos tenían una variada gama de demandas que iban
desde el fin de las colas hasta cambios gubernamentales. Grupos afines al
gobierno salieron a contrarrestar los reclamos y una persona murió en medio de
vandalismo y enfrentamientos.
Desde
entonces algunas cosas cambiaron. Por primera vez en seis décadas se dio la
autorización gubernamental para fundar pequeñas y medianas empresas (Pymes) y
se reanimaron planes para barrios carenciados: asfaltado de calles,
mantenimiento de plazas o la inauguración de centros comunitarios. Mientras, la
vacunación masiva y el fin de la cuarentena por una baja de casos de COVID-19
permitieron una reactivación económica junto al arribo de un modesto flujo de
turismo internacional, que demostró ser el sector más dinámico en la nación
caribeña.
Sin embargo, la
ausencia de una rápida mejora económica, la permanencia de las colas para
comprar productos básicos, una inflación galopante y la dolarización
fomentaron, sobre todo en los últimos meses, una migración récord
principalmente hacia Estados Unidos y Europa. En paralelo, la reacción del
gobierno a las protestas con juicios y condenas de hasta 25 años de prisión le
ganaron críticas de la comunidad internacional.
Expertos y
activistas se preguntan si este verano volverán las protestas. Desde las redes
sociales opositores anuncian cada día un nuevo estallido a la vuelta de la
esquina, al tiempo que las autoridades apuestan por que los preceptos de la
revolución y sus bondades sociales tal como la plantearon los líderes
históricos tendrán continuidad, aunque reconocen la magnitud el desafío.
LOS
PRESOS DE LAS PROTESTAS DE JULIO
Hay un antes y
un después del 12 de julio de 2021 para la familia Román, residentes en la
popular barriada de La Güinera, en la periferia de La Habana. Sin antecedentes
políticos o penales, tres hijos del núcleo fueron apresados en las protestas y
dos de ellos todavía están en la cárcel bajo cargos de sedición.
“Ellos no han
cometido un delito tan grave para esa sanción”, dijo a The Associated Press
Emilio Román, de 51 años y padre de los detenidos. A sus hijos Yosney --un
albañil de 26 años-- y Mackyanis --un ama de casa de 24-- los tribunales les
impusieron en marzo sentencias de diez años. El más pequeño, Emiyoslan, de 18,
salió en libertad condicional porque era menor de edad al momento del suceso.
Otros tres
primos también fueron procesados, dos de ellos tienen penas similares y un
tercero recibió la libertad luego de pagar una multa, pues no pudo comprobarse
su participación directamente en la protesta que devino en enfrentamientos con
la policía y donde se produjo el deceso de un hombre a mano de los uniformados.
Nunca se informó
oficialmente cuántos detenidos hubo en las manifestaciones de las dos jornadas
que se desarrollaron en media docena de localidades del país. Según la
organización Justicia 11J, que monitoreó los casos, se documentaron más de
1.400 arrestos.
A finales de
junio un reporte de la Fiscalía General indicó que había unas 488 sentencias en
firme para los manifestantes, que en su grado extremo alcanzaron penas de hasta
27 años de cárcel por sedición.
A los detenidos
se les señaló por desordenes, vandalismo, atentados o sedición.
“El balance que
puedo sacar es que el gobierno ha mostrado su naturaleza autoritaria”, comentó
a la AP la abogada cubana residente en México y miembro de la agrupación
Cubalex, Giselle Morfi. “El Estado criminaliza el ejercicio de derechos
fundamentales que deben ser protegidos dentro de cualquier sociedad democrática
como la libertad de expresión y estigmatiza la protesta”.
Denuncias de
maltrataros, hacinamiento, carencias de medicina a los presos y fuertes
campañas en redes sociales se fueron acumulando a lo largo de estos meses sin
que se pudieran comprobar de manera independiente. Para Morfi las sanciones
buscan ser “disuasorias” a fin de evitar una nueva ola de protestas.
Un puñado de
activistas denunciaron que salieron del país forzados por la seguridad del
Estado, como el caso del dramaturgo Yunior García, luego de que intentara
convocar a una nueva manifestación el 27 de noviembre que no consiguió
participación popular. Desde julio de 2021 tampoco se han producido nuevas
manifestaciones.
Del lado de las
autoridades no se trata de presos políticos, sino de personas llevadas ante un
tribunal tras cometer delitos penados por la ley —como sucedería en cualquier
país ante escenas de violencia— y que en el peor de los casos cayeron en una
trampa montada por grupos de interés —los que echaron leña a las protestas--
desde Estados Unidos valiéndose de las redes sociales para destruir a la
revolución y sus logros. Entre la población muchos aceptan la versión oficial.
EL TALÓN
DE AQUILES: INFLACIÓN Y CARENCIAS
La economía de
la isla no logró salir adelante tras la peor parte de la pandemia: largas colas
para comprar alimentos y combustible, desabasto, cortes de energía y
racionamiento de productos siguen marcando las jornadas.
El producto
Interno Bruto decreció 11% en 2020 y sólo subió 2% en 2021.
“Se niegan esos
dirigentes cubanos a aceptar las tres claves económicas más simples de la
crisis: desayuno, almuerzo y comida”, manifestó a la AP el especialista y
exdiplomático Domingo Amuchástegui, para quien si bien en estos meses hubo
algunas flexibilizaciones como la propia creación de las Pymes, éstos son
cambios poco profundos o todavía tienen trabas para su desarrollo.
A mediados de
junio el Ministerio de Economía y Planificación indicó que desde la apertura de
las Pymes en septiembre de 2021 a la fecha se aprobaron 3.980 de estas
compañías que implicaban la creación de 66.300 nuevos empleos, gente apostando
por el país.
El turismo que
había registrado 4.2 millones de visitantes en 2019 apenas alcanzó los 573.000
en 2021. El azúcar con su valor monetario y simbólico para Cuba apenas llegó a
una producción de 480.000 toneladas en esta campaña, 53% de lo planeado y no
alcanzará para cubrir los compromisos exportadores.
Pero sin duda lo
que más golpea el bolsillo de los cubanos es la inflación que oficialmente
alcanzó el 70% en 2021 --cifra discutida por expertos que estiman podría ser
mayor— y la dolarización, que incluye una brecha cambiaria enorme entre el
dólar oficial --a 24 pesos cubanos por dólar-- y el precio que verdaderamente
se paga --unos 100 pesos cubanos por dólar--. Además ésa es la moneda en la
cual se consiguen algunos alimentos.
Las principales
autoridades cubanas —incluyendo al presidente Miguel Díaz-Canel y su titular de
Economía, Alejandro Gil— indicaron sin embargo que, aunque paulatina, la
recuperación es un hecho a partir de cierta reanimación y el flujo turístico.
LOS
VECINOS DEL NORTE
En la otra
orilla, el gobierno del demócrata Joe Biden apenas cumplió su promesa de
levantar sanciones contra Cuba que habían sido tensadas al máximo por su
predecesor, Donald Trump, con el abierto objetivo de asfixiar a la isla para
provocar un cambio de modelo político. El nuevo mandatario estadounidense sólo
autorizó que se retomaran vuelos, una reapertura limitada del servicio consular
y anunció el permiso para el envío de remesas, aunque nadie sabe cómo se hará
efectiva esta medida.
Funcionarios del
país norteamericano reaccionaron con críticas sobre los arrestos del 11J y
dijeron que la actitud represiva del gobierno cubano los había obligado a
demorar la revisión de la política hacia Cuba de su predecesor y
flexibilizarla, pero expertos se cuestionan la simpleza de ese argumento.
“En el 11J
encontró Biden la justificación de su agresiva política hacia Cuba y de su
continuación hasta ahora, con la tardía y mínima rectificación acordada el
pasado junio”, expresó Amuchástegui a la AP, al señalar que manifestaciones
reprimidas con violencia en Colombia y por otros gobiernos aliados en América
Latina no fueron cuestionados por Washington.
Además “hasta
ese punto” –o sea de enero a julio— Biden se había desentendido “por completo
del proceso de normalización iniciado por Obama”.
EL GRAN
ÉXODO
Una de las más
visibles consecuencias de la crisis económica y posiblemente de las protestas de
julio de 2021 es una migración récord.
Según la
información ofrecida por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de
Estados Unidos, desde octubre de 2021 —comienzo del año fiscal en ese país—
hasta finales de mayo se habían reportado unos 140.000 encuentros de oficiales
con cubanos en los límites terrestres de ese país, cifra que sobrepasó al éxodo
del Mariel en 1980, cuando salieron de la isla 125.000 personas.
Por su parte, la
Guardia Costera estadounidense informó la semana pasada que en lo que va del
año fiscal ha interceptado a 2.464 migrantes en el mar.
“Cada vez son
menos los jóvenes que están dispuestos a hacer una vida en el país” comentó a
la AP el analista y académico cubanoamericano Luis Carlos Battista, para quien
el drama de perder población económicamente activa no es un detalle menor para
un país pequeño, sancionado y envejecido como Cuba.
El éxodo se
convertirá en una especie de bumerán que hará a la isla aún más difícil su
recuperación, estima.
“Puede ser que
fácilmente el 1.5% de la población cubana se haya ido en apenas 10 meses. Y
esto, por supuesto, sigue afectando desde el punto de vista demográfico y que
luego repercutirá en el aspecto económico”, agregó Battista.