Santo Domingo, RD.-La
brutalidad policial que cobró la vida, tras aparentes torturas, del joven José
Gregorio Custodio, de San José de Ocoa, está destruyendo el punto del
gobierno y del presidente Abinader, que no manda a torturar ni a matar a ningún
ciudadano.
En sus 18 meses en el poder, el
gobernante dominicano lo que ha estado predicando es el respeto a los derechos de
las personas, liquidar la corrupción y el latrocinio en la administración
pública y otros gestos que favorecen al ciudadano común y a los pobres.
Lo que pasa es que la Policía
Nacional no tiene componte. Algunos de sus maneras, como el caso de Ocoa, tienen un
parecido muy grande a lo que ocurría en los doce años cuando la represión
policial era brutal y los comandantes apoyaban a sus agentes.
Que en más de veinte años, la Policía
no haya podido ser reformada por los gobiernos de los partidos llamados democráticos,
reta la inteligencia de los líderes del país, ocupados en sus quehaceres y
manejar el estado a la manera de botín.
Las tantas promesas de
reformas se han quedado en las publicaciones de medios de comunicación. Las
asesorías de policías de países con más desarrollo en esas funciones se han
detenido nada más que en promesas que dejan a la ciudadanía hambrienta de
justicia.
Las querellas y críticas a la
República Dominicana trascienden las fronteras, como lo demuestra el reciente
informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que se refiere a
casos específicos de violaciones a los derechos humanos en los últimos tiempos.
Es posible que mucha gente ríe de los
anuncios, como el reciente de Ocoa, de trasladar a toda la dotación policial de
esa ciudad, que en 1961 abrazó al Partido Revolucionario Dominicano, PRD, la
matriz del Partido Revolucionario Moderno hoy en el poder.
Al joven Custodio, como lo mostraron
los programas de televisión que enviaron hasta esa ciudad sus reporteros, lo masacraron
a golpes los policías del departamento de la Policía, creyendo esos agentes que
los casos ahora pueden ocultarse como en el pasado.
En mis años de reportero, mayormente
en el periódico Última Hora durante ocho años, presencié muchos atropellos
de los agentes policiales contra los ciudadanos. Hubo cuarteles de la
PN que eran temidos por los jóvenes como el número 2 de María
Auxiliadora.
Allí me retuvieron cuando niño al
presentarme a reclamar que dejaran en libertad a dos muchachos de mi gallada.
Eso fue en la Era de Trujillo. No me golpearon ni a mí ni a ellos, pero en los
doce años ese lugar era un terror. Me dicen que todavía los policías apalean.
Destruyen el punto
Los policías destruyen el punto del presidente Abinader. Cada vez que ocurre un
crimen como el mencionado, o el atropello a los periodistas en el Canódromo, la gente se
alarma y le quita crédito a la popularidad que con sus acciones ha ganado el
gobernante.
Abinader y su ministro de Interior y
Policía, Chú Vásquez, un político de tiempo completo, tienen que ver que con
esos crímenes y atropellos cuyos ejecutores no siempre van al banquillo de los
acusados, la reputación del país se degrada pese a su campaña pro
turismo.
Es cierto que los turistas no ponen
tanto caso a la represión policial porque no suele llegar hasta ellos.
Huyen más bien a las epidemias y al sucio. Pero en Haití el turismo se ha
perdido porque a la epidemia y al sucio se ha sumado la mano dura de su
Policía.
Los opositores de Abinader quieren
que el gobernante se cruce de brazos y no active los recursos políticos de su
partido para ejercer el mecanismo constitucional que le permite postularse
nuevamente en el 2024. Los adversarios de Abinader no son poderosos, pero lo
aparentan.
De ellos, el doctor Fernández, quien
ansía que las circunstancias le permitan postularse en las elecciones de ese
año, haría cualquier cosa para que se cumpla su ambición. Su recorrido en estos
días por los Estados Unidos busca fortalecer su liderazgo afuera. ?El ex
presidente Danilo Medina, según anunció el pasado martes su vocero y ex
senador, Charlie Mariotti volverá al “ruedo político” a finales de mayo para
reunirse con los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, PLD, a
nivel nacional.
Medina ha mantenido una especie de
“disimulo” casi desde que abandonó el poder en agosto de 2020, para darle paso
a Abinader. Se diría que lo hizo bien ya que en el último año se han destapado
varios escándalos que afectan a algunos de sus hermanos.
Lo del Canódromo
El escándalo ocurrido en el Centro de Retención Vehicular, que acaparó la
atención de la ciudadanía por la respuesta que le dio a la presencia de
periodistas de LISTÍN DIARIO y un medio televisivo, fue de los tantos casos en
que la Policía no puede dar respuesta.
El director Seguridad de Tránsito y
Transporte Terrestre (DIGESETT), general de brigada Ramón Guzmán Peralta, dijo
que existen protocolos para hacer la entrega de los vehículos y que los
afectados solo tienen que demostrar la propiedad para que sean
entregados.
La Policía miente y lo ha hecho
siempre. Mentía antes cuando en combinación con un fiscal de la capital
justificaba las muertes de dirigentes políticos adversarios del régimen de los
doce años. Miente ahora frente al testimonio del público afectado.
El Canódromo, lleno de
vehículos de cuatro ruedas y de motocicletas se ha convertido, según diversos
testimonios, en un antro de corrupción donde hay que pagar por el mínimo
papeleo y donde la teniente coronel que era su directora se valía de tígueres
de seguridad.
Al borrar las informaciones
contenidas en el celular del reportero del Listín, sin que nadie se responsabilizara
posteriormente, se incurrió en un grave delito de censura previa que fue a
parar hasta a los escritorios de la Sociedad Interamericana de Prensa, SIP, y
que la Fundación Institucional y Justicia, de RD, repudió.
Finjus, una institución que se
caracteriza por su responsabilidad y aplomo, consideró una vergüenza el haberle
borrado la data al teléfono del periódico, cuando el Defensor del Pueblo acudió
a la Digesett a realizar una visita de inspección tras recibir múltiples
denuncias.
Fuente:Externa