AP
Eugene, Oregon
La mayoría de los corredores, lanzadores y
saltadores en el próximo Mundial de atletismo tan sólo necesitará mirar a su
izquierda o a su derecha para ver dónde está su mayor desafío.
Para unos cuantos, la competencia principal será
contra el reloj o ante ellos mismos.
Un año después de que varios récords cayeron en los
Juegos Olímpicos, el atletismo regresa al escenario mundial, en una localidad
donde este deporte tiene gran arraigo: Eugene, Oregon.
La ciudad fue colocada en el mapa por un gran
mediofondista, Steve Prefontaine. Conservó su relevancia en el atletismo por un
coloso llamado Nike.
Tiene ahora un estadio renovado de 270 millones de
dólares, el icónico Hayward Field, que cuenta con una pista muy rápida para
éste, el primer mundial de atletismo que se realice en Estados Unidos.
Eugene iba a albergar el Mundial en 2021, pero la pandemia postergó
los Juegos Olímpicos por un año. A su vez, ello retrasó en un año el calendario
del atletismo.
“Siempre
existe una oportunidad de que se rompan récords durante el Mundial pero,
simultáneamente, nunca puedes ordenar esto”, dijo el noruego Karsten Warholm,
quien quebró la vieja marca de los 400 metros con vallas dos veces en el verano
pasado, dejándola incluso donde está hoy, en 45,94 segundos, cuando conquistó
el oro en los Juegos de Tokio.
“Para
mí, cuando voy al Mundial, todo se trata de correr, primero que nada por las
medallas. Si hay un récord, pues ojalá sea yo quien lo consiga”.
Yulimar
Rojas ha expresado antes su confianza en lograr no sólo más récords, sino una
barrera que algunos siguen considerando inalcanzable. La venezolana, quien
rompió la marca mundial de salto triple en los Juegos Olímpicos y la superó de
nuevo el 20 de marzo, para dejarla en 15,74.
Se
considera capaz de llegar a los 16 metros, tal vez en Eugene, adonde llega sin
embargo bajo una sombra de dudas por un tirón en la pierna izquierda que la
marginó de su última competición en España, donde tiene su base.
“Quiero
llegar a los 16 metros. Nací para saltarlos”, comentó. “Esto lo que más me
motiva. Nada es imposible, ese es mi lema”.
Durante
el encuentro de 10 días, que comienza este viernes con medallas otorgadas en la
marcha y en el relevo mixto de 4x100, otra que acaparará los titulares es
Sydney McLaughlin, vallista de 22 años.
No es
exagerado decir que amenaza con ganar y con romper récords cada vez que pone un
pie en el tartán rojo de Hayward, que cuenta con una superficie que reduce el
impacto.
El 25
de junio, en el Campeonato Estadounidense que se realizó también en Eugene,
McLaughlin redujo su récord en los 400 metros a 51,41 segundos. El año pasado,
en la misma pista pero en el preolímpico, impuso una marca mundial de 51,90,
que mejoraría seis semanas después en una pista rápida en Tokio (51,46).
Ahora,
soporta la presión de la campeona mundial vigente Dalilah Muhammad, quien
obtuvo el récord antes que McLaughlin y se llevó la plata en Tokio. En la
ecuación está también la holandesa Femke Bol, bronce en Londres.
“Van a
tener que correr realmente rápido por el oro”, dijo Bol después del récord
mundial más reciente de McLaughlin. “Y es que esto muestra que Sydney está en
gran forma”.
Ryan
Crouser ganó el oro olímpico en Tokio el año pasado, pero su récord mundial en
la bala (23,37 metros) fue impuesto en Hayward, lo cual lleva a que muchos
piensen que hay más magia en esta sede que los nuevos compuestos de su pista.
La
velocista estelar jamaiquina Elaine Thompson Herah (dominante como lo fue su
compatriota Usain Bolt) amenaza con quebrar una de las marcas más legendarias
en los libros: los 10,49 segundos de Florence Griffith-Joyner en 1988.
No
sería una sorpresa que el mejor registro de Thompson-Herah, de 10,54, haya
llegado en agosto pasado, tres semanas después de los Juegos Olímpicos, en el
Clásico Prefontaine en Hayward. Ella y Flo-Jo son las únicas mujeres que han
roto la barrera de los 10,6 segundos.
No hay
que descartar a la mayor rival de Thompson-Herah, su compañera Shelly-Ann
Fraser-Pryce, cuyo mejor tiempo es de 10,6 segundos. Es, después de todo, la
campeona mundial reinante.
Al
menos, podría caer el récord establecido hace casi 23 años por Marion Jones en
los mundiales, de 10,70 segundos.
A
continuación, otras historias a las que habría que prestar atención en Eugente.
JACOBS VS. KERLEY
En
Tokio, el italiano Marcell Jacobs superó al estadounidense Fred Kerley para
llevarse el oro olímpico. En Eugene, Kerley es el favorito.
Tiene
el mejor tiempo en esta temporada, mientras que Jacobs apenas recupera
velocidad luego de lidiar on una lesión muscular en los glúteos. Jacobs no ha
roto la marca de los 10 segundos en esta campaña, mientras que Kerley lo ha
conseguido en siete ocasiones.
“Tengo
una amistad muy buena con Fred, así que estoy contento cuando lo veo competir
muy bien”, dijo Jacobs en la antesala de una competición de la Liga de Diamante
en Suecia, el mes pasado, antes de retirarse como una medida de precaución.
“Fred corre más rápido este año, pero yo siempre soy capaz de expresarme a mí
mismo cuando realmente cuenta. Estoy confiado en el Mundial”.
También
están en la lucha el campeón reinante Christian Coleman, quien se perdió los
Juegos Olímpicos por una suspensión debido al incumplimiento con pruebas
antidopaje, y el canadiense Andre de Grasse, bronce olímpico.
AIRE ENRARECIDO
El
“hashtag” de Mondo Duplantis en Instagram lo dice todo: ”#NacidoparaVolar”.
El
monarca olímpico del salto con pértiga, quien creció en Luisiana, asistió a LSU
y representa a Suecia, libró la marca de los 6,16 metros el mes pasado, en un
encuentro de la Liga de Diamante en Estocolmo, para mejorar su propio récord
mundial al aire libre.
Rebasó
su marca de 6,15 impuesta en Roma en 2020, cuando rebasó el registro
establecido al aire libre hacía 26 años por Sergey Bubka.
Duplantis
posee la marca mundial bajo techo, de 6,20, establecida este año en el mundial
bajo techo en Serbia.
El
saltador de 22 años obtuvo la plata en el Mundial en 2019.
LA LEYENDA DE PRE
Hay
que contar al campeón olímpico de los 1.500 metros, el noruego Jakob
Ingerbrigtsen, entre los admiradores de Prefontaine, quien falleció en un
accidente automovilístico en 1975, cuando tenía 24 años, cerca de la pista de
la Universidad de Oregon, donde se convirtió en una estrella.
Ingebrigtsen
ha oído historias y ha observado las grabaciones de algunas carreras de
Prefontaine.
“Parecía
un tipo agradable, con algo de la misma mentalidad que yo me veo teniendo”,
dijo Ingebrigtsen. “Trato de dejarlo todo en la pista”.
EL FIN DE LA ERA FELIX
El
viernes, en un relevo mixto de 4x400, Allyson Felix correrá por última vez
antes de retirarse a los 36 años. Sus 18 preseas representan la mayor cantidad
en la historia del Mundial.
“Quiero
divertirme y simplemente apreciar el momento”, indicó Felix