Ángel
Lockward
Santo
Domingo, RD
República
Dominicana, además de en crecimiento económico, es un ejemplo de equilibrio y
alternabilidad política – a pesar de las crisis electorales - a lo largo de 56
años, pasando del bipartidismo al tripartidismo, incluyendo que, transitó sin
escarceos la pérdida de relevancia electoral de los dos partidos más grandes y
viejos: Todos los grandes partidos, fueron gobierno.
Historia
de divisiones y desprendimientos como las sufridas por el Partido Reformista
con el Mida (1970) o el PRD con el PLD (1973) y, de nuevo el PRD con La
Estructura y el BIS (1990) no impidieron pasar de la democracia liberal,
esencialmente electoral, al Estado social y democrático de derecho actual, que
también incluye otras dos importantes divisiones en los partidos hegemónicos; otra
vez el PRD se divide y pare el PRM (1916), esta vez queda postrado en cama
hasta la fecha.
El
PLD que antes sufrió varias deserciones menores previas a su llegada al poder,
esta vez sufrió una grave ruptura cuando, previo a las elecciones, se
desprendió la Fuerza del Pueblo, encabezada por quien hasta entonces había sido
su líder.
A lo largo del
periodo 1966/1994, cuando la elección presidencial era por mayoría simple, no
obstante, con dos partidos fuertes, hubo múltiples alianzas que regularmente se
pagaban con curules en la Cámara de Diputados y, en ocasiones, con posiciones
menores en el tren público.
También se
plantearon grandes coaliciones, como el Acuerdo de Santiago y el frente que se
orquestó para sacar a Balaguer del Palacio Nacional en 1978, pelota que éste
devolvió, por motivos distintos con el Frente Patriótico que llevó al PLD por
primera vez al poder en el 1996, luego de la reforma constitucional.
Establecida la
mayoría absoluta hace 28 años, esta produce su primera alianza dos años más
tarde cuando el Dr. Peña Gómez no alcanzó la mitad más uno de los votos y,
perdió ante Leonel Fernández.
El tripartidismo
tiene su mejor medición – y ejemplo de civilidad política - en las elecciones
del 2000, cuando, sin que Hipólito Mejía obtuviera el 50% de los votos, los
reformistas – no el Dr. Balaguer – le proclamamos por la diferencia de votos
que había entre él y los otros dos contendientes casi empatados con un 25% cada
uno, Danilo Medina y Joaquín Balaguer.
El disminuido
PRSC del 2004 parte de cuyo caudal se acomodó con Leonel Fernández desde el
1996, concurrió dividido y, en ese certamen, tras la debacle producida por la
crisis bancaria del 2003, el PLD ganó, solo, sólidamente: A partir de entonces,
el PRSC no se compondría más, sus reductos continuaron divididos entre las dos
fuerzas principales y, por ese motivo, la Alianza Rosada, pasó sin penas ni
glorias y, el PLD obtuvo una victoria en el 2008 con una mayoría congresual
inesperada y contundente.
Aprobada – por
esa victoria - la Reforma Constitucional del 2010, con el entonces líder del
PLD en su mejor momento, éste ganó las elecciones sin mayores problemas a favor
de Danilo Medina, quien aprovechó su alta aprobación, sobre un 80% para
modificar la Constitución y restablecer la reelección sucesiva por un segundo
mandato – que debido a la división del PRD - ganó en el 2016, sin dificultad,
frente al recién nacido PRM.
Con la
publicación en diciembre de ese año de las informaciones del caso Odebrecht
empezaron en el 2017 los problemas del PLD en el Gobierno que, con 13 años en
el poder había acumulado un control absoluto de la sociedad y, sólo podía
vencerse a sí mismo; los cuestionamientos le originaron un desgaste leve; sin
embargo, la lucha por la candidatura presidencial y su desenlace, originó un
cisma que determinó su derrota, aunque no era tan evidente en febrero del 2020
cuando se convocaron las elecciones municipales.
Si es cierto que
al dedo malo todo se le pega o conforme a la ley de Murphy: si algo puede salir
mal, va a salir mal en el peor momento, eso aplicó al PLD del 2020, pues la
Chapuza de la Junta Central Electoral que se vio obligada a anular la
convocatoria a elecciones municipales, se le pegó al PLD y generó un miedo
lícito en todos de que la democracia estaba en peligro creando ambiente para
alianzas hasta entonces insólitas, lideradas por Luis Abinader, entre el PRM y
partidos que siempre fueron cercanos al PLD de Leonel, incluida la recién
nacida, Fuerza del Pueblo: El resultado fue una sinergia que sepultó las
posibilidades del Penco y perdieron en primera vuelta.
Ahora hacia las
elecciones del 2024, municipales, que serán un termómetro de las alianzas y
firmeza del PRM con un PLD que, tras ser vapuleado, aún conserva una sólida
estructura y el patrimonio político de 16 años de gobiernos de crecimiento sin
inflación que transformaron el Estado, pero que, carece de adalid.
Con, por otro
lado, Leonel Fernández – tres veces presidente - quien, con la FP puede
encabezar una oposición útil y seria para catapultar su figura por encima de
los aspirantes morados con el objeto de que estos – en un pacto, coalición o
confederación – se vean forzados a cederle el paso: Esta vez, a su edad, no
puede ser de nuevo aliado estratégico del PRM.
El presidente
Abinader que manejó bien la crisis heredada de la Pandemia del Covid y logró reactivar
la economía, todavía aparece bien valorado, aunque con un ligero y natural
declive en los últimos meses: El, como candidato marcha al frente, su partido
el PRM también, pero ante una alianza del PLD y la FP, con la coyuntura
internacional que se refleja en el país, podría enfrentar problemas.
¿Cuál es el
enemigo bueno? Algunos trogloditas podrían responder, el enemigo muerto. En las
democracias, el mejor enemigo es el que está tranquilo, retirado en seguridad,
viajando de vacaciones… porque ese no conspira, ni se anima a encabezar
cruzadas en contra del Gobierno.
Gobernar – que
no es una tarea moral - es lidiar con intereses encontrados, buscar consensos
respetando el disenso, dando garantías a las minorías para evitar que estas –
unidas – hagan mayorías en tu contra, en ese sentido, lo sabio puede ser que
Luis y el PRM eviten que el PLD y la Fuerza se unan y presenten una fórmula,
como la siguiente: Leonel candidato presidencial con Abel Martínez o Domínguez
Brito y, el que no, senador por Santiago; Margarita Cedeño senadora por
la capital…., y, otros arreglos. Si algunos creen que es imposible, esperemos.