Tony Calderón
(Opinión de experto)
Santo Domingo, RD
Tokischa puede ser
cualquier chica que llene los parámetros del casting para interpretar el
personaje. El perfil del estilo musical urbano no requiere de una formación
artística como las de Billie Eilish, Dua Lipa, Bruno Mars o Techy Fatule, que
también cuenta con una amplia preparación. Estos están en otra dimensión.
Lo de Tokischa es del
"bajo mundo" (como le llaman), a lo Cardi B o la contraparte de Bad
Bunny, que con solo “ladrar” decadencias, postear calenturas sexuales e
irreverencias con actitud y propiedad es más que suficiente.
En Hispanoamérica se
requería la versión femenina de Bad Bunny, que está bien posicionado en el “top
of mind” de la generación Z, y Tokischa fue la elegida.
Es una “Industry Baby”,
su hada madrina. Colaboraciones por arte de magia con figuras establecidas
internacionalmente como la mismísima Madonna, J. Balbin, Rosalia y dj
Marshmello (partes del paquete), con el único mérito de haber profanado el
sagrado templo de la Virgen de La Altagracia, en el municipio de Jarabacoa, en
la provincia La Vega.
Por cierto, con el
productor Marshmello, estrenó recientemente la pieza pornográfica “Estilazo”,
cuyo video es un aquelarre donde explota en desenfreno el impulso biológico del
sexo y promueve libremente el consumo de sustancias prohibidas, no para ella.
Toda una teatralidad de
oropel meramente lucrativa, que evidencia de que vivimos en una profunda crisis
y pobreza espiritual.
Eso sí, todo con el
apoyo de la industria de la música, que parece está rendida a “sus pies”,
dispuestos a llevarla al más alto nivel abriéndole el camino hacia la
masividad.
Desfiles en la alfombra
roja de los premios Latin Billboard, reseñas en los diarios (New York Times)
más importantes de Estados Unidos, valorándola y dándole una alta puntuación
“artística” por tener un comportamiento transgresor, un estilo vocal triple XXX
y crear controversias.
Tokischa predica con orgullo y arrogancia lecciones de la vida sexual sin responsabilidad con tinte nihilista.
Es lo opuesto a
representar una generación que cuestione (Sex Pistols, Rage Against The
Machine) las barbaries que han cometido los “lideres” responsables de edificar
un mundo mejor y participativo para todos o escribir prosas para sus seguidores
tener herramientas acerca de cómo navegar en sus conflictos personales, sociales
y existenciales, para emerger transformados en algo mejor como individuos y
sociedad.
Es una fémina elegida
para dividir y promover antivalores en la cultura pop.
Para llegar debe seguir
el guion al pie de la letra, a menos que en un arranque de fuertes emociones,
hastiada del control y las exigencias de la industria intente revelarse (Demi
Lovato), lo cual por ahora no sucederá pues está metida a fondo en el
personaje.
Por nada va a querer
ser desterrada al anonimato, a menos que la industria necesite otra en el
personaje como sucedió cuando hizo su génesis en etapa de promiscuidad Miley
Cyrus, para reemplazar la ingenuidad sensual de Britney Spears.
¿Por qué no le tocó a
la Materialista, que en los últimos tiempos ha utilizado varios “recursos” de
marketing para llamar la atención y ha demostrado que es buena desempeñando el
papel? Simple: se requería una figura nueva, fresca y muy buena en el personaje
con capacidad para conectar con la generación de la actualidad, los próximos
consumidores a adoctrinar.
Lo importante es la
facturación (Sludge Factory, Alice In Chains) que hay detrás y la moralidad
“pal carajo”.
A fin de cuenta a los
inocentes adolescentes no les importa lo que unas docenas de moralistas aun
sean sus padres opinen o dejen de opinar y a la industria de la música mucho
menos.
Ella está hecha a
medida por donde va la industria musical urbana contracultura y hay que
facturar.
+ La generación Z es el
target
Su arma de ataque es un
pop urbano visceral, expresionista (Lucian Freud), bizarro, extravagante y
líricas decadentes saturadas de sexo tóxico, que exacerban los sentidos y
parece atractivo para la generación Z, que ya de por sí está adoctrinada.
Una “supuesta” vida de
supervivencia en el bajo mundo es la musa de inspiración para Tokischa, postear
en sus redes y crear liricas plagadas de un apetito sexual compulsivo similar a
la adicción de cualquier sustancia prohibida, la promesa básica para sus seguidores
alcanzar la “iluminación” del desenfreno.
Es el gancho del
movimiento urbano para moldear el perfil con los parámetros de los productos a
mercadear con música (flautista de Hamelín) de manera natural y que respondan a
las necesidades de los desafiantes adolescentes y potenciales consumidores en
su más pura ingenuidad por romper con el cordón umbilical de la niñez.
Presas fáciles chicos y
chicas inocentes entre 16 y 20 años que probablemente no pueden discernir con
total asertividad lo que es apropiado para su bienestar presente y futuro.
Todo es parte del
teatro de la vida, el circo, una barbarie que se repite y que no va bien a los
ojos de Dios, el juez final.
Siempre ha sido una
distracción para ser alejados de lo esencial y lo verdadero, el AMOR, sentir
que saca de nuestro interior lo mejor como seres humanos civilizados.
+ Un negocio masivo y
lucrativo
Es un negocio muy
lucrativo que pareciera estar limitado a los medios electrónicos, la radio,
servicios digitales de música, redes sociales, promotores de eventos, recintos,
bares, discotecas, entre otros.
Sin embargo, la
realidad es otra. Al igual que en el pasado el negocio masivo, redondo en su
más amplia gama de productos y servicios es crear hábitos, costumbres y
comportamientos que rigen nuestras vidas de consumo desde la adolescencia hasta
el final de la vida productiva.
Al igual que en el
cine, los deportes, la industria del entretenimiento para romper con el status
quo, y en lo que concierne al renglón específico de la “música” saca
periódicamente modelos aspiracionales como Tokischa, El Alfa y Bad Bunny, como
lo han sido Jim Morrison (The Doors), Black Sabbath, Kiss, Madonna, Marilyn
Manson, Lady Gaga and company.
Son solo algunas
referencias inevitables y partes de movimientos contracultura en sus
respectivas épocas que el sistema con el paso del tiempo absorbe dándole el
estatus de “moda”, para luego, ser reverenciados.
Es una sofisticada
ingeniería social que también crea hábitos de consumo de sustancias y bebidas
que generan pingües beneficios, pero que dañan el cuerpo, la mente y al ser
humano en su esencia divina y en la que todos de una u otra forma quedamos
atrapados en la “música” de nuestra generación.
El trap/dembow atrapó a
la generación Z, marcando un nuevo ciclo de la farsa, y va a continuar. ¿Hasta
cuándo? ¿Quién sabe? ¿Quién puede decirlo?
- El autor del
artículo, Tony Calderón, es experto en Publicidad y Comunicación.