La agencia espacial Roscosmos comunicó que, ante las sanciones impuestas por Estados Unidos, cancelará el programa de cooperación espacial que mantiene al laboratorio orbital funcionando a 400 kilómetros de la Tierra
La Estación Espacial Internacional es la colaboración más importante en ciencia y tecnología en todo el mundo (NASA/Roscosmos)
Con la misma determinación que Rusia avanzó sobre Ucrania en una invasión que muy pocos comprenden, Estados Unidos y varios países del mundo impusieron sanciones económicas muy severas a Moscú, que amenazan, entre otras cosas la operatividad de la Estación Espacial Internacional (EEI).
Horas después, de la ofensiva lanzada por el presidente Vladimir Putin a Ucrania, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio un discurso muy duro en el que condenó el accionar ruso y comunicó la implementación de fuertes sanciones económicas en diversos ámbitos, especialmente el espacial y tecnológico.
“Putin es el agresor. Putin eligió esta guerra, y ahora él y este país asumirán las consecuencias. Hoy autorizo fuertes sanciones adicionales y nuevas limitaciones sobre lo que se puede exportar a Rusia. Esto será un golpe a su capacidad para modernizar sus fuerzas armadas, lo que degradará su industria aeroespacial, incluido su programa espacial”, afirmó Biden hace 45 días.
El astronauta Tim Peake extrae sangre en un experimento científico abordo de la estación orbital (NASA)
Inmediatamente, el director general de la agencia espacial rusa Roscosmos, Dmitri Rogozin lanzó un ultimátum a Estados Unidos para que se levanten las sanciones contra las empresas civiles TsNIIMash, de investigación de ingeniería mecánica, y el Centro Espacial de Cohetes Progress”. “Si bloquean la cooperación con nosotros, ¿quién salvará a la EEI de una salida descontrolada de su órbita y su caída sobre el territorio de EEUU o Europa? Las amenazas de Rogozin no surtieron efecto y la sanciones se mantuvieron.
Por eso, esta semana, Rogozin declaró: “Presentaremos próximamente a la dirigencia del país las propuestas concretas de Roscosmos respecto a los plazos del cese de la cooperación en el marco de la ISS con las entidades espaciales de EEUU, Canadá, la UE y Japón”.
Rusia tenía previsto participar en la ISS hasta el año 2024 y negociaba la posibilidad de continuar la colaboración hasta 2030. Mientras tanto, busca construir su propia estación espacial y tenerla operativa a partir de 2025. La respuesta internacional de mantener las sanciones económicas dejó en claro que la cuestión ahora no es si continúa participando o no de la EEI, sino cuándo se retira del proyecto.
Ante las primeras amenazas de Rogozin, que había presentado a sus colegas un ultimátum para levantar antes del 31 de marzo las sanciones impuestas a Rusia tras la ofensiva militar en Ucrania, la NASA buscó llevar tranquilidad a los astronautas y a la comunidad espacial internacional al afirmar: “La NASA continuará interactuando con las correspondientes entidades federales y agencias de EEUU con el objetivo de mantener la cooperación en el marco de la EEI y su explotación, incluyendo cualquier cooperación necesaria del programa de la EEI con el apoyo de las empresas sancionadas”.
Rogozin afirmó que el jefe de la Agencia Espacial Europea, Josef Aschbacher, “asumió el papel de cartero, al confirmar que no toma este tipo de decisiones y por ello redirigirá mi carta a los países miembros de la UE”. “O sea, nos proponen esperar a que la burocracia los 28 países accedan a leer la carta de Roscosmos”, subrayó el directivo de la agencia espacial rusa.
“Para ese momento, o el burro estira la pata, o la ISS se muere por causas naturales”, lamentó, asegurando que la posición de las entidades occidentales es clara: “No retirarán las sanciones”. “Las sanciones de EEUU, Canadá, la UE y Japón están dirigidas a bloquear el financiamiento económico y financiero, y las actividades productivas de nuestras empresas de altas tecnologías. Por ello considero que el restablecimiento de las relaciones normales entre los socios respecto a la ISS y otros proyectos conjuntos solo será posible tras el levantamiento total e incuestionable de las sanciones ilegales”, alertó el directivo ruso.
Participación esencial de Rusia
Rusia ha alertado reiteradamente que la estación, puesta en órbita en 1998 y diseñada para funcionar durante 15 años, requeriría ahora de una enorme inyección de dinero para su mantenimiento, con el fin de evitar que se desintegre en pedazos y caiga en forma descontrolada a la Tierra.
“Existe la posibilidad de que esta estructura de 500 toneladas caiga sobre la India y China. ¿Quieren amenazarlas con esa perspectiva? La EEI no vuela sobre Rusia, por eso todos los riesgos son vuestros. ¿Están preparados para ello?”, advirtió.
La participación de Rusia en este proyecto espacial es tan significativa que su retirada podría implicar de facto una sentencia de muerte para la Estación Espacial Internacional. La propia NASA reconoció que cualquier intento de separar el segmento estadounidense del ruso “supondría importantes desafíos logísticos y de seguridad dada la multitud de conexiones externas e internas, la necesidad de controlar la inclinación y la altitud de la nave espacial y la interdependencia del software”. La estación tiene un complejo cableado interno y externo que hacen imposible separar los módulos, que están construidos para trabajar conectados.
El funcionamiento de la Estación Espacial Internacional es complejo. Mientras los módulos de Estados Unidos y Europa proveen la energía eléctrica que captan los paneles solares y sirve para que el complejo orbital funcione, Rusia provee el combustible y los motores que permiten que la misma pueda permanecer en órbita y no termine cayendo en forma descontrolada a la Tierra.
Rogozin sostiene que es imposible controlar la ISS sin la participación de Rusia, ya que es el país responsable de la orientación de la estación y la previsión de colisiones peligrosas, además del suministro del combustible y cargamento. Las correcciones de órbita de la plataforma orbital y todas las propulsiones se hacen con los motores del módulo de servicio Zvezda del segmento ruso o con las naves de carga Progress. El fin de la cooperación significará, señaló Rogozin, un grave riesgo de que una salida descontrolada de la estación de su órbita, y una posible caída sobre el territorio de EEUU, Europa u otros países.