Con la celebración del Domingo de Ramos, que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, inicia la Semana Santa, período litúrgico usado más para descanso y diversión que para oración y reflexión laudatoria a la Pasión y Muerte del Redentor.
El presidente Luis Abinader pidió ayer los dominicanos tomar la Semana Santa para la reflexión y ser prudentes para evitar hechos lamentables, una exhortación que debería ser atendida por toda la población.
No se niega el derecho al ocio que les asiste a todos los ciudadanos, más aun cuando se requiere tomar una tregua o pausa ante tantos tormentos y angustias causados primero por la pandemia y ahora por los efectos económicos derivados de la invasión de Rusia a Ucrania.
Es menester, empero, que la sociedad toda asuma con vehemencia y conciencia los postulados de prudencia y sensatez en todo momento, pero muy especialmente durante Semana Santa, cuando miles de personas se dirigen a playas, ríos y montañas.
Semana Santa es periodo óptimo para reflexionar sobre la crisis económica que lacera a la familia dominicana, más aún porque causa la desbordante inflación, matizada por alzas en los precios del petróleo, commodities, fletes y transporte.
Una serena meditación debería incluir males como la inseguridad ciudadana, descontrol migratorio, corrupción, desempleo, narcotráfico, feminicidios y crisis en el sistema de Seguridad Social, entre otros flagelos.
Los preparativos de viajes con motivo de Semana Santa deberían incluir la firme determinación de cumplir con las leyes de tránsito, no ingerir bebidas alcohólicas en el camino y respetar el derecho ajeno, la mejor forma de garantizar la paz.
Desde hoy, organismos de emergencia y asistencia habilitan listas para anotar los nombres de muertos y heridos en accidentes de tránsito, por ahogamiento, ingesta excesiva de alcohol o alimentos o por riñas, por lo que se aconseja tomar todas las previsiones para que sus nombres no queden inscritos en esas fatídicas libretas.