Los camiones
pesados y motocicletas en el Gran Santo Domingo son los
que más violentan las normativas de tránsito terrestre, “haciendo de las suyas”
por doquier.
Según
las autoridades de tránsito, los camiones de carga solo pueden
moverse por las avenidas que tienen permiso del Instituto
Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (Intrant), información que deben
tener pegada en su cristal.
En
calles y avenidas se puede ver la falta de aplicación de
la normativa de tránsito, ya que los camiones no son detenidos
por la falta de esta certificación en sus cristales y los mismos siguen
desplazándose sin temor a recibir una sanción.
Camiones
y patanas crean caos, cuando buscan avenidas alternas para
circular más rápido y “botar tapones” y terminan complicando el flujo
vehícular a otros conductores. Los choferes alegan la
necesidad de tránsitar por estas vías para llegar más rápido a sus destinos
violando todas las restricciones impuestas por la Ley, lo que afecta, tanto a
otros conductores como al ciudadano de a pie.
Las
acciones de estos conductores imprudentes causan
múltiples problemas y ocasionan graves accidentes que terminan con saldo
de víctimas mortales, solo con la excusa de acortar distancias.
Los
materiales de construcción y otros objetos que cargan estos camiones, a su vez
generan temas de conversación, ya que en ocasiones estos van derramando su
contenido (arena, gravilla y sus derivados) por las vías, porque no aplican las
medidas de seguridad, dejando a su paso materiales que obstaculizan el tráfico
y ponen en peligro a quienes circulan por el lugar.
Todas
estas violaciones se dan bajo la vista de los
agentes apostados en distintos puntos de la ciudad y que
pertenecen a la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte
Terrestre (Digesett). Estos “se hacen los desentendidos” y siguen su día
sin penalizar a los responsables.
¡Ay, los padres de familia!
Subirse a elevados, aceras y hasta dirigirse en vía contraria son de las muchas
“hazañas caricaturescas” de estos individuos llamados motoristas o repartidores
por su profesión.
¡Ay,
soy padre de familia!, este es el clamor de quienes son atrapados en sus faltas
cuando se les va a realizar su fiscalización, hasta para salvaguardar su propia
vida. Quienes transitan por las calles en motores, como forma de desplazarse,
no se escapan a sufrir las consecuencias de las imprudencias de sus
conductores.
En
ocasiones se puede observar el temor en sus caras, por la forma de conducir de
quienes llevan el guía en sus manos en función de la prisa de llegar a sus
destinos.
Esto
incluye a los miembros de instituciones del
orden, que también infringen las leyes, en el Malecón de
Santo Domingo. Listín Diario pudo visualizar dos agentes pertenecientes a la
Dirección Central de Policía del Turismo (Politur) desplazándose sobre las
aceras del sector.
Y
en la misma línea, un militar de las Fuerzas Armadas en su motocicleta privada
atravesaba uno de los túneles de la Capital, por donde los motores no deben transitar.
No
tener la placa de circulación correspondiente en sus cascos, la falta de
protección, transportarse más de dos personas en los asientos, saltarse los
semáforos en rojo, y demás acciones que ponen en jaque la seguridad de quienes
también van transitando en la calle.
Los de a pie.
También los transeúntes se suman al desorden en las calles, porque cruzan la
calle con la luz en verde, se suben al transporte público en luegares no
debidos, atraviesan las calles en vez de los puentes peatonales.