AP
COOPERSTOWN,
NY
Sin duda
habrá gritos coreados de “¡Big Papi!” durante la ceremonia de
incorporación de David Ortiz al Salón de la Fama el domingo en Cooperstown, Nueva York.
Ortiz
bateó 541 cuadrangulares en 20 temporadas en las ligas mayores y ayudó a los
Medias Rojas a ganar tres Series Mundiales.
Junto con
el dominicano Ortiz estarán en el escenario el triple campeón de bateo Tony
Oliva y Jim Kaat, ganador de 283 juegos.
La lista
de los jugadores a ser incorporados se completa con Gil Hodges, jugador de los
Dodgers y mánager de los Mets de Nueva York que ganaron su primer campeonato en
1969; Minnie Miñoso, estrella de los Medias Blancas de Chicago en los años 50;
Buck O’Neil, que jugó con los Monarcas de Kansas City de las Ligas Negras y fue
un incansable promotor del juego; y Bud Fowler, un precursor negro del juego
que creció en Cooperstown en la década de 1860 y jugó en una
docena de ligas.
Uno de
los encantos del béisbol es el hecho de algunos bateadores de poco nombre
dominar a los lanzadores de mayor cartel, y lo inverso.
Por
ejemplo, ¿cómo era posible que el utility dominicano Enrique Wilson le
pegara con tanta facilidad (.364/.382/.485) a su compatriota Pedro
MartÃnez, un Salón de la Fama?
En el
caso de David Ortiz, el toletero quisqueyano
tuvo dificultades contra serpentineros como el venezolano Rafael Betancourt,
Brian Matusz y el colombiano José Quintana, lanzadores de respeto, pero no
superestrellas. El que más dominó a Big Papi fue nada más y nada menos que su
compatriota Bartolo Colón (de 36-4, para promedio de .111).
Lo
inverso de Big Papi se produjo contra muchos pitchers, entre ellos algunos de
los mejores de todos los tiempos. Estamos hablando de los Salón de la
Fama Roy Halladay y el panameño Mariano Rivera, además del venezolano
Félix Hernández—quien posiblemente tenga su placa en Cooperstown algún
dÃa—entre muchos otros.
Contra
Halladay, Ortiz tuvo seis jonrones, cinco dobles y OPS de .867 en 96
turnos. Ante Rivera, incluyendo postemporada, se fue de 48-13 (.342) con un
jonrón y tres dobles, además de un OPS de .838 en campaña regular. Y frente a
Hernández, Big Papi registró .410/.490/.615 en 39 turnos, con de ocho bases por
bolas para OPS de 1.105.
“Sé que
me iba bien contra Marino, y me iba bien contra los ases”,
dijo Ortiz al ponérsele el tema durante una llamada organizada por el
Salón de la Fama la semana pasada. “Creo que era porque los ases no están con
jueguitos. Te atacan. O tú le ganas o ellos te ganan”.
En la
carrera de Ortiz, los números hablan por sà solos, por lo que el
dominicano será exaltado al Salón de la Fama el domingo junto
al cubano Tony Oliva y Jim Kaat, además de Gil Hodges, Bud Fowler, el cubano
Orestes “Minnie” Miñoso y Bud Fowler de manera póstuma. En una carrera de 20
años en Grandes Ligas, Ortiz pegó 541 cuadrangulares, empujó 1,768
carreras y terminó con OPS de .931 y OPS+ de 141. Y en postemporada, se creció,
dando batazo por batazo en el momento indicado, desde sus hits de oro en los
playoffs del 2004 hasta sus jonrones clave en los del 2013, culminando aquella
postemporada con una lÃnea de .688/.760/1.188 (¡OPS de 1.948!) en la victoria
de los Medias Rojas sobre los Cardenales en la Serie Mundial.