Esta es una película muy pequeña, que yo
imaginé desde el principio solo para mi familia y mi gente. Es una película
simple, hecha de recuerdos, de experiencias de adolescencia”, dijo Paolo
Sorrentino en la antesala al estreno de estreno de È stata la mano di Dio (Fue la mano de Dios), su novena
película como director, la cual acaba de ser nominada a los premios Oscar
como mejor película extranjera.
Así, el
italiano nacido en Nápoles va en busca de su segunda estatuilla en
Hollywood. La primera había sido en 2013 por La grande bellezza (La
gran belleza), en la que ponía en pantalla los hábitos rutinarios y
solitarios de un escritor insatisfecho y en edad de jubilarse. Ahora,
Sorrentino buceó en lo más profundo de su vida y viajó hasta su propia
adolescencia, la cual estuvo signada por la llegada de Diego Armando
Maradona al FC Napoli, el club de fútbol de su ciudad.
Si Asif
Kapadia había documentado magistralmente las luces y las sombras del 10 en su excursión napolitana
mientras se prefiguraba como ídolo e ícono (Diego Maradona, 2019), ahora el punto de vista está en la
tribuna, en los tifosi, en
aquellos que se volvieron creyentes de Diecó, como le decían a su capitán, como de San Gennaro. El
joven Sorrentino era uno de ellos, y en este filme cuenta cómo la llegada del
dios con los pies de barro en 1984 les cambió la vida. Incluso, a él se la
salvó.