AP
Canadá
El papa
Francisco inició el domingo una visita histórica a Canadá para disculparse con
los pueblos indígenas por los abusos de los misioneros en internados católicos,
un paso clave en los esfuerzos de la Iglesia para reconciliarse con las
comunidades nativas y ayudarlas a sanar de traumas que abarcan generaciones.
Francisco
besó la mano de una víctima de maltrato en uno de esos internados al ser
recibido en el aeropuerto de Edmonton, en la provincia de Alberta, por
representantes indígenas, por el primer ministro canadiense Justin Trudeau y
por Mary Simon, una inuk que es la primera gobernadora general indígena de
Canadá.
El gesto
estableció el tono para lo que el pontífice ha dicho es un “peregrinaje
penitencial” con el fin de expiar culpas por el papel que desempeñaron
misioneros católicos en la integración obligatoria de generaciones de niños
indígenas a la cultura canadiense, una visita que ha desatado una mezcla de
emociones en todo Canadá, donde las víctimas y sus familias hacen frente al
trauma por sus pérdidas y reciben una disculpa papal que han exigido desde hace
tiempo.
El
pontífice no tenía eventos oficiales programados para el domingo, lo que le
daría tiempo para descansar antes de su reunión del lunes con víctimas cerca de
un antiguo internado en la localidad de Maskwacis, donde se prevé que ore en un
cementerio y ofrezca disculpas.
Francisco
salió por la parte trasera del avión con la ayuda de un vehículo ambulift, dado
que padece una inflamación en el ligamento de una rodilla y se ha visto obligado
a utilizar una silla de ruedas. La sencilla ceremonia de bienvenida se llevó a
cabo en un hangar del aeropuerto, donde tambores indígenas y cánticos rompían
el silencio. Mientras Trudeau y Simon permanecían sentados junto al papa, una
serie de líderes indígenas y ancianos lo saludaron e intercambiaron regalos. En
un momento dado, el pontífice besó la mano de Elder Alma Desjarlais,
perteneciente a la nación indígena First Lake y víctima de los abusos en los
internados, cuando se la presentaron.
“En estos
momentos, mucha de nuestra gente se siente escéptica y está dolida”, dijo el
gran jefe George Arcand Jr., de la Confederación de las Naciones Originarias
del Tratado Seis, quien saludó al papa. Sin embargo, expresó su esperanza en
que, con la disculpa papal, “podamos iniciar nuestro recorrido para sanar... y
cambiar la forma en que las cosas han sido para nuestra gente durante muchos,
muchos años”.
Sin
embargo, los grupos indígenas buscan más que sólo palabras, y han presionado
para que se les dé acceso a los archivos de la Iglesia con el fin de conocer el
destino de niños que nunca regresaron a casa de los internados. También quieren
castigo para los abusadores, reparaciones económicas para las víctimas y la
devolución de artefactos indígenas en poder de los Museos del Vaticano.
RoseAnne
Archibald, jefa nacional de la Asamblea de Naciones Originarias, indicó que
varios miembros de su familia asistieron a internados, incluyendo una hermana
que falleció en uno en la provincia de Ontario. Dijo que era “una institución
de integración y genocidio”.
Durante
el vuelo hacia Alberta, “me sentí tan sobrecogida por la emoción, y hubo varios
momentos en el avión en que realmente tuve que hacer un esfuerzo para evitar
romper en llanto”, manifestó. “Me di cuenta de que soy una víctima de un trauma
intergeneracional y que hay mucha gente como yo”.
El viaje
de una semana de Francisco —en el que visitará Edmonton; la ciudad de Quebec y
finalmente la localidad de Iqaluit, en la provincia de Nunavut, en el norte de
Canadá— se realiza luego de reuniones que sostuvo en el Vaticano a principios
de año con delegaciones de las Naciones Originarias, los metis y los inuit.
Dichas entrevistas culminaron con una histórica disculpa el 1 de abril por los
“deplorables” abusos cometidos por algunos misioneros católicos en los
internados.